Hay cosas que puedes ser, hay otras que debes ser y también están las que por ningún motivo serás. Agustín Lozano no está hecho para ser presidente de la FPF, no debiera ser el presidente de la FPF y no hay razón para que siga atado al cargo. Sin embargo, está diseñando un plan para ganar las elecciones de diciembre porque está tejiendo alianzas con entornos tan oscuros como él. En esa ruta tiene un problema. Si usted no ha escuchado en profundidad la definición de “Idoneidad” prepárese a leer este informe donde quedará claro que el ex alcalde de Chongoyape es la persona menos autorizada para dirigir el destino de nuestro fútbol peruano.
Empecemos con algo concreto: Idoneidad significa que alguien está capacitado y es adecuado para desempeñar determinados cargos o funciones dentro de una organización. En este caso, ¿Agustín Lozano es el adecuado para ejercer como presidente de la FPF? La respuesta es un NO rotundo. En temas deportivos, ONCE ya ha explicado en informes pasados que el tema de los menores se encuentra abandonado, hay mala relación con el plantel de la selección peruana, Lozano y compañía desean hacerse con los derechos televisivos de los clubes para ‘repartirse’ millones de soles y hasta se subvenciona a clubes amigos del directivo. Ya por todas estas cosas la continuidad del presidente de la FPF no debiera darse.

Pero sabemos que Agustín Lozano pisotea todo lo que tiene enfrente para seguir en el poder, aunque esto incluya el artículo 13 del Código de Ética de la FIFA. “Las personas sujetas a este Código deberán valorar el impacto que su conducta pueda tener en la reputación de la FIFA, y deberán, por lo tanto, comportarse con dignidad y de manera ética y actuar con absoluta credibilidad e integridad en todo momento. Además, deberán abstenerse de ejercer o tratar de ejercer toda actividad o de adoptar un comportamiento que pudiera interpretarse como una conducta inapropiada o pudiera despertar sospechas de ello”. En resumen, sino eres buen ciudadano no puedes tener cargo deportivo y si lo tienes y careces de comportamiento adecuado o eres sospechoso, no puedes seguir en un cargo deportivo.
Esa es la idoneidad que exige la FIFA para ocupar un cargo en el fútbol. Es el famoso requisito de Idoneidad que es obligatorio. Un requisito que Lozano no cumple largamente por muchas razones —denuncias fiscales, denuncias deportivas, pésima imagen pública— pero sobre todo por una que está probada y sancionada: la reventa de entradas. Una mancha oscura imposible de limpiarse: un dirigente de la FPF dedicado a la reventa de entradas desde las propias oficinas de la federación y utilizando personal de la institución.
Por esos cargos, con pruebas abundantes, Agustín Lozano fue sancionado por la Conmebol por el caso de reventa de entradas durante los partidos de eliminatorias para el Mundial de Rusia 2018. Si bien la sanción fue leve porque en lugar de la destitución que correspondía fue castigado con una multa de cinco mil dólares y la obligación de “crear campañas para crear conciencia sobre la ilegalidad de la reventa de boletos”.

