“Cuando yo jugaba en la Liga de Rio Cuarto tenía sueños como todo pibe de 16 años, pero nunca imagine que el fútbol me iba a llevar a vivir, consolidarme, tener familia y hacer historia en otro país. Imagínate que ni Buenos Aires conocía y de un día para otro me habían vendido a Perú (risas), recién cuando estuve acá, caí en cuenta que podía vivir del fútbol y me comencé a alimentar, vestir y vivir como un futbolista profesional” recuerda Sergio “El Checho” Ibarra en esta charla con ONCE.
¿El goleador nace o se hace?
Mira, hasta hace unos años cuando me hacían esa pregunta contestaba que nacía, porque los que sabían de fútbol decían que la ubicación y ese “imán” para que la pelota te llegue era innato. Hoy en día y con la evolución del fútbol yo creo que nace, pero también se tiene que trabajar porque el goleador ya no puede ser sólo ese lauchero, que esperaba estático en el área los centros o que le lleguen los balones para definir. El fútbol de hoy te exige que participes más del juego.
¿Qué cualidades o características tiene que sumar el 9 actual con relación al de hace 2 o 3 décadas atrás?
El centro delantero actual tiene que saber como rebotar, descargar correctamente, jugar de pívot, hacer buenos movimientos para atacar el vacío, aguantar el balón para que su equipo salga y tome aire, etc. Son varias funciones más que el técnico te encarga, además de cabecear y disparar bien al arco.
Partiendo de tus reflexiones y tomando en cuenta que Santiago Ormeño ya tiene 28 años ¿Crees que es un jugador que pueda llegar a sumarle a la selección peruana?
Mira, a mi me tocó comentar el partido para la televisión y mucha gente me criticó porque yo hice hincapié en las cosas que Ormeño no estaba haciendo bien y que necesitaba hacer para aportar al juego en conjunto. Yo no lo critico porque tenga algo contra él, al contrario, quiero que sume a la selección, pero si yo que he jugado en esa posición no lo hago notar para que estoy ahí.

¿Qué fue exactamente lo que señalaste?
Que le faltaba saber rebotar, descargar, proteger el balón, hacer los movimientos de diagonales atacando el vacío, para que no se lo coman los centrales ecuatorianos, que valgan verdades son muy buenos. Si tú sabes que no eres muy veloz tienes que anticipar el movimiento del compañero para poder llegar a las jugadas. Santiago es un 9 alto, fuerte, que cabecea bien y tiene técnica para definir, pero para poder adaptarse al juego de la selección peruana, necesita sumarle esos movimientos del fútbol moderno que te comente líneas arriba. El equipo de Gareca tiene mucha técnica y habilidad pero no es sencillo ser el 9 de la selección peruana.
¿Por qué lo dices?
Porque por la forma de jugar necesitas un 9 que cumpla con casi todos los requisitos que hemos venido mencionando. Que sepa luchar sólo, aguantarla, descargar, asociarse y además definir las opciones que tenga, que no necesariamente son muchas en un partido. Ahora la valla es alta porque antes hemos tenido a un Paolo Guerrero, cuando no estuvo él se hizo cargo Jefferson y ahora nos cayó del cielo Lapadula. Pero ojo que no son el tipo de jugadores que abunden o se encuentren fácilmente.
Paolo y Jefferson tienen ya 38 años y esta es su última clasificatoria, Gianluca tiene 32 y debería quedarle restos para una o máximo dos más ¿A quién ves tú que viene detrás para acompañar a Lapadula en la siguiente y quedarse con la difícil misión del ser el 9 blanquirrojo?
Mira, ahorita al único que veo en ese camino es a Alex Valera, de ahí volteas a ver a la Liga 1 y lamentablemente ves una escasez grande de nueves nacionales, casi todos son extranjeros, es un déficit muy preocupante que venimos arrastrando algunos años ya. A mi me gustaba Matías Succar porque es un nueve que sabía posicionarse en el área, estaba aprendiendo a marcar bien los movimientos y asociarse con sus compañeros. Además que tenía buena técnica para definir, pero se fue a una liga donde le perdimos el rastro y encima juega muy poco. Ojalá pronto pueda dar el salto a un medio que tenga más exposición para que recupere ritmo de competencia, él es muy joven aún y tiene mucho por recorrer.

