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El spray que usan los árbitros vale 100 millones de euros

Pablo Silva inventó el aerosol que se usó en los Mundiales 2014 y 2018 para que los árbitros delimiten el cobro de faltas. Tenía un acuerdo que la FIFA no cumplió y ahora recibirá una millonaria indemnización.

Julián Zocchi
Argentina. - 1 noviembre 2021

-¿Querés ganar 20 millones de dólares ahora o 40 millones después del Mundial?-, preguntó Don Julio con una naturalidad asombrosa, en la mítica oficinita de la estación de servicio de Sarandí.

-Lo que usted me diga, Don Julio. Yo voy ciego- le respondió Pablo Silva, que tocaba el cielo con las manos-.

Con lo que trabajaste, te merecés el premio grande. Yo esperaría hasta después del Mundial.

Pablo César Silva no es de aferrarse a los dichos populares. Sobre todo a ese que reza que “es mejor pájaro en mano, que cien volando”. Es que, el hombre tuvo la posibilidad de embolsar diez millones de dólares de un saque que le pagaría la FIFA por usar su invento, un aerosol evanescente diseñado para evitar el adelantamiento en la barrera llamado 9.15.

¿Por qué diez y no veinte como le propuso Grondona? La otra mitad le correspondía a su socio en esta historia, el brasileño Heine Allemagne que había tenido una idea similar en el fútbol de su país estrenada en el año 2000.

No hace falta ser el rey de los acertijos para adivinar quién unió las partes en esta historia con tal de evitar juicios futuros: “Fue Don Julio Grondona. El fue clarito conmigo: ‘Argentina no avanza sin Brasil. Y Brasil no avanza sin la Argentina. Seamos inteligentes, hagámoslo juntos”, le cuenta su charla con el expresidente de AFA a Clarín, Pablo César Silva, un día después de que el Tribunal Superior de Justicia de Brasil fallara a su favor, tras una demanda millonaria a la entidad madre del fútbol mundial.

Aquel día, Don Julio no hubiera pensado que, años después, el juicio llegaría de todas formas. Aunque los querellantes serían el argentino y el brasileño que él mismo había juntado para demandar a la entidad que el expresidente de la AFA había manejado como un titiritero desde fines de la década del ochenta.

El dato de color de esta historia es que todo comenzó en un lugar muy pequeño, en un campeonato de exalumnos en el colegio Marianista de Caballito para terminar llegando al fútbol en su máxima expresión, en los Mundiales de Brasil 2014 y Rusia 2018.

¿El big bang de la cuestión? “Jugábamos el campeonato de ex alumnos y yo me las rebuscaba. Teníamos un tiro libre y me quedaba un muy buen ángulo, pero cuando fui a patear se adelantó la barrera y le pegué un pelotazo en el estómago a uno de los rivales. Entonces exploté, me agarré con el árbitro y me expulsó. Me fui a casa con una calentura tremenda y me puse a pensar qué podía hacer para evitar que la barrera se adelantara”, explica Silva.

Pablo Silva inventó un producto que llegó a la Champions y el Mundial.

Y allí nace el invento: durante tres años, Pablo Silva recorrió laboratorios, habló con químicos y con productores de aerosoles con tal de desarrollar un producto que pudiera marcar una línea sobre una superficie de pasto y que desapareciera después de un par de minutos. Ahora, horas después que la Justicia fallara a su favor, repasa ese proceso con Clarín.

-Imagino que habrás escuchado que el 9.15 es como el Rey Momo. ¿Cómo fue el proceso de desarrollo del producto?

-Sí claro que lo escuché, pero el Rey Momo no llega a marcar porque desaparece al instante. Y también me dijeron que era espuma de afeitar. Pero el desarrollo nos llevó casi tres años, al principio no dábamos pie con bola. Hasta que di con Ernesto Sisro, uno de los mejores desarrolladores de aerosol de la Argentina y pudimos dar con la fórmula ideal.

-¿Y cómo llegás a Grondona?

-Yo sabía que sin Grondona no había nada y tenía la posibilidad de acercarme a él. A fines de 2007, lo llamé, me atendió y quedó impactado. Fue increíble: me anticipó todo lo que iba a pasar. Todo se desarrolló como él me dijo que iban a pasar las cosas. Una de las cosas que me remarcó fue que la FIFA era reacia a los cambios tecnológicos. Y los procesos se dieron como él me había marcado.

-Sos “grondonista” y no lo ocultás.

-Soy agradecido. Le tengo un gran cariño por su sabiduría y por lo que fue conmigo. Un detalle importante fue que Don Julio nunca me pidió una demostración del producto, siempre confió en mi palabra y eso no tiene precio. Fue una jugada arriesgada de su parte. Pero, si lo conocías, sabías que te daba apoyo pero si le fallabas en un segundo se terminaba la relación.

Silva se juntó con Pitana antes del Mundial 2014. Foto: Emilina Miguelez.

-Después del FIFAgate, la pregunta se cae de madura: ¿Grondona participaba de alguna manera de las ganancias del negocio?

-Mirá, no te voy a mentir. Yo también era parte de la creencia popular y no podía escapar de ese prejuicio. Yo pensaba que iba a ser de esa manera, que él me iba a pedir algo a cambio. Entonces un día, en una de nuestras reuniones de Sarandí, le dije: “Don Julio, mire que el negocio lo maneja todo usted”. Y pasé un muy mal momento. Cuando terminé de pronunciar la frase, le pegó un puñetazo al escritorio: “¡Pibe, me estás faltando el respeto: no quiero un centavo partido al medio!”.

-¿Tampoco apareció nadie del entorno a reclamar nada?

