El show empezó días antes del viaje a Buenos Aires. Agustín Lozano ordenó que le preparen apariciones en diversos medios. Las entrevistas tuvieron el mismo corte. Ninguna pregunta incómoda y destinadas a mostrarlo como un dirigente con toda la voluntad de lograr la continuidad de Ricardo Gareca. En realidad, la intención fue otra. Buscó crear esa imagen falsa como un escudo para su intención real: dejar fuera de juego al exitoso técnico de la selección peruana.
Para quien tenga la ingenuidad de dudar basta decirle que si Lozano hubiese querido mantener la vigencia del ciclo Gareca, no tenía necesidad de viajar a Buenos Aires porque en los días anteriores hubo todo el tiempo necesario para llegar un acuerdo. No lo hubo porque Lozano no quiso y el técnico argentino siempre cortés y sin estridencias eligió tomar el avión y marcharse harto del estilo falso de Lozano. Gareca se fue llevándose hasta la mascota porque entendió que, en las reuniones en la Videna, el lenguaje de Lozano oscuro y lleno de idas y vueltas, era un anuncio de que el dirigente estaba tirando la pelota fuera de la cancha.

Por eso, al ver que Gareca se marchó a su país, Lozano convocó a sus complacientes periodistas para que lo ayuden a crear la imagen de que él quería de todas maneras la renovación de Gareca —“No hay plan B”, llegó a decir—. Era un show. Pero hay dos cosas que Lozano no calibró. La primera que nadie le cree diga lo que diga y aunque su dulce prensa adicta se esmere no puede lograr darle credibilidad al revendedor de entradas. El segundo punto es que Lozano tiene una enorme ineptitud solo comparable a la ineptitud del presidente Pedro Castillo y por esa razón su actuación en Buenos Aires lo puso al descubierto.
Para el objetivo de dejar fuera de juego a Gareca, Lozano decidió viajar junto a una curiosa delegación. Llevó al secretario de la FPF, Jean Marcel Robilliard, para cumplir con la formalidad de llevar a un hombre de la institución y añadió a José Carlos Isla Montaño, dirigente del Juan Aurich, club en la quiebra y en segunda división y a Arturo Ignacio Ríos Ibáñez, presidente del modestísimo club Atlético Grau de Piura y oscuro socio de Lozano que recibe cada mes 100 mil dólares de la tesorería de la FPF supuestamente destinados al club Grau. Lo que pasa en el camino con ese dinero lo saben ellos.

Con esta comitiva, Lozano se alojó en el lujoso Hilton Buenos Aires, un hotel ubicado en el exclusivo barrio de Puerto Madero. Dos cosas llaman la atención. No llevó ningún abogado experto en negociación sino a dos dirigentes provincianos que son abogados que ejercen en Chiclayo y en Piura sin mayor brillo ni trayectoria profesional y a cargo de clubes quebrados. Pero lo que más llamó la atención es que prescindió totalmente de la participación de Juan Carlos Oblitas olvidando que es el personaje que tiene más cercanía y diálogo con Gareca. Como se sabe, Oblitas fue quien tuvo un rol esencial la primera vez que Gareca aceptó firmar por Perú y luego, a lo largo de los últimos siete años, fue el hombre que apagó los incendios las veces que el técnico argentino se hartó de la informalidad de Lozano. Entonces, ¿por qué Lozano no convocó a Oblitas que era la persona ideal para interceder entre las partes y llegar a un buen acuerdo? Por una sencilla razón: Lozano estaba decidido a que Gareca se marche. Luego veremos la razón central de esta oscura decisión del titular de la FPF.
Otro aspecto que desnuda la intención de Lozano para retirar a Gareca del comando de la selección es que no cumplieron con lo que usualmente ocurre en una negociación: escuchar la posición de la otra parte, llevar varias alternativas de solución y tratar de acercar posiciones. Nada de eso ocurrió. En la primera reunión celebrada en el hotel Hilton, sin la participación de Lozano, su comitiva puso sobre la mesa directamente una propuesta agresiva: reducción del 40% del salario y la anulación de premios por logros conseguidos. Con el agravante de que el día anterior se habían encargado de filtrar la reducción del 40% con la intención de ir generando malestar.

La filtración que señalamos existió por el lado de la FPF. En el caso específico de ONCE, un periodista nuestro, Daniel Yaipén, recibió la llamada del colega argentino Mariano Pasini consultando sobre la irracional propuesta de quitarle casi la mitad del sueldo al técnico que generó el ciclo peruano más exitoso en lo deportivo y en lo económico.
No solamente no llevaron alternativas para un acuerdo sino que Arturo Ríos—que recibe cada mes 100 mil dólares entregados por Lozano desde la FPF— se comportó con ánimo beligerante en las dos reuniones celebradas con el representante de Gareca, el abogado Mario Cupelli.
Asimismo, el comportamiento malcriado de Lozano fue otro mensaje como anuncio de que la idea era no llegar a un acuerdo. En efecto, en la primera reunión Lozano asomó únicamente para decir que los negociadores serían Robilliard, Ríos e Isla y tuvo la descortesía de no saludar al abogado Mario Cupelli.

A pesar del desplante y como un gesto de buena voluntad y muestra de la intención de diálogo, Cupelli les pidió que aceptaran una invitación a almorzar en el exclusivo restaurante Estilo Campo, ubicado a escasas cinco cuadras del hotel pero Lozano se negó a aceptar la invitación con lo cual siguió creando un ambiente para llegar a una ruptura.
A la segunda cita el máximo dirigente de la FPF no se apareció para nada, ni siquiera para expresar un saludo de buena voluntad. Ese segundo día de negociaciones se llevó a cabo también en una sala de reuniones del hotel Hilton y los supuestos negociadores no solamente insistieron en el descuento del 40% de los ingresos y la anulación de premios sino que añadieron la exigencia de reducir a los integrantes del comando técnico. El abogado Cupelli entendió que el mensaje era “Queremos que se vaya Gareca” y la reunión culminó sin ningún acuerdo.
El pérfido show de Lozano tendría un capitulo más. Al tercer día, pidió hablar telefónicamente con Ricardo Gareca pero este se negó. Era obvio que el revendedor de entradas quería utilizar la comunicación para después usarla como argumento de que “hizo el esfuerzo hasta el final”. Hombre sereno frente a sujetos como Lozano, el DT optó por no dejarse utilizar.
¿Por qué Lozano buscó que se fuera Gareca? La respuesta se encuentra en el informe https://once.pe/las-razones-por-las-que-lozano-no-quiso-renovar-a-gareca/ que ONCE publica en esta edición.