¿Consideras que a los 28 años es muy complicado para Ormeño que incorporé nuevas cualidades y movimientos a su juego?
Para nada, él esta muy a tiempo de sumarle eso a su juego y ser muy importante para la selección peruana. Es más, si él evalúa lo que le esta faltando y trabaja para agregarlo a su juego, te apuesto que en México va a hacer muchos más goles de los que hace actualmente. Con 28 años aún tiene cuerda para rato y créeme que he visto casos.
¿Cómo cuales?
Para comenzar te pongo mi caso, cuando tuve a Franco Navarro yo tenía 34 o 35 años y me enseñó como rebotar para ganar faltas y como cubrir aún mejor la pelota de espaldas. Otro caso es el del ‘Flaco’ Orejuela, él ya tenía más de 30 y siempre había jugado muy bien por bandas, yo le vi potencial de nueve y me puse a trabajar con él cuando fui técnico de Cienciano. Se cansó de hacer goles en lo que le quedó de carrera, recuerdo que me decía: si hubiera jugado de nueve desde el inicio, hubiera llegado a los 300 goles.

Volviendo un poco a tus inicios entiendo que te vendieron y te enteraste luego ¿Qué pensaste en ese momento y porque te decidiste a venir a un país del cual no conocías nada?
La verdad que sí, yo recuerdo que jugamos un clásico el domingo con el Atenas, frente al Estudiantes de Rio Cuarto que ganamos 3 a 1 con dos goles míos, pero no sabía que habían empresarios en la tribuna. Los lunes que nosotros descansábamos, la directiva con el empresario hicieron todo el trámite, y el martes cuando llegué a entrenar luego del laburo me dice el utilero ¿Qué haces acá? ¿No sabes que te vendieron? Tenes que ir al club que allá te esperan.
¿Cuál fue tu reacción?
Casi sin pensar cogí mi vieja bicicleta con la que hacía de Cadete (una especie de delivery) para una farmacia y me fui manejando al club entre sorprendido, nervioso y asustado.
¿Qué pasó cuando llegaste?
Ahí estaban los directivos, Cacciatore —empresario peruano amigo de los Nicolini— y el gordo Ferrarese que después vino como técnico de menores a Universitario, tenían todo listo para que venga a Ciclista Lima. Habían ofrecido 5 mil dólares por mi pase y sólo faltaba la firma de mi padre, porque yo con 18 en Argentina aún era menor de edad.
¿Qué dijo tu familia?
Yo estaba cag… de miedo y sólo atinaba a seguir las indicaciones que me daban. Me subieron a un auto lujoso y me dijeron: vamos para hablar con tus padres. Recuerdo que les dije seguros que quieren entrar a mi barrio con este auto (risas) pero ellos insistieron. Cuando llegué mi papá no estaba y mi mamá no quería dejarme ir, yo sólo había viajado con el Atenas a provincias cercanas a jugar y regresaba, ni Buenos Aires conocía.
¿Qué pasó cuando llegó tu papá?
Si bien al principio le costó un poco asimilarlo terminó por aceptar. La oferta era muy buena y nuestra situación económica difícil, solo teníamos dos piezas (habitaciones) una que era nuestra sala/comedor y la otra que era nuestro cuarto donde dormíamos todos, mis padres y los cuatro hijos. Mi papá me dijo que vaya y diera lo mejor de mí, él era 9 como yo y tuve el placer de jugar con él en torneos amateurs antes de venir a Perú. Lo más gracioso es que el pago fue en dólares y esos billetes en Rio Cuarto no los conocíamos ni por televisión (risas).

