Una frase de Diego Armando Maradona, resume el episodio ocurrido el día viernes y que llevó a la suspensión de la Liga 1 que se reiniciaba: se les escapó la tortuga. ¿A quienes? A la comisión que maneja la Liga 1 bajo la batuta de Agustín Lozano, el presidente de la FPF, y al ministerio del Interior que tiene a la deriva la organización de la Policía Nacional.
Es cierto que el desborde de un sector de los hinchas de Universitario de Deportes es censurable, tanto por la medianoche con fuegos artificiales festejando el 96º aniversario de uno de los clubes más grandes e históricos del país, así como por la irracional manifestación convocada para acompañar a los jugadores al Estadio Nacional en una época en que el Perú se encuentra entre los países más afectados del planeta con un atroz saldo de muertos y contagiados.
Es cierto y censurable. Pero también es verdad que el Perú tiene una sociedad informal en la cual las reglas no se respetan y esa informalidad hace que grupos sociales decidan por ellos mismo sus propias actividades. Es aquí donde se les escapó la tortuga a la FPF y al gobierno que tiene a la Policía Nacional sin recursos, sin mandos claros y sin moral por el abandono que les propinó en la cuarentena por la Covid-19.

La tortuga de la Liga 1
El día miércoles 5, el presidente de la FPF, Agustín Lozano, fue advertido por lo menos por tres voceros de que los hinchas de la “U” harían actividades que podían perturbar el reinicio del torneo profesional peruano. No era un misterio ni una información confidencial la que le alcanzaron a Lozano. Fueron hechos concretos. De un lado, un mensaje que circulaba en las redes sociales y en el que se podía leer: “Este viernes iluminemos el cielo del planeta crema”. De otro lado, en el mundo del fútbol, se sabía que los hinchas cremas estaban organizando concentraciones para movilizarse por dos motivos: el festejo por un aniversario de Universitario —celebración que se realiza todo los años el 7 de agosto y, por lo tanto, no era ninguna novedad— y el retorno del fútbol tras un largo receso de cinco meses.
Enterados Lozano y los miembros que manejan la organización de la Liga 1 optaron por una actitud que parece haberse puesto de moda en el país actual: el estilo burocrático. Para ellos, su única obligación era el cumplimiento del protocolo sanitario y deportivo dentro de los estadios. Y nada más.
El titular de la FPF, Agustín Lozano, se olvidó por completo de que junto a los equipos se encuentran los hinchas y no dispuso ninguna campaña previa que enviara mensajes señalando que volvía el fútbol pero que los hinchas debían quedarse en casa y seguirlo por televisión. No hubo mensajes en ese sentido para anunciar que estaba prohibido acercarse a los estadios. Y luego de la madrugada con fuegos artificiales, a Lozano y a su entorno no se les ocurrió coordinar con la policía un plan de prevención para evitar lo que ocurrió.

Su incompetencia se hizo notoria cuando fue entrevistado en radio Exitosa en el programa del periodista Nicolás Lúcar. Sostuvo que no le compete nada de lo que suceda fuera de los estadios, justificó a los barristas diciendo que los conoce y que tiene diálogo con ellos y que se trata de un colectivo razonable que “incluso tiene a profesionales”, aunque al verse acorralado con las repreguntas terminó pidiendo que “la policía investigue de dónde viene esta convocatoria y quiénes son esas personas. Son personas que no solo están faltando a los protocolos, sino que son personas de mal vivir y la policía debe intervenir”. Lozano terminó con un infeliz pedido de alguien que, en teoría debe velar por el fútbol: exigió que los efectivos policiales repriman con dureza a los hinchas. Su frase exacta fue: “Deben ser más agresivos para poder controlar”.
La prueba más nítida del incompetente estilo burocrático de Agustín Lozano se encuentra en el documento que colgamos a continuación y a través del cual se puede conocer que el 22 de julio y el 30 de julio, el presidente de la FPF le indicó al gerente de Seguridad de la federación general PNP (r) Abel Gamarra, que solicite al Ministerio del Interior protección policial para los partidos que se iban a jugar en el reinicio de la Liga 1. El director general de Gobierno Interior, Ciro Zavaleta, le contestó a la FPF que al reanudarse las actividades deportivas sin espectadores no correspondía aplicar el control de orden público en los estadios. Y de manera explícita el Ministerio del Interior les señaló que la FPF “en su condición de organizador del referido evento deportivo” debería “coordinar con los representantes de los clubes deportivos profesionales para que insten a sus barristas y/o hinchas evitar concentraciones de personas que podrían significar un elevado foco infeccioso”.

