Árbitros vs. hinchas: el lado oscuro del corazón

Toda pasión tiene un lado oscuro donde anidan los sentimientos más terribles, muchos de ellos capaces de convertir en pesadilla sangrienta un soleado domingo por la tarde. Los responsables son hombres vestidos de negro.

Gabriel Rimachi Sialer
Lima - 18 octubre 2020

La mayor batalla campal registrada en la historia del fútbol tuvo como detonante al árbitro inglés Ken Aston (que había sido profesor de primaria y soldado del Real Ejército Británico en la India), que el 2 de junio de 1962 dirigió en Santiago el partido entre Italia y la selección mapocha en la primera ronda del Mundial Chile ´62.

Apenas empezado el partido, Giorgio Ferrini le aplicó un violento golpe al chileno Honorio Landa, siendo expulsado inmediatamente. Pero el italiano se negó a salir del gramado. En un tiempo donde no existían las tarjetas (que el mismo Aston inventaría tras esta experiencia y se aplicarían recién en el mundial de México ´70), tuvieron que entrar los carabineros a la cancha para llevarse arrestado a Ferrini. El público, que quería invadir la cancha y llevarse de encuentro a los extranjeros (“Tierra de caníbales” titularía un diario italiano este encuentro), fue contenido por Aston que dejó que los chilenos repartieran golpes por doquier, ganando con un dudoso 2 a 0.

De Chile en el siglo XX a México del siglo XXI solo ha cambiado el escenario. El 23 de diciembre de 2017 el jugador mexicano Nilton Márquez, de 23 años, le metió un cabezazo al árbitro de 62 años, José Valdemar Hernández Capetillo. Este cayó de espaldas y se golpeó la cabeza, quedando inconsciente. Murió la madrugada del 24 de diciembre de ese año.

En 29 de julio de 2019, el árbitro Washington C dirigía un partido en Tungurahua (Ecuador) entre los equipos de Sporting Tisaleo y el Club Amazonas cuando el jugador Andrés M. cometió una nueva falta que le hizo merecedor de la segunda amarilla y posterior expulsión. Ante esto, Andrés M. no se contuvo y arremetió a punta de patadas y puñetes contra el árbitro, dejándolo inconsciente e imposibilitado de trabajar durante 35 días luego de ser intervenido con una cirugía por la cantidad de golpes recibidos.

En septiembre de 2015 se enfrentaban por la liga local de Belo Horizonte, Brumadinho y Amantes da Bola. Faltando minutos para el final, los visitantes tuvieron que aceptar la decisión del árbitro Gabriel Murta, quien les anuló una falta. Los jugadores que estaban en banca salieron a la cancha para intervenir y los hinchas intentaban alguna escaramuza para poder alcanzar al árbitro, que, viendo el panorama y previendo lo que vendría, corrió a su camerino y regresó armado con una pistola. Solo un tiro pudo poner en orden a todos los jugadores.

Árbitro Gabriel Murta con pistola en mano.

En Somalia, el entrenador del Horseed FC, Col Ahmed Mohamed Hassan, perdió el control y agredió brutalmente al cuarto juez del partido contra Elman FC, luego de que el árbitro central lo expulsara por desobedecer las indicaciones de que se controlara respecto de las órdenes a su equipo. Las autoridades africanas aplicaron fuertes sanciones al entrenador.

En Perú la cosa no es diferente. En junio de 2017 el árbitro Fernando Camacho dirigió el partido entre Unión Tarapoto y Manucchi, donde el último ganó por 2 a 1 en lo que representó para los hinchas una afrenta y una falta de respeto. 24 policías tuvieron que entrar a la cancha con sus escudos para evitar que la lluvia de piedras acabara con la vida del árbitro, que tuvo que ser atendido en un hospital local y luego ser escoltado para que tomara su bus de regreso a casa.

El 6 de setiembre de 2013 la selección uruguaya celebraba su triunfo sobre Perú en las eliminatorias al mundial, gracias a la gestión de los árbitros argentinos que inclinaron la cancha a favor de los celestes. La salida de los árbitros, bajo una lluvia de botellas y los hinchas peruanos entrando al campo, hubiera sido imposible sin la ayuda de la policía nacional.

En Argentina la pasión adquiere matices más firmes. En una partido entre Huracán y el Newells, la barra de Huracán cantaba a todo pulmón: “Tomala vos / damela a mí / vamo’ a matar / a un referí”. El árbitro Paletta debe haber sentido esa gélida brisa que dicen acompaña a la muerte, porque detuvo el partido por varios minutos, esperando a que menguaran las amenazas desde las tribunas que, de pasada, le recordaban a su pobre mamá.

https://www.youtube.com/watch?v=5iJLcz0GJEA

Recientemente el arbitraje del chileno Bascuñán provocó una ola de protestas y quejas en redes sociales al haber facilitado el triunfo de Brasil sobre Perú con un penal inexistente. En Facebook, el Panfleto ofrecía S/100 a quien enviara un video de 10 segundos donde se viera que le estuvieran pegando al árbitro. En Twitter apareció no solo el número de habitación de hotel Marriot donde estaba hospedado, sino que consiguieron hasta el número telefónico de su casa en Chile y el correo personal, además de la placa de su auto.

En estos tiempos donde las redes sociales se mueven a una velocidad de incendio californiano, la pasión desmedida encuentra eco en otros miles de descorazonadas ilusiones. De la indignación a la acción hay una delgada línea en la que, cada fin de semana, los árbitros intentan cruzar al otro lado sin caerse. Muchas veces lo consiguen.

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