¿Cuándo llegaste a Lima que fue lo primero que te impresionó?
Yo me enamoré de Lima apenas llegué, fue como amor a primera vista (risas). Recuerdo que me hospedaron en el Hotel Petit Thouars en Miraflores y me gustaba mucho salir a pasear y conocer la ciudad. Lo único que me asustó y estuve a punto de regresarme del susto fue el bombazo que metieron los terroristas en Tarata. Yo estaba viendo tele en mi cama y en eso un remezón tremendo, la televisión explotó y un griterío horrible. Yo no sé como pero estaba abajo en la recepción recag… de miedo, nunca había pasado algo similar en Argentina, sólo quería regresarme. Al día siguiente vinieron los dirigentes de Ciclista Lima a hablar conmigo y me calmaron, recuerda que sólo tenía 18 años y era mi primera vez fuera de Argentina.
¿Y cuándo llegaste a Sullana?
En Sullana si me costaron muchísimo los tres primeros meses. No te voy a decir que me pasaron cosas horribles, pero si los retos más difíciles que había afrontado en mi corta carrera profesional.
¿Nos cuentas un poco más a detalle?
Lo que pasa es que dan una ley que en segunda ya no podían jugar extranjeros, así que tuve que dejar Ciclista. Me llamaron para ir a una prueba en San Agustín, donde era la figura Alex Magallanes, recuerdo que hice un par de goles y todo bien pero nadie se acercó para mostrar algún interés. En eso apareció un empresario uruguayo el gordo Apolinario que me dijo vamos a Sullana, te tengo una prueba y las monedas están allá, así que me fui con él. Hoy ya mas grande y recorrido creo que él tuvo algo que ver con que en San Agustín no me ofrecieran nada (risas).
¿Qué pasó cuando llegaste para probarte en Alianza Atlético?
El equipo ya entrenaba en el Campeones del 36 con el profe Ronald Amoretti y me llevaron a Querecotillo para pasar una prueba con unos 200 jugadores de la región. El que fue del comando técnico fue un asistente, el viejo Janito que sabía mucho de fútbol. Me hicieron jugar como 3 o 4 partidos en una cancha terrible, con un calor infernal, terminé con las plantas de los pies destruidas por las ampollas, felizmente marqué 7 goles. Ese día me di cuenta de varias diferencias entre jugar en Lima y en provincia.
¿Cómo cuales?
A pesar de que Ciclista jugaba en Segunda nosotros teníamos a Lucho Nicolini, y el equipo estaba al día, todo bien, cuando llego allá yo voy a las pruebas con mis botines Adidas Copa Mundial y me enfrentaba a chicos con chimpunes rotos, zapatillas y hasta descalzos. Al final recuerdo que fuimos con el gordo Apolinario a comer a un chifa y ahí llegó el profe Amoretti con Janito y el viejo le dijo ahí está él, es uno de los 3 que se deben quedar. Es un goleador nato de raza y Ronald dijo: esta bien, hablaré con los dirigentes para arreglar todo.
Iba todo bien ¿Qué pasó después?
El equipo venía mal y el profe prefería apostar por jugadores de experiencia pero no me daba ni un cachito. Imagínate que los jueves que era partido de práctica no arrancaba ni en el equipo B. Me metían faltando 10 o 15 minutos y yo con 19 años desesperado en esos pocos minutos quería demostrar como sea, me veías jugando de 7, de 8, de 11, en cualquier lado menos en mi puesto (risas). Sentía que sino me hacía notar ahí no tendría más chances.

