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El segundo capítulo del adiós de Jefferson Farfán

La noticia que adelantó el informe exclusivo de ONCE molestó a quienes no se toman el afán de investigar y cuestionaron con argumentos endebles una verdad triste pero real: Farfán no volverá al fútbol profesional.

Aníbal Ingunza
Lima - 30 mayo 2021

Cuando un periodista no tiene una exclusiva mira hacia dos frentes: criticar al colega que la obtuvo o aceptar que no logró la noticia. Demás está decir que hace falta ser un buen profesional para aplicar lo segundo. El informe de ONCE revelando en base a fuentes de primera mano, que Jefferson Farfán no volverá a jugar al fútbol profesional, salvo que desee poner en riesgo su salud, se convirtió en tendencia. Sin embargo, hubo quienes se esforzaron en hacer el ridículo tratando de cuestionar la información con adjetivos y no con argumentos. Fieles a su “estilo”.

Aquí la segunda parte de esta historia que entristece porque Farfán es una de las grandes figuras internacionales que dio el fútbol peruano en los últimos años pero, por respeto a nuestros lectores, en ONCE somos hinchas de la verdad.

Vamos primero con el mensaje que lanzó Jefferson Farfán en sus redes sociales. Publicó en su cuenta de Instagram la noche del lunes 24 de mayo, tres días después de la publicación del informe de ONCE: “Ya no me sorprende lo mucho que se dice y se especula. La vida siempre tendrá obstáculos y dificultades en el camino, pero no me detendrán ni me daré por vencido”.

Es un mensaje entendible en alguien que está pasando por un gran dolor. En el caso de un futbolista el momento más duro de su carrera es el momento del retiro y ante una lesión lo primero que aparece es la negación pensando en la posibilidad de que ese momento puede ser superado como en ocasiones anteriores. Lamentablemente, los especialistas con los cuales consultó ONCE, señalan que a los 37 años una lesión con desprendimiento de cartílago en una rodilla ya operada, es el anuncio de que el paciente no puede volver a la alta competencia deportiva menos en un deporte como el fútbol en que las piernas son el instrumento básico y las rodillas un componente expuesto no solo a las fricciones sino que son también el soporte en los desplazamientos a velocidad, en el apoyo en los disparos o en el amortiguamiento en los saltos.

Publicación de Jeffersón en su Instagram-

Durante la semana pasada también se difundió la palabra del especialista español Ramón Cugat, quien operó al delantero peruano allá por julio del 2019. En ese momento, Farfán había sufrido el desprendimiento del cartílago en su rodilla izquierda y fue intervenido en Barcelona. En sus declaraciones el médico Cugat reconoció algo muy importante: la cirugía realizada al jugador no funcionó. “Se le practicó una reconstrucción con fragmentos de su propio cartílago. Los pusimos en el mismo sitio acompañados de una malla y factores de crecimiento de su propia sangre. Es una técnica moderna, pero con él no ha funcionado. He operado a más de 180 personas y es la primera caída de cartílago”, declaró Cugat. 

El especialista también refirió que podía volver a operar a Jefferson Farfán sin problema alguno —una cirugía que cuesta más de 100 mil euros— pero que el delantero recién podría probar la posibilidad de volver a jugar en un mínimo de 10 meses pronóstico optimista y un pronóstico usual es de 15 meses, previa rehabilitación física de máximo nivel. Ahora bien, en el caso específico de Farfán el anuncio de Cugat ingresa al terreno teórico porque si el propio especialista reconoce que su método no funcionó en el organismo del jugador la primera vez ¿qué razón existe para que funcione en la segunda y en la misma rodilla averiada?

Cirujano Ramón Cugat.

Según especialistas consultados por ONCE, en el fútbol de alta competencia una para de 10 meses es muy larga más aún cuando Jefferson Farfán tendría a ese momento 38 años de edad. En lo que coinciden los especialistas es que es necesario y recomendable que Farfán se opere para seguir teniendo una vida normal a nivel de desplazamientos pero no para volver a jugar porque la lesión retornará. Volver a jugar sería poner en riesgo su integridad física, algo que él deberá superar por encima de lo difícil que le es aceptar el final de su brillante carrera. No en vano, un hombre sereno como Ricardo Gareca al ser preguntado sobre el tema, se ha limitado a señalar que no tiene opinión porque la decisión le corresponde a Farfán, una manera comprensiva de decir que el jugador va a tener que pasar por un momento anímico que lo lleve a una aceptación.   

