Tristeza. Y frustración. La peor mezcla. La tristeza por nuestra pobreza actual, esa que lleva a que pongamos todo el esfuerzo posible para tener una sola oportunidad y desperdiciamos esa única oportunidad. La frustración de saber que las oportunidades perdidas, cuando se está en la pobreza, no vuelven. Triste noche en Buenos Aires. Por un instante era 1-1 en el tablero de nuestra imaginación. Fue 1-0 en el tablero de la realidad. Triste. Lo único rescatable es que le dejamos un recado a la soberbia argentina, esa miseria rioplatense que quedó dibujada en la estúpida mofa de los zagueros Romero y Otamendi —no son precisamente estrellas mundiales— burlándose del colega que falló el penal. Eso tienen ciertos argentinos: la soberbia sin fundamento. No ganan un título mundial desde 1986, recién han ganado una Copa América después de 28 años y, sin embargo, por haberle ganado a una floja selección uruguaya con un técnico como Tabárez que se niega a una jubilación necesaria, se creyeron candidatos a ganar el próximo mundial de fútbol. Por tan solo una victoria se vendieron la loca idea de que tienen un equipazo, hasta lo han bautizado como la Scaloneta, y vino esta modesta selección peruana que tuvo la mala suerte de fallar un penal, para decirles que no se imaginen historias, que no dibujen a Scaloni como si fuera el gran Marcelo Bielsa, y a ver si aprenden a tener algo de modestia y no incurren en esa miserable escena de Romero y Otamendi faltándole el respeto a Yotún, un colega que tuvo la mala suerte de estrellar el balón en el travesaño.
Esa reacción también desnuda que en la intimidad se saben débiles, que si esa pelota entraba se caía el falso sueño de sentirse geniales. Se dieron cuenta, Romero y Otamendi, que les iban a pedir cuentas por no haber estado donde debían estar cuando Jefferson Farfán se mandó el pique que terminó en un penal. A ver si el equipo argentino se entera de que el resultado final habría sido uno a uno frente a una selección que tenía a un chiquillo de 21 años, Joshimar Lora, marcando una punta, y medio equipo en la enfermería. A ver si aprenden a respetar, sobre todo cuando logran ganar de manera apretada. Y de paso recuerdan un dato inapelable: van ocho partidos y Messi no le hace un gol a Perú.

Volviendo a los nuestros, tristeza no solo por lo ocurrido esta noche sino porque volvimos a la historia anterior al Mundial Rusia 2018. Esos tiempos en que nos hacían el gol en los minutos finales, ahora, otra vez en escena. Ante Bolivia en el tramo final, el gol de la derrota; ante Argentina a poco de terminar el primer tiempo, el gol de la derrota. Otra vez los minutos finales. También hemos retornado a los desajustes defensivos, a la falta de concentración. Y más tristeza todavía: hemos perdido el juego colectivo. En el segundo tiempo ante los albicelestes dimos batalla pero no dimos fútbol. Hemos retornado a 2015, a la era pre-Gareca pero Gareca está presente. Entonces, ¿por qué se perdió todo lo ganado? ¿Por qué se ha derrumbado una selección mundialista?
Existe una regla invariable: nunca el deterioro se da de la noche a la mañana. Es un proceso el que diluye las virtudes. En el caso peruano está a la vista: dirigencia corrupta, cancelación de los torneos juveniles, equipos profesionales sin divisiones menores y la lista es larga. Pero existe un detalle específico en la intimidad de la selección peruana y tiene que ver con la cabeza. Y antes de anotarlo cabe una acotación: los ignorantes se reirán del argumento y tendrán razón en reírse, pues, son ignorantes y nada se puede hacer con eso.

El más grave error de Gareca es haber echado de la selección al psicólogo deportivo Marcelo Márquez. Un despido hasta ahora no explicado. ¿Recuerdan que en el proceso a Rusia 2018, lo más notorio fue el cambio de mentalidad de los jugadores? Se recuperó la autoestima, se aprendió a jugar de igual a igual en cualquier cancha, se obtuvo concentración en el juego y se supo remontar momentos adversos. Ahora que Márquez no está, volvieron esos defectos: el temor, la ausencia de fortaleza anímica y, de la mano con ello, la falta de concentración.

Hay muchos que no creen en la vital importancia del trabajo del psicólogo cuando hablamos de un profesional en serio y no un coach ontológico, ese invento de los chantas. Allá los que no creen. En ONCE preferimos creer en la enseñanza que dejó Johan Cruyff, un hombre que fue la gran figura de un equipo que revolucionó el fútbol mundial Holanda 1974, la Naranja Mecánica; un hombre que creó el Dream Team del Barcelona y dejó las bases para el fantástico ciclo del Barcelona de Pep Guardiola y Messi. Ese sabio futbolístico en la cancha y en el banquillo de técnico, fue Johan Cruyff y fue él quien dejó estas dos enseñanzas que habría que esculpir en la oficina de Ricardo Gareca:
“Para muchos, el fútbol se juega con los pies. Para mí, se hace con la cabeza y se usan los pies”
“El fútbol es un juego que se juega con el cerebro. Debes estar en el lugar adecuado, en el momento adecuado. Ni demasiado pronto ni demasiado tarde”.

Eso está pasando con el Perú, el cerebro no está en el lugar adecuado ni en el momento adecuado. Gareca no lo quiere entender porque se enoja cuando se le recuerda a Marcelo Márquez. Y aquí estamos con el alma perdida en la cancha. No decimos que la ausencia de Márquez sea la exclusiva razón, decimos que hoy está ausente una de las piezas clave del ciclo anterior. Revisen todos los partidos y los errores de la selección peruana en estas eliminatorias y verán que no es un disparate lo que estamos diciendo. La concentración y la actitud están en la cabeza y no en otro lugar. Y para eso existen los psicólogos deportivos.

Noche triste, ésta en Buenos Aires. Se estrenó un tango que no queremos oír: “Por un travesaño”. Y fue la noche más triste porque hubo escena que es un símbolo. Jefferson Farfán picando con toda la fuerza posible de sus gastadas rodillas, corriendo con la fe de los viejos tiempos, encarando con la firmeza de sus grandes épocas y entregando, como el combatiente en su última batalla, ese penal que habría cerrado la noche con inmensos aplausos para Jefferson y habría estampado sobre el Estadio Monumental el antiguo y digno sello que recuerda que Perú es la sombra de Argentina, aunque la soberbia no les permita guardar el debido respeto.
Ahora, volvemos a desempolvar la calculadora y ojalá en el comando técnico hagan una pausa y replanteen todo porque hay algo innegable: con muy poco estuvimos para el empate. Significa que la esperanza es posible.
Así está la tabla:

¿Cómo siguen las Eliminatorias?
Fecha 13
Uruguay – Argentina
Perú – Bolivia
Brasil – Colombia
Paraguay – Chile
Ecuador – Venezuela
Fecha 14
Colombia – Paraguay
Venezuela – Perú
Bolivia – Uruguay
Argentina – Brasil
Chile – Ecuador
Fecha 15
Colombia – Perú
Venezuela – Bolivia
Paraguay – Uruguay
Chile – Argentina
Ecuador – Brasil