¿Qué pasó luego?
Ya tenía 3 meses en Sullana y todo lo que hacía era hacer físico y dar vueltas al campo porque no jugaba nunca. Yo vivía en la casa del jugador y solo dos o tres compañeros me empelotaban porque no jugaba, imagínate un extranjero que viene y no juega ni en el equipo B. Recuerdo que el equipo venía complicado con la baja y pierde un domingo, el lunes el que administraba la casa del jugador me entrega una carta de rescisión de contrato por bajo rendimiento. Me dice: empaca tus cosas que esta semana tienes que dejar el lugar y el equipo. No sabes, se me caía el mundo, yo no podía regresar a mi pueblo como un fracasado, como iba a mirar a la cara a mi viejo, como podía regresar al barrio. Fueron días terribles para mi que no se los deseo a nadie, lloré mucho pero aún así sabía que tenía que lucharla hasta el final.
Entonces llegó el Tano Bártoli ¿Cómo fue ese acercamiento con él?
El equipo perdió el domingo y el lunes le dieron de baja al profe Amoretti, al día siguiente llegó Lander Alemán con el Tano y lo presentó al plantel. Anímicamente yo estaba muy mal pero había hablado con mi papá sobre la posibilidad de regresarme y me dijo ni lo pienses quédate y lucha por tus sueños. Y eso que no le había contado lo de la carta, no me atreví, el punto es que yo seguí yendo a entrenar y el miércoles el Tano se para al medio del camerino y pregunta ¿quién es el cordobés?… Tímidamente me abro paso entre los compañeros y le digo yo. El viejo me miró y preguntó si jugaba de nueve a lo que yo asentí, se quedó pensando y luego me dijo que el domingo iba a ser titular ante Sporting Cristal.
¿Cómo fueron esos días previos al partido?
Una locura, no podía dormir de la ansiedad, encima el jueves en el partido de práctica alineé en el equipo A y fui un desastre. Las piernas me temblaban y casi ni la toque, una porque casi no jugaban conmigo y las pocas que me quedaban no podía controlarlas bien. Después de ese partido pensé me mandaban de vuelta, sin embargo el domingo cuando llego al camerino veo en mi sitio la número 9 esperándome dobladita… sino me puse a llorar es porque había demasiada gente a mi alrededor.
¿Qué sentimientos te embargaron esos minutos previos a saltar al Campeones del 36?
No sabes, era una combinación de ansiedad con un miedo que me cag…(risas). Cuando levanté la camiseta y la abrí no lo podía creer, estaba tan emocionado que me olvide vendarme (siempre jugaba así) y me puse todo el uniforme completo desde el calentamiento. Ya te imaginarás en ese horno todos calentaban sin polo, a lo mucho un bividí, y yo bien uniformadito. Creo que me lo puse al toque no vaya a ser que se arrepientan (risas).
¿Qué recuerdas de ese partido?
Saliendo del camerino estaba demasiado nervioso, pero poco a poco fui agarrando confianza y mucho más aún después que marqué el primer gol del encuentro. Nosotros veníamos al fondo de la tabla y lo terminamos ganando 2 a 0 a ese Sporting Cristal que arrasaba con todos los rivales. Ese partido, el gol y la oportunidad que me dio el viejito de jugar ese partido, marcó el futuro de mi vida. Si bien yo hice mi trabajo de ahí en adelante, si el Tano no hubiera confiado en mí, no sé que sería de mi vida actualmente.
Pero el Tano casi no te había visto jugar ¿Por qué crees que se la jugó por ti?
No sólo él, casi nadie en Sullana me había visto jugar si sólo paraba corriendo alrededor de la cancha (risas). Hablando en serio hasta hoy, yo creo que él me dio la oportunidad porque era yo argentino, no encuentro otra explicación.
¿Cómo fueron esos cuatro años en Sullana, cuáles son las cosas que recuerdas con más afecto?
El cariño de la gente, eso que tú ves en los ojos que te quieren de verdad. La afición allá es brava porque cuando la cag… te insultan por horas, no tienen cuando acabar (risas), pero después cuando ven que te entregas íntegro por sus colores la cosa cambia, te quieren para siempre. Lo que extraño de la ciudad es ir al río Chira a comerme un buen ceviche de caballa con sus cervezas y compartir con los grandes amigos que dejé por allá. Muchos ex compañeros de la época que jugué por allá y que son de la zona, siempre los visito cuando viajo a ver a mi familia peruana.
Vestiste 14 camisetas en el fútbol peruano ¿Cuáles fueron las tres que más te marcaron y por qué?
Primero, definitivamente Alianza Atlético de Sullana, fue el inicio de la carrera que hice como futbolista y el equipo que me dio la oportunidad de mostrarme como goleador. Además, en lo personal, me regaló lo más importante que tengo que son mi señora y mi familia. Después viene el Cienciano porque todos los futbolistas comenzamos pensando en la gloria y con la camiseta roja del Cusco conseguí ser campeón de la Recopa Sudamericana, venciendo en la final nada menos que a mi Boca querido, que más se podía pedir. En tercer lugar tengo que mencionar al Sport Boys, la interna de ese club, el vestuario es distinto. Me sentí muy a gusto jugando en el puerto y ese ’98 formamos una banda terrible, con muchos chicos jóvenes como Patucho Villanueva, Bratzo Gil y algunos experimentados como el Gaby Silvera y el inigualable ‘Kukín’ Flores el primer semestre. Me atrevería a decir que si Carlos no se iba a mitad del año al extranjero ese año salíamos campeones y le dábamos una alegría inmensa al pueblo chalaco.