Las propias fechas y números ponen en evidencia que Jefferson Farfán ya no está para la alta competencia. Tras la primera operación hecha por Cugat, en julio del 2019, Farfán regresó a jugar un año después. Lo hizo con el Lokomotiv de Moscú y en tres partidos completó apenas 75 minutos. El club ruso no necesitó de ninguna evaluación para decidir lo lógico: no renovarle el contrato. El jugador regresó a Perú, trajo a su propio terapista personal, Mauricio Alzate, y se concentró en jugar las eliminatorias. En esa etapa, tras un entrenamiento con la selección en octubre pasado, a Farfán se le inflamó la rodilla operada. El resultado de la resonancia magnética arrojó que el jugador no se encontraba en las mejores condiciones y que había llevarlo con cuidado. El comando técnico no lo alineó como titular en Asunción y ante Brasil si empezó desde el vamos.

Año 2019, Farfán fue operado de la lesión a la rodilla que lo alejó de la copa América.

En aquel partido, su rodilla sintió el rigor de los 116 minutos disputados y Farfán se resintió en la misma zona donde se le había operado por desprendimiento de cartílago. Afortunadamente la selección peruana tiene un médico de alto nivel como el doctor Julio Segura García quien, tras los exámenes de rigor, operó a Farfán el 6 de noviembre del 2020 en una clínica local y el resultado fue una cirugía exitosa. “Todo ha salido muy bien, ha sido una limpieza y seguro que en un mes o mes y medio ya volveré a jugar”, dijo Farfán al abandonar la clínica. 

No era la primera vez que el doctor Julio Segura demostraba su capacidad y sapiencia, ya que en 2017 cuando Perú peleaba ‘a muerte’ la clasificación al mundial Rusia 2018, el galeno solucionó el dedo fracturado al portero Pedro Gallese, quien se lesionó jugando para el Veracruz mexicano. Cuando en México le anunciaron al golero una para de tres meses que lo dejaba fuera del crucial partido contra Argentina en la ‘Bombonera’, Segura recuperó al arquero en un plazo mucho menor y Gallese fue la gran figura de aquel partido.

Cabe señalar que el consejo del doctor Segura fue que Farfán debía priorizar su salud por encima de sus deseos futbolísticos, opinión que, según una fuente médica, le fue confirmada a inicios de este año cuando viajó a los Estados Unidos para ver a un especialista.

Téngase en cuenta que mientras entrenaba con la selección peruana la rodilla se le inflamaba de acuerdo a la carga de trabajo y se le llenaba de un líquido sanguinolento que había que drenar. La presencia de sangre era una señal de que existían problemas pero Jefferson Farfán se negaba a considerar la opción del retiro, una situación que suele presentarse en muchos futbolistas que tienen temor razonable al vacío que trae dejar una actividad que mezcla dos elementos dificiles de perder: el dinero y la vigencia de la fama.

En cuanto a su actuación en el fútbol peruano existe una versión que circula en el Deportivo Municipal —club que estuvo por ficharlo antes que Alianza Lima—. Según esta versión a la que accedimos con la exigencia de no revelar los nombres de quienes saben del tema, las conversaciones con Farfán se paralizaron cuando se le pidió un exhaustivo examen médico. El jugador terminó arreglando con Alianza Lima. 

En La Victoria le sucedió el mismo problema. En cuestión de minutos jugados completó 302 (6 partidos) marcó un gol y se volvió a lesionar en una jugada de fricción. El defensa del Sport Boys, Claudio Torrejón, sin cometerle falta, lo golpeó en el tobillo y, según relató el propio Farfán, sintió un dolor particular en la rodilla izquierda similar al que sintió en el encuentro contra Brasil y que, aquella vez, lo llevó al quirófano. En ambos partidos siguió jugando. El problema fue al día siguiente porque amaneció con la rodilla hinchada, inflamada.

Momento de la última lesión de Farfán.

ONCE charló con alguien importante en el entorno de salud del futbolista y su comentario fue contundente: “Jefferson Farfán estaba advertido de lo que le está sucediendo. Lamentablemente nadie quería esto. A él le habían indicado jugar solamente entre 15 a 20 minutos por partido y durante la semana realizar rehabilitación y terapia física para que desinflame la zona”. Nos revelaron también que nunca se hizo público que el delantero, después de los partidos que alcanzó a jugar con la camiseta de Alianza Lima, terminaba con la rodilla inflamada e, incluso, la inflamación asomaba también al final de los entrenamientos exigentes. Pero como el cuerpo humano es muy directo cuando se traspasan sus límites, sucedió lo inevitable. Ahora, la decisión final pasará por el propio jugador.

Las versiones que surgen sobre el retorno de Jefferson Farfán a la competencia profesional no tienen ninguna base médica. Por eso llama la atención que José Bellina, gerente deportivo de Alianza Lima, salga a declarar que “