¿Qué hicieron Lozano y su comité que dirige la Liga 1? Nada. Para el hombre que maneja la FPF no existe la opción de una propuesta de prevención. Por eso, su anuncio afirmando que “la Federación va a garantizar el cumplimento de todos los protocolos como lo ha venido haciendo de forma estricta” es una evidencia de que no ha entendido el asunto. No se trata exclusivamente de protocolos sino también de planes de prevención como ocurre en todo el mundo cuando de fútbol se trata. Quizá su declaración más cierta esté contenida en esta frase: “Tal vez fue un descuido, se nos pasó a todos”.
Al final, la tortuga que la FPF y los responsables de la Liga 1 dejaron escapar les explotó cuando el Instituto Peruano del Deporte (IPD) con el aval del gobierno, anunció, el mismo viernes, la paralización del torneo apenas 90 minutos después de haberse reiniciado con el partido entre Universitario (0) Cantolao (0).
La tortuga del gobierno
El gobierno insiste en señalar que, en todos los ámbitos, el problema de la seguridad ciudadana está bajo control y que cada día trabajan para garantizar que no existan problemas. Es tan solo un discurso como lo puede comprobar la población. En el caso específico del fútbol, la Policía Nacional, por falta de recursos y por falta de liderazgo —téngase en cuenta que entre abril y agosto de este año han juramentado tres ministros del Interior— ha sufrido la desactivación de los equipos de Inteligencia que tenían a su cargo la previsión y el control de las movilizaciones de los hinchas o de los barristas violentos.
Para ese control tenían equipos que, a su vez, contaban con una red de informantes que les permitían controlar los puntos de concentración en los barrios y así evitar que se desplacen hasta los estadios a causar desmanes. Para el retorno del fútbol —que el presidente Vizcarra utilizó en sus conferencias de mediodía a sabiendas del rédito político— a nadie en el gobierno se le ocurrió tomar previsiones mínimas o, al menos, restituir algo del personal desactivado para las manifestaciones futbolísticas. No hay que olvidar que el gobierno convirtió a la policía en un ente que, primero, se dedicó a detener a los ciudadanos que se movilizaban durante la cuarentena y luego, cuando aparecieron los reclamos por los miles de efectivos policiales contagiados o muertos por coronavirus y sin equipos adecuados, los dejó a la deriva y sin resolver las denuncias por corrupción.
En ese contexto, ocurrió que una tortuga fue más veloz que el gobierno de Vizcarra. Días antes de la madrugada del viernes pasado cargada de fuegos artificiales, bengalas y cohetones, circularon en la redes sociales mensajes en claves sencillas de descifrar. Uno de ellos decía: “Iluminemos el cielo del planeta crema”.