¿Cuál fue el defensa más bocón y más rudo que te tocó enfrentar?
Uy, esa pregunta me trae tantos recuerdos, pero te voy a dar un dos por uno porque se trata del mismo. Hablaba y pegaba a la vez, el gran ‘Cuto’ Guadalupe, no sabes la manera que enfrentábamos esos duelos, yo me preparaba mentalmente durante la semana. Apenas entrábamos a la cancha, antes que suene el pitazo inicial, ya nos estábamos puteando y amenazando desde lejos. Cada choque sacaba chispas, eran unos enfrentamientos muy intensos con Lucho, con quién después terminamos teniendo una gran amistad cuando nos tocó ser compañeros de equipo.
¿Cómo y dónde fue ese encuentro?
Fue en el 2009 cuando me llamó Franco Navarro para ir al Aurich de Chiclayo. Yo arreglo con el presidente Oviedo por teléfono y me indican que me tengo que presentar a la pretemporada en el Bosque. Cuando llego me dan mi número de bungalow y entrando veo a Carlitos Zegarra que es mi hermano sentado en la cama y la bienvenida no se hizo esperar, estuvimos largo rato charlando en ese ambiente. Cuando le preguntó donde voy a dormir, me dice adentro hay dos camas, ahí esta la tuya. Me dirijo a mi cuarto y me encuentro en una de las camas en calzoncillo estirado al ‘Cuto’ Guadalupe.
¿Qué pasó entonces?
Yo solté el bolso y le dije: bueno Lucho qué vamos a hacer —yo estaba dispuesto a arreglar las cosas de una forma u la otra— y él no me decía nada sólo me miraba con los ojazos blancos y salidos (risas). Hasta que por fin me dice: “Siéntate por favor. Checho yo sabía que tarde o temprano nos íbamos a cruzar en algún equipo y sé que muchos compañeros que respeto te estiman bastante, aparte que eres un goleador de ptm, así que como capitán te doy la bienvenida, acá cuentas con un compañero y quién sabe más adelante con un amigo”. Y así se limaron las asperezas y fue el inicio de una amistad muy buena. Fue un clic rápido (risas) porque compartíamos muchas cosas en el tema de cómo manejarnos y además convivimos 15 días juntos de pretemporada de arranque, gran persona mi hermanito Lucho.

¿Te sorprendió por su calidad y rapidez?
La mayoría de mis tiempos eran rudos y chocadores, así que yo ya sabía como jugarles para complicarles la vida pero si hubo uno que siempre me complicó con sus anticipaciones, velocidad y calidad, fue el ‘Conejo’ Rebosio. Para que te voy a mentir, el flaco me ganaba muchos duelos y más aún cuando salía del área, ojo que también le entraba a la boquilla, no se chupaba como buen chalaco.
¿Cuál fue tu mejor compañero de ataque y tu mejor asistidor?
He tenido la suerte de jugar con muchos buenos 10 como Julito García en Cienciano, Paolo Maldonado y Grondona en la ‘U’, pero el más bravo de todos fue ‘Kukín’ Flores. Jugar con Carlos era una verdadera delicia, demasiada calidad tenía en los botines. Con respecto a los compañeros de ataque pocas veces jugué con doble nueve, pero con el que más cómodo me sentí fue con Martín Vilallonga en Universitario, sabíamos muy bien como hacer los movimientos para complementarnos en el área y ambos hicimos muchos goles, un crack tanto dentro como fuera de la cancha. Otros con los que también me cansé de hacer goles fueron William Chiroque y Pedro García, esos dos chatos iban por los extremos y me ponían una cantidad de pases gol impresionantes.

¿El mejor plantel que integraste y tu mejor DT?
En el tema de plantel tengo que darte dos que recuerdo hasta las alineaciones de memoria, el Alianza Atlético del 2002 y el Sport Boys del 2007 que estuvimos a punto de campeonar con ‘Chalaca’ Gonzales. Ambos planteles jugaban muy bien al fútbol y tremendos grupos humanos fuera de la cancha también.

