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El Barcelona y una pregunta ¿Xavi confunde a Xavi?

El clásico español fue para el Real Madrid por 3-1. En el Barça empezaron a prenderse las alarmas en una zona delicada: el director técnico. Xavi Hernández, como jugador estrella indiscutida, hoy como entrenador empieza a recibir una dura pregunta: ¿por qué el Barcelona se olvidó de jugar?

JOSÉ SÁMANO
España. - 16 octubre 2022

Las crisis se agudiza en el Barcelona y las miradas se empiezan a fijar en el banco del técnico. La abrupta recesión azulgrana en Europa no es ya un asunto económico. Para empezar, antes del despilfarro de Josep María Bartomeu y de las palancas de Joan Laporta, al Barça le cayeron 220 millones en 2017. Se fue Neymar, primordial en el último gran bingo barcelonista (2015, el año de la retirada de Xavi), y el club malgastó el botín. Con la caja rebosante se perpetuaron las renovaciones galácticas de Messi y aliados, una carga insoportable.

Aliviado el presente financiero a costa de un incierto futuro, las penurias europeas del Barça tampoco tienen que ver con aquellos reclamos de Xavi, tan exigente con la pulcritud de la hierba, las vulgares pérdidas de tiempo de los rivales o el acorralarse en el área. No se encerraron el Bayern o el Inter en el Camp Nou ni el PSG, la Juve, el Liverpool, la Roma… Todos jugaron con el césped bien cortado y sin ponerse defensivos.

Hubo quien llegó a señalar a un Messi que visitaba la casa como causa de tanta depresión europea. El astro argentino ya no está. Hubo quien apuntó a un vestuario viciado. Hoy, Jordi Alba y Piqué apenas tienen peso en el juego y Busquets está a unos meses de irse a Estados Unidos.

Ernesto Valverde, Quique Setién y Ronald Koeman no daban la talla europea. No muy convencido, Laporta vio un escudo en Xavi, becario en Qatar. Con Xavi, el Barça lleva una victoria en seis partidos de la Champions y dos triunfos en seis citas de la Liga Europa. Los cantos de protesta tampoco paran con el catalán en el banquillo.

Xavi, con razón, pide lo que no todos tuvieron: tiempo. Ni siquiera una leyenda como Koeman, al que le regatearon todo gasto. Con unos 160 millones de inversión y varias renovaciones al gusto de Xavi, continúan los derrapes en la Champions.

Xavi, como jugador una leyenda; como técnico, una incógnita.

Xavi, que no pareció Xavi, aludió en Milán al perjuicio arbitral. Motivos tuvo, pero no hace tanto ese tipo de justificaciones resultaban impropias del sello Barça. Nada dijo Xavi del trajín de Dembélé en San Siro, con 100 intervenciones, un trajín imposible.

Tampoco es propio de Xavi el recuerdo de los lesionados. Un infortunio, desde luego, como las bajas de Benzema o Courtois, por ejemplo. Pero en Múnich se alistaron Koundé, Araujo, Christensen y Marcos Alonso. Sin rastro de Piqué y Alba, injustamente tachados de peseteros por cobrar lo que les dieron a firmar.

Es Xavi quien debe ejercer de cirujano justo en su materia predilecta: el fútbol, sin más. Al técnico siempre se le dieron bien los simposios futboleros. Mientras otros, más terrenales, se limitaban a la mera lectura de resultados, Xavi disertaba pizarra al frente. La posesión, la posición, el tercer hombre… El Barça, tan apegado a su credo, ha involucionado y es Xavi, privilegiado guardián de las esencias, quien debe tocar las teclas oportunas. Es él quien debiera preguntarse si el Xavi jugador funcionaría con este Xavi entrenador. ¿O será que el primero confunde al segundo?

¿Por qué se enreda Raphinha? ¿Por qué no mezclan Pedri y Gavi? ¿Qué amparo requiere el último Busquets? ¿Cuál es el papel de De Jong? ¿Por qué Ferran está por detrás de Memphis? ¿Por qué no despega Ansu? Es fútbol, Xavi, nada más que fútbol. En el propio fútbol están las soluciones, no en la nostalgia de un pasado irreproducible sin xavisiniestasmessispuyoles… La vocación de estilo está muy bien, pero sin la superioridad de aquel icónico equipo del genial Guardiola hay que saber gestionar todo tipo de partidos, incluidos los muy crudos del panorama europeo. Más vale revisar (que no renegar) el estilo que morir de realidad año tras año. Guardiola, apóstol de la marca Barça por excelencia, despidió a Ronaldinho, saludó a Pedrito y Busi en las catacumbas de Tercera y, ya en la cima, para no morir de éxito hizo una pirueta con Messi de ariete.

Sin remedios futbolísticos, ya solo cabría que el Barça tuviera a su propio Béla Guttmann y no se haya enterado. El preparador húngaro, exitoso en las dos únicas Copas de Europa del Benfica, fue despedido por un desacuerdo financiero. “No volverán a ganar una Copa de Europa en 100 años”. Van 60, y los lisboetas ya han sucumbido en cinco finales.

Incluso contra las maldiciones, fútbol, fútbol y más fútbol. ¿No era lo suyo, Xavi? ¿Cuáles son sus palancas?

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