En enero de este año, la primera conferencia de prensa de Setién pareció ser un anuncio de lo que terminó ocurriendo: el cargo tenia para él una medida ajena a su talla. Dijo: “Ayer estaba paseando al lado de las vacas en mi pueblo y hoy estoy entrenando al Barcelona”. La declaración tenía la sinceridad de un provinciano que había llegado desde el pequeño pueblo de Liencres que alberga a 3.500 habitantes a las orillas del Cantábrico, a 17 kilómetros de Santander. Pero en el inmenso mundo del Barcelona generó la burla de algunos medios y otro tanto en un plantel que tiene integrantes que provienen del elegante estilo de Guardiola y otros que han sido entrenados por técnicos de alto nivel.
El diario Marca en su momento le recordó al ingenuo Setién que “El toro es de lidia. El cántabro tendrá que gestionar un vestuario plagado de miuras, con un poder que ha ido creciendo en los últimos años gracias al dejar hacer de Valverde, que en muchas ocasiones se vio entre la espada y la pared por esa magnanimidad. Los días libres, los retrasos de ciertos jugadores, la vida extradeportiva de otros, la actividad fuera de los terrenos de juego de miembros del vestuario con mucho peso”.

Era evidente que Setién no tenía ni los pergaminos ni la personalidad para tener la autoridad que un técnico necesita para conducir un equipo que está catalogado entre los tres mejores del planeta. La situación es tan complicada en el Barcelona que un hombre de la casa como Xavi declinó el ofrecimiento de convertirse en técnico. Ansía esa posición y sabe que va a llegar a ella pero Xavi sabe y puede esperar pero Setién entendió que ese tren no volvería a pasar por su pueblo y se subió a un tren bala que lo terminó arrollando.
Tampoco evaluó lo que un informe del periodista Kike Marín en el portal El Confidencial puntualizó de manera muy directa: “Llevo mucho tiempo, prácticamente desde la marcha de Pep Guardiola, denunciando que los enemigos del modelo de juego del Barça están dentro del propio Barça. Algunos, en el mismísimo vestuario, donde uno o dos futbolistas, y sobra nombrarlos, aglutinan tanto poder que lo han convertido prácticamente en ingobernable. Pero el mayor cainismo está en la directiva” Y allí ingresan los otros actores de esta crisis: el presidente Josep María Bartomeu y sus compinches que han configurado una de las peores directivas que ha tenido el Barcelona en su historia.

“Su empeño por acabar —señala el periodista Marín— con todo lo que ‘oliera’ a Guardiola se ha cargado desde el llamado estilo, al gran trabajo de cantera que garantizaba que el primer equipo tuviera dónde repostar en pleno vuelo, sin tener que salir al mercado a lo loco como hizo en el de invierno por la baja de Luis Suárez o baraja hacerlo estos días por la enésima lesión de Dembélé”.
Si en algo han tenido una enorme torpeza los dirigentes ha sido en la pésima elección de los jugadores. Durante la gestión Bartomeu llegaron Coutinho y Dembélé con un costo de 280 millones de dólares entre los dos y cero respuesta deportiva y se nombró como director deportivo a Éric Abidal cuyo mirada para elegir jugadores padece de profunda miopía, además, su tacto es inexistente a punto que Messi tuvo que salir a ponerle los límites que no supo respetar a pesar de haber sido jugador del equipo. A raíz de esa discrepancia , Jordi Alba terminó diciendo: “Ya nos tiran bastante mierda desde fuera como para tirarnos mierda entre nosotros”.
De aquel tiempo espectacular creado por Guardiola que encumbró al equipo azulgrana a las mayores alturas y a la admiración mundial, ya no quedan sino retazos. El estilo de juego, el vestuario concentrado en el trabajo, las divisiones inferiores, las incorporaciones planificadas, son ahora parte de una historia que se encargaron de destruir los dirigentes.
En realidad, Setién más que un culpable es una víctima de su propia ingenuidad. Lo expresa muy bien el citado periodista Kike Marín, conocedor de las interioridades del Barcelona: “Sé que es fácil decirlo desde fuera y que el 99% de los entrenadores habría hecho lo mismo que él, pero Quique debería haber pensado por qué Xavi Hernández había rechazado la oferta de coger a este Barça. Puede que lo hiciera, pero le dio igual. Y ese es el gran error. No de Setién, quien está cumpliendo un sueño que acaba en pesadilla. El error, uno más, fue de los dirigentes del club catalán, que no saben lo que quieren o directamente no quieren saber”.
¿Cuál será el capítulo siguiente? No lo saben ni en el propio Barcelona. No lo sabe ni Messi, el eterno salvador.