Cuéntanos una anécdota de tu paso por Colombia y una de tu paso por China.
En Colombia cuando llegué al Once Caldas me encontré con Arnulfo Valentierra, con quién había jugado en Cienciano antes, así que el día que llegó al vestuario pensé en sentarme a su costado pero ya estaba lleno, así que el muy pende… me dice siéntate ahí que ese lugar esta libre y yo fui tranquilo. En Colombia hay una ciudad llamada Chocó que es tipo Chincha, y en el equipo había un back de más de dos metros que le decían Chocó, si mal no recuerdo era el capitán, y donde me dijo que me sentará era a su costado, la cosa es que yo comienzo a cambiarme y en eso siento un golpe fuerte en el muslo y era la parte del zambo Chocó, yo me asusté hermano, porque ‘Kukín’ era un bebé de pecho a su lado, le dije, hermano guarda a ese animal ¡qué te pasa! y el se paró delante mío desnudo y me gritaba ¿por qué te sientas acá? yo pensé dónde me he metido y en eso el zambo se ríe y me viene a dar un abrazo de bienvenida, todo el camerino estalló en risas y yo sólo pensaba en soltame, no quería tener esa vaina cerca mío (risas). La de China no es tan graciosa no sé si contarla…
Dale cuéntala, tus seguidores seguro querrán saber.
Era uno de mis primeros días en el club y tocó la hora de almuerzo, era como en la cárcel, vas con tu bandeja y buscas un lugar para sentarte. Aquello era un loquerío, todos los chinos gritaban como si fuera un mercado, la cosa es que ubiqué un sitio y me senté. En eso el chino que estaba al costado mío masticaba con la boca abierta y escupía sus sobras hacía mi bandeja, yo le decía qué tenés loco, deja de escupir y me miraba y se reía hasta que le agarré el brazo y le señalé sus sobras para que pare de escupir y no te puedes imaginar lo que hizo.
¿Qué cosa?
Agarró con la mano lo que había escupido y se lo volvió a meter a la boca, créeme que se me quitaron todas las ganas de seguir comiendo y ni para moverme, porque todo estaba lleno y casi todos comían igual, una locura.
Eres el goleador histórico del futbol peruano con 276 goles ¿Qué te dicen cuando regresas de vacaciones a Rio Cuarto?
Si bien hace unos años cuando fui me hicieron un reconocimiento y me trataron como un hijo ilustre, cuando yo voy a mi barrio sigo siendo el mismo, uno más de la banda como cuando jugaba en Atenas, siempre es muy lindo volver a mi pueblo de visita.
¿Consideras que el fútbol peruano fue tu lugar en el mundo para llegar a tener ese éxito o hubieras sido goleador en la liga que te tocase jugar?
No es por dármelas de canchero pero yo tenía gol y con eso se gana los partidos en cualquier parte del mundo, yo creo que en cualquier liga de Sudamérica salvo Brasil o Argentina, tal vez me hubiera ido bien y hubiera salido goleador. Ahora, lo que me pasó acá de ser el goleador histórico superando por más de 100 goles a tremendos delanteros como ‘Cachito’ Ramírez y Waldir Sáenz, ya es algo por encima de lo que imaginaba, definitivamente lo que me pasó en Perú fue más allá de los sueños que podía tener de chico.
¿En Argentina tuviste alguna opción real de llegar a primera división?
Un tiempo antes de venir a Perú fui a pasar una practica en Newell’s Old Boys en Rosario. La lepra venía de ser campeón con Gamboa, Zarate y Bielsa de técnico. En esa época, si eras extraordinario te deban beca completa (alojamiento y comida), yo pasé la prueba y me ofrecieron media beca, o sea, bien alojamiento o bien comida, pero yo no tenía como pagar uno de los dos para quedarme a vivir en Rosario, así que tuve que regresar a Rio Cuarto, pero la prueba sí la pasé.