La sanción fue leve porque Lozano es un peón bajo las ordenes del presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, quien en este caso corrió en su auxilio. Pero a efectos de cumplir con el requisito de tener Idoneidad para el cargo no importa si la sanción fue leve o no, basta con que exista. Si hacemos un ejemplo con el derecho penal —un rubro bastante afín a Lozano— equivale a decir no importa si el delincuente fue condenado a dos años o a 25, importa la sanción impuesta. Eso es lo que exige la FIFA: si quieres ser dirigente deportivo no solo debes ser honrado sino parecerlo. Lozano no lo es y tampoco lo parece. Si el fallo contra Lozano hubiese tenido que pasar por el VAR de la Conmebol quizá podrían haber inventado que que nunca revendió entradas o tal vez habrían llegado a decir que jamás existieron entradas para los partidos. Pero como el VAR no existe para faltas o delitos que van contra las normas, a la Conmebol no le quedó otra que sancionarlo en estos términos:
“La investigación encontró que si bien se había comprobado la comisión de los hechos de reventa de entradas, el dirigente y sus co-denunciados habían incurrido en falta de diligencia administrativa de velar por el destino de los mencionados boletos, más no como responsables directos de la reventa”. Equivale a decir que don Vito Corleone, en la película ‘El Padrino’, no era tan culpable porque no jalaba el gatillo pero dirigía la mafia.
Es decir, Agustín Lozano manejó la red de reventa de entradas pero como no fue él mismo quien las vendió a los interesados en la puerta de los estadios, su pena fue menor pero lo innegable es que fue penalizado, por lo tanto, no cumple con el requisito obligatorio de la Idoneidad para el cargo. La decisión de la Conmebol tiene un toque de VAR pero lo central es que la sanción fue impuesta.
Así trabaja la Conmebol dirigida por Alejandro Domínguez. Pero la cosa no queda allí. ¿Qué va a hacer Lozano empecinado como está en hacerse elegir como presidente de la FPF? Una fuente desde Paraguay, país sede de la Conmebol, informó a ONCE que Lozano ya ha planteado el problema a su jefe Alejandro Domínguez para que, a fin de evitar contratiempos, empiecen a inventar un as bajo la manga —¿un cambio en alguna norma?— a fin de que pueda saltar con garrocha el obligatorio requisito de Idoneidad que no cumple por una razón: la norma FIFA exige que un dirigente no esté sancionado ni sea sospechoso; es decir, que sea decente.
Si la Conmebol inventa una autorización lo único que hará es convertir en ilegal la elección de Lozano si es que este termina postulando. La norma que le impide postular al cargo de presidente de la FPF proviene desde la FIFA y cualquier cambio que la Conmebol pretenda disponer no puede ser retroactivo.
El intento de Lozano de ir donde Domínguez tiene origen en que el chongoyapano es un súbdito del paraguayo y durante la última Copa América tuvieron oportunidad de conversar sobre el impedimento de Lozano. ¿Por qué Domínguez lo quiere ayudar? porque las elecciones en la Conmebol se darán en el 2022 y Alejandro Domínguez quiere ir por un mandato más y el voto de Lozano a su favor está garantizado.
La FIFA que también es proclive a ayudar a los dirigentes con problemas a cambio de sumisión, ya tiene agotada su munición porque ya inventó una salida favorable a Lozano en el 2020 para que continúe como presidente de la FPF. La excusa fue la pandemia del covid-19 para permitirle seguir un año más en el cargo. El 7 de agosto de 2020 lo salvaron con una carta en la que se señalaba que “el mandato de la actual Junta Directiva de la FPF deberá quedar conformada como tal y será extendida hasta el 31 de diciembre de 2021”.

La carta fue firmada por un personaje llamado Véron Mosengo-Omba, Director de Federaciones Miembro, implicado en la desaparición de más de 20 millones de dólares de la Confederación Africana de Fútbol y partícipe del fraude en las elecciones de la Federación de Fútbol de Zambia.
En suma, Lozano colecciona todos los boletos para no poder cumplir con el requisito de Idoneidad que el artículo 13 del Código de Ética de la FIFA exige: impacto que su conducta en la reputación de la FIFA, comportarse con dignidad y de manera ética y actuar con absoluta credibilidad e integridad en todo momento y abstenerse de adoptar un comportamiento que pudiera interpretarse como una conducta inapropiada o pudiera despertar sospechas de ello”. Lozano está investigado por lavado de activos, tiene mas tres decenas de denuncias fiscales, una denuncia fiscal por reventa de entradas y una sanción de la Conmebol por reventa de entradas.
La postulación que viene armando para pretender ser presidente de la FPF está viciada desde su inicio. La idoneidad de Agustín Lozano para ocupar tal cargo no existe, ni siquiera cuando se mira al espejo.