-El fue muy claro ese día: “Y, ojo, que no te vengan a pedir un centavo para mí”. Pero yo pensaba que iba a tener que dejar algo, no te voy a mentir. Se dijo tanto, que la gente lo cree. Es un poco la fórmula de Göebbels: “Miente, miente, que algo quedará…”.

Pablo Silva y Grondona.

-El miércoles, cuando se conoció el fallo, se lo dedicaste a Grondona en Twitter.

-Es que él me supo llevar. Manejó los tiempos y mi ansiedad, que era lo más difícil. Y me cumplió en todo. Otras de las cosas que me anticipó fue que muchos iban a pensar que él se llevaba una parte. Y fijate que vos me lo acabás de preguntar.

De la inocencia de la escuela a un juicio millonario por Brasil 2014

El 10 de junio de 2014, cuando el árbitro Yuichi Nishimura midió la distancia de la barrera y marcó una línea de contención a través de un aerosol, dos argentinos se abrazaban en la tribuna de San Pablo como si festejaran un gol.

El japonés Nishimura, fue el primero en utilizar el aerosol en un Mundial.

En ese instante, cientos de brasileños miraron atónitos cómo preguntando: “¿Y estos, qué festejan?. Es que, Pablo Silva y su amigo Fernando Martínez que lo había acompañado, habían asistido a ver el debut de su criatura en la cita máxima del fútbol: el 9.15 había llegado al Mundial.

Después de ser probado en al ascenso argentino, para pasar a la Primera, luego ser tomado por Conmebol para la Copa América 2011 y saltar a la Libertadores, la prueba final se dio en el Mundial Sub-20 de Turquía. Y ese fue el trampolín definitivo hacia Brasil 2014 y las grandes ligas de Europa.

Fue allí, que en la oficina de la estación de servicio de Sarandí. donde se cortaba el bacalao del fútbol argentino y mundial, Grondona le consultó a Silva: “¿Querés cobrar 20 millones ahora o 40 después del Mundial”.

El argentino y su socio brasileño eligieron la segunda opción, siguiendo las palabras de Grondona que les aconsejó esperar unos meses más y embolsar la suma de 40 millones de dólares.

Nada hacía pensar lo que vendría después.

Julio Humberto Grondona murió el 30 de julio de 2014, 21 días después de la final entre la Argentina y Alemania en el Mundial de Brasil. Y, el 27 de mayo de 2015, explotó el FIFAGate donde salieron a la luz los casos de corrupción de la entidad de fútbol con decenas de detenidos.

-¿Cuando murió Grondona pensaste que se acababa el negocio?

-Quedé tan impactado que me llevó tiempo bajar a tierra. Pensé que se podía atrasar, pero nunca creí que sería así. Se podía complicar un poco, aunque supuse que habría un diálogo más amable, pero terminó siendo todo muy hostil. Nunca más nos atendieron el teléfono. Nos destrataron y nos ningunearon hasta que nos cansamos.

Silva con Grondona y Blatter en un hotel de Copacabana, Rio de Janeiro.

-¿Nadie les explicó por qué no les pagaron? ¿Hasta dónde influyó el FIFAgate?

-Yo entiendo que después del FIFAgate había cosas por depurar, pero lo nuestro estaba claro. Habíamos firmado un contrato que cumplimos, porque el aerosol le dio un salto de calidad al juego, y ellos incumplieron. Después de la muerte de Julio, empezó a manejar todo Blatter y le dimos tiempo para que se acomodara. Pero cuando llegó Infantino y su gente, no nos atendieron más el teléfono. Y con mi socio decidimos ir por todo.

-¿Cuando decís por todo te referís a la cifra de cien millones de dólares de la que se habla?

-Lo de los cien millones es un poco una construcción a la que se llega, pero no podemos decir cuál es el monto hasta que el tribunal lo determine. Ese es el último paso que resta. Nosotros firmamos un contrato por 40 millones que ellos no honraron. Antes de Rusia, hubo un fallo que les prohibía usar el aerosol y desoyeron la orden. Entonces, ahí del Tribunal determinó que hubo violación de patente. Además está el lucro cesante y el uso indebido. Sumando esos delitos, saldrá el monto final.

Documento donde se reconoce el acuerdo firmado por 40 millones de dólares.

-¿Le queda alguna instancia de apelación a la FIFA?

-No, la parte de méritos y de prueba se cerró, solo se puede revisar el proceso, es decir, si hubo alguna falla. Pero Infantino tiene tres frentes abiertos: su reelección, la modificación del lapso entre los Mundiales que ofreció cada dos años para negociar y cerrar cada tres. Y la sede del Mundial de 2030. Si yo estuviera en su lugar, le diría que deje de embarrar la cancha y se ocupe de sus negocios.

-¿Puede ir preso Infantino?

-La ley de Brasil prevé entre uno y cuatro años de prisión para aquellos que sean culpables de la violación de una patente. Y él fue una pieza clave en esta instancia, al decidir que el aerosol se usara en Rusia 2018, a pesar de la prohibición.

-¿Cuando termine este proceso, el aerosol podría volver a las canchas?

-La patente se venció porque ya pasaron 20 años desde que se puso en práctica en Brasil. Pero si vuelven a usarlo de manera irregular, la situación se podría agravar. Una vez que arreglen con nosotros, ya podrían usarlo libremente. Pero antes, tienen que honrar lo firmado.

-La última: ¿volviste a cruzarte con el juez que inspiró tu invento?

-Lo estuve buscando durante mucho tiempo para contarle en qué había terminado aquella discusión y para agradecerle, pero no lo encontré.

Tomado de Clarín

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