Todos sabemos que eres fanático de Boca Juniors ¿Cuándo le ganaste la Recopa a Boca, con gol de penal en la definición incluida, qué fue lo que sintió tu corazón?
Alegría y euforia de todas maneras, si bien yo soy fanático de Boca desde pibe, me compró las camisetas, veo los partidos, reniego, me peleo en redes y todo eso, ese día yo quería ganar sí o sí. Es mas, tengo una anécdota con Freddy Ternero ese día.
Cuéntanos…
El día de la final con Boca en Miami, acaba el partido empatados y antes de los penales Freddy nos comienza a decir que habíamos empatado con el actual campeón de la Libertadores, que pase lo que pase en los penales él estaba orgulloso de nosotros. En ese momento yo le digo: nada loco, este partido lo ganamos porque lo ganamos, agarre el balón y les dije a todos yo voy primero, en ese momento Freddy dijo okey, y comenzó a decir segundo va tal y tercero aquel. Ahora pensándolo, yo no sé si estaba en la lista original de pateadores (risas).
Para ti ¿Cuál fue el gol más emotivo que marcaste, el más importante y el de mejor factura?
El más emotivo es uno que le marqué a Alianza Lima en Cusco, un día que hice un hat trick jugando con Cienciano. El más importante el de penal que le marqué al Pato Abbondanzieri en la final de la Recopa, y el más lindo fue el que me anuló Chalaquita Gonzales sin motivo alguno jugando para Melgar. Yo lo sigo contando como un gol porque para mí fue y siempre será válido, he visto la repetición muchas veces y hasta ahora no entiendo que cobró hermano, se comió el mejor gol de mi carrera!

Tú eres técnico ¿el Checho técnico tendría al Checho jugador en su equipo?
De todas maneras, yo creo en ese goleador que aunque parezca un poco rustico cuando le cae al pie la manda a guardar, yo sí me la juego por un jugador de mis características. También soy consciente que para el fútbol de hoy tendría que trabajarlo y pulirlo, para que pueda participar más del juego colectivo y hacer los movimientos que el equipo necesita.
Hablemos un poco de tu actualidad como comentarista ¿Fue complicado o sencillo adaptarte al mundo de las cámaras y el periodismo deportivo?
De todas maneras me costó tantas cámaras, luces y demás, no es lo mismo que como jugador te entrevisten a estar del otro lado con toda la logística que eso implica, tuve la fortuna de tener grandes compañeros en el canal, que me apoyaron y tuvieron mucha paciencia. No te voy a negar que ahora me siento mucho más cómodo, pero soy consciente que aún me falta mucho por aprender.
¿Para ti con cuantos puntos estamos en el Mundial?
25 puntos, para mí tenemos que robar un punto en Montevideo y ganar acá a Paraguay para estar tranquilos en Qatar. Yo creo que el equipo esta en la capacidad de conseguirlos.

Vives más de 30 años en Perú pero no has perdido tu acento ni nunca escondes tu apego hacía tu país de origen ¿Qué partidos sufres más, los de Perú o los de Argentina?
No quiero sonar medio arrogante como los porteños (risas) pero sufro menos los de Argentina porque sabes que tarde o temprano va a terminar ganando la mayoría de partidos y clasificando al Mundial. En cambio con Perú todo nos cuesta más, se sufre cada punto, cada victoria se celebra con el alma porque no es algo cantado o fijo. Ahora esos triunfos y clasificaciones tan luchadas son las que más se disfrutan también.
En un supuesto Perú contra Argentina, partido definitivo para ir al Mundial ¿A quién le vas?
Uy papá, me complicas con esa pregunta pero siendo sincero creo que iría por Perú, no sólo por todo lo que me dio el país y por mi familia que es peruana. También porque para nosotros y todos los que vivimos del periodismo deportivo o alrededor del fútbol que la selección vaya al mundial es sinónimo de prosperidad, felicidad y trabajo para todos en el país.

¿El fútbol peruano ha mejorado en los últimos 30 años?
Me da mucha pena pero siento que estamos estancados, yo recuerdo el nivel de los jugadores y equipos de cuando yo jugaba y siento que eran mejores que los actuales de la Liga 1. Yo creo que el problema sigue siendo que no se hace el trabajo en menores como debe ser y cada vez se hace más crónico el problema.
¿Y a nivel dirigencia cómo lo ves?
Justamente ese es uno de los puntos críticos de nuestro fútbol, aunque ese no es un mal de ahora. Desde mi época habían muy pocos dirigentes buenos que entraran al fútbol a servir y no a servirse del mismo. Uno de los buenos que me tocó por ejemplo fue el señor Antonio Cuba en Sport Boys, como él pocos.