Nadie tomó en cuenta esos mensajes. Aunque, admitamos que, en las circunstancias actuales, no era posible desactivar los fuegos artificiales que se encendieron en medio del toque de queda en distintos puntos de la ciudad. Pero, lo ocurrido en la tarde del viernes, es una muestra de que el Ministerio del Interior no está en condiciones de ejercer un real control. Veamos todas las señales previas que existieron sobre lo que finalmente terminaría ocurriendo en la previa del partido Universitario versus Cantolao.
El viernes, a las 11 de la mañana, en el Salón de Trofeos del Estadio Lolo Fernández, se realizó una conferencia de prensa convocada por José ‘El Puma’ Carranza para anunciar el lanzamiento de su ONG llamada “Asociación de jugadores y ex jugadores del Club Universitario de Deportes”, una organización solidaria para atender a los jugadores que se encuentren en problemas económicos. A dicha conferencia, asistieron, además del ‘Puma’, Luis Guadalupe, Paolo Maldonado, Eusebio Acasuzo, Miguel Seminario y Martín Rodríguez. Fue un acto público y con cobertura de prensa. En dicha conferencia, el programa “Hablemos solo de la ‘U’” de Adolfo Palao, entrevistó a los ex jugadores cremas Acasuzo, Seminario, Guadalupe y Carranza y todos ellos pidieron a los hinchas que se queden en casa, que no vayan al estadio y lo vean por televisión. Este pedido fue hecho por las figuras de la “U” porque conocían que había un sector de barristas que se iban a movilizar. La trasmisión de “Hablemos solo de la “U” salió en vivo a las 12: 15 del mediodía.

Desde las tres de la tarde grupos de barristas de Universitario se empezaron a reunir y aglomerar, sin las obligatorias mascarillas y sin respetar el distanciamiento social en las cercanía del Hotel Holiday Inn, en San Isidro, para “alentar” a los jugadores que debían partir rumbo al Estadio Nacional. Peor aún, durante la llegada del bus al recinto deportivo, por la avenida Petit Thouars, decenas de hinchas se juntaron, enarbolaron banderas, prendieron bengalas e, incluso, reaccionaron con violencia contra la policía que intentó dispersarlos.
Si en la madrugada previa había existido la irracional celebración con fuegos artificiales, era evidente que en las horas anteriores al partido iban a existir otros movimientos. Nadie en la policía supo identificar los lugares de concentración previa. A su vez, el ministro del Interior y ningún miembro de su equipo, supieron descifrar que el retorno del fútbol era el retorno de una actividad con expresión colectiva a veces pacífica y, a veces, no.
De acuerdo a las indagaciones efectuadas por ONCE, quien sí logró percatarse el día viernes de lo que estaba ocurriendo fue el presidente del IPD, Gustavo San Martín. Tomó el teléfono e intentó comunicarse con la Policía y con el Ministerio del Interior en más de una oportunidad para evitar que los hinchas llegasen al hotel de concentración en San Isidro y al Estadio Nacional, pero nadie le respondió el llamado.

Había recibido la información que también llegó a la FPF y quiso evitar lo que terminó ocurriendo. Cuando los desmanes acapararon la atención de los medios y la indignación ciudadana se empezó a expresar en las redes, el titular del IPD recibió un severo llamado desde la Presidencia del Consejo de Ministros —el IPD es un ente adscrito al Ministerio de Educación— preguntando por su responsabilidad en los desmanes que se estaban difundiendo y que afectaban la imagen del gobierno y el flamante gabinete ministerial. Gustavo San Martín pudo conservar su cargo como presidente del IPD porque mostró la evidencia de las llamadas que oportunamente había realizado desde su celular y que no fueron atendidas desde el Ministerio del Interior.
Lo cierto es que, era imposible que el actual gobierno pueda evitar un episodio como el protagonizado por un sector de hinchas cremas porque se trata del mismo gobierno que no ha sabido entender el funcionamiento de los grupos sociales del país. El que ordenó la cuarentena estricta a familias que no tienen refrigeradoras y viven al día; el que no supo tener un plan de prevención de contagios en los mercados y en los puntos de aglomeraciones de gente. Esta vez, siguieron la misma línea. Nadie de los encargados del tema tuvo la visión de proyectarse ante cualquier eventualidad.
Y en medio de todo un capítulo más que saca al fútbol peruano de las canchas y lo lleva a escenarios en los que no debería estar presente.