El partido Perú – Paraguay terminó con un 2 a 0 a favor de Perú y nos compró el boleto a la zona de repechaje para el Mundial Qatar 2022. Los hinchas de salón recuerdan siempre al que metió los goles, pero ¿quién estuvo detrás de ellos? ¿quién dio el pase maestro, genial, para que estos justificaran aquella palabra bendita llamada gol? Christian Cueva, el jugador peruano más cuestionado y quien se ha convertido en el artífice de esta alegría nacional que llega en un momento donde todos necesitamos creer en el Perú.
Cueva surgió de las categorías juveniles de la San Martín, con tan solo 16 años. Pobre, de un barrio marginal, cantante ocasional de chicha (esa música de los marginales que evoca la vida y pesares de la clase trabajadora), se hizo de un nombre a punta de esfuerzo y talento. Pero esta no es solo una historia de superación. Christian Cueva demostró con su juego, que merecía más. Pero era desordenado, insolente, atrevido. Ganaba mucho dinero pero no dejaba de aparecer en Tik Tok cantando las canciones de Toño Centella. No respondía a las expectativas de los críticos de siempre que esperan un jugador que cumpla en la cancha pero que también responda a sus anhelos de clase media. Cuando Gianluca Lapadula estuvo sentado frente a un piano tocando una pieza de Bach, Cueva se acercaba a él con los pasos clásicos del bailante chichero. Tik Tok explotaba con la escena. Pero eso construyó una imagen interesante en el hincha de a pie: Cueva es, ahora, la imagen de que el sueño, nuevamente, es posible.

¿Por qué? Se preguntaban todos, pero nadie se atrevía a dar la respuesta. Pues acá va: porque Christian Cueva es el Perú. Es como los peruanos, como los sueños nacionales, como las esperanzas de todos los que habitamos este valle de lágrimas. Cueva representa la idiosincrasia del peruano promedio: es talentoso, pero no lo sabe, necesita de un argentino como Gareca para que se lo confirme. Es perseverante después, pero no lo descubre hasta que cae en un club extranjero donde no le perdonan ni una tardanza. Es una promesa, como tanto peruano, arruinado por un pasado que arrastra y que pesa. Pero termina por entender algo, como muchos peruanos: la oportunidad. Y la ha sabido aprovechar. Porque si Cueva es la radiografía del Perú, es también la imagen de miles de peruanos emergentes que ven en él la posibilidad de un triunfo. Los sueños, cuando se alcanzan, terminan al despertar. Pero queda la emoción, y esa es su valía.
Falló un penal decisivo frente a Dinamarca en el Mundial de Rusia 2018. Las redes sociales lo declararon traidor a la patria. En un viaje aéreo, un peruano lo filmó para burlarse de él. Pero detrás de ese ruido estaba el ‘Tigre’ Gareca que confiaba en él y sabía que en ese petiso de un metro sesenta y nueve, había (hay) un tremendo jugador. Sus errores en la cancha sumaron en su participación en la Copa América Brasil 2021. Un error imperdonable que ya había sucedido en el 2016 en la Copa América Centenario contra Colombia y en el 2018 en el Mundial de Rusia contra Dinamarca. Pero ahora estamos frente a un jugador más cuajado, más seguro, más mañoso en la cancha, un jugador que no tiene miedo frente a otro jugador mucho más alto y fuerte que él. Ha sabido suplir esa diferencia con ese toque de piernas y gambetas que hoy, por ejemplo, frente a Paraguay, nos ha llevado a la victoria.

Hay jugadores que triunfan en el fútbol y pasan a la historia de los conocedores por sus estadísticas en pases, goles, presencias, ayudas. Pero hay otros, aquellos como Cueva que se quedan en el corazón del sufrido hincha peruano. De aquellos que, frente a un televisor un martes 29 de marzo de 2022, gritaron ¡Cuevita! cuando tocó el balón e hizo esos pases maravillosos que nos llevaron a gritar, a garganta pelada, algo más que un gol. Cueva y Advíncula por los laterales, Cueva y Peña en el mediocampo, la maravilla del lujo de los pases y el taquito, el pase del desprecio, la gambeta y la pintura de la posibilidad. Porque el fútbol, ese deporte maravilloso, es mucho mas que un juego: es la vida misma, es decir, una oportunidad para ser feliz.
Gracias, Cuevita, esta noche el Perú tiene una sonrisa en el rostro para mañana salir, como cada día, a luchar en esta tierra llamada Perú. Gracias a ti y a los que metieron tus goles. Gracias.