Las puertas estaban cerradas. Todas las luces apagadas. En los oídos retumbaban los llamados al vuelo de retorno. Y tuvo que ser el genio el que se encargase de convertir la pesadilla que empezaba a asomar, en alegría, en felicidad, en esperanza. Messi y ese disparo cruzado y potente desde fuera del área, iluminó el mundial entero porque él ha logrado que su Argentina sea el equipo con hinchas propios e hinchas en todo el planeta.
Quizá el sello más notorio del equipo argentino es que avanza de la mano de los errores y correcciones de su inexperto técnico. Scaloni cree que está comprometido con los jugadores que participaron en el ciclo que los llevó hasta Qatar 2022 y no entiende que un mundial es un torneo de apenas siete partidos que se juegan a vencer o morir. Los compromisos y los afectos no cuentan, solo sirven los que están jugando mejor aunque hayan aparecido recién. Esa es una de las razones por las que no convocó a Garnacho el delantero del Manchester United que tanta ayuda habría dado para evitar la lentitud de los albicelestes, pero Scaloni, de tanto creer en los compromisos con el pasado, ha hecho posible que Argentina logre un récord inédito: es el único equipo que debutó recién en el minuto 56 de su segundo partido.

Ese minuto fue clave. Como se le venía la noche y el despido, Scaloni decidió, por fin, poner en el campo a Enzo Fernández y a Julián Álvarez y el ritmo de ese equipo lento, pausado, temeroso de atacar cambió totalmente y Argentina empezó a ocupar el campo mexicano. Hasta ese momento habían jugado defensivamente como si el cero les sirviera. Con un pase del ingresado Fernández a Di María y éste a Messi dibujaron el primer gol. Con la movilidad y velocidad de Julián Álvarez empezaron a desacomodar a la defensa de los charros y lograron el córner que dio lugar a que Fernández anotará un golazo espectacular como diciéndole a Scaloni “el titular soy yo”.

A partir del minuto 56, recién Argentina empezó su tarea de evitar la eliminación. Recién entendió que había que jugar buscando el arco de enfrente, recién adelantó sus líneas y presionó a México en su propio campo. Queda claro que Argentina no es candidata al título pero si tenemos en cuenta la suerte que ha tenido de jugar un partido y medio a nada y seguir con vida, quizá termine llegando a la final. También, claro está, se puede volver antes. En eso, digamos que es reflejo de cómo anda el hermano país argentino: desperdician oportunidades y terminan en crisis. Tienen un genio impresionante como Messi y en cinco mundiales nunca armaron un equipo alrededor de él —ya lo había enseñado Pep Guardiola en el triunfal Barcelona—. Y así están. Casi se van y aún les queda el encuentro ante Polonia para ver si siguen.

Tienen todo pero les encanta vivir en crisis y eso se debe a que los argentinos viven fuera de la realidad. Esta semana la prensa televisiva argentina fue un circo. Hicieron todas las hipótesis posibles, hablaron disparate y medio al punto de que algunos —Oscar Ruggeri, entre ellos— pedían que no se hagan cambios en el equipo.
Lo que sigue quizá muestre un rápido aprendizaje de Scaloni o tal vez siga la insistencia en los errores. Quizá el DT argentino sea peronista, en cuyo caso el futuro no será de goles ni victorias sino de crisis por lealtades mal entendidas. Lo sabremos cuando llegue el partido ante Polonia este miércoles a las 14:00 horas. Mientras tanto, alcanza con la enorme alegría que dieron esta tarde porque lo único indiscutible es que a Messi le debemos tanto buen fútbol, tanto deleite que queremos que gane aunque el equipo no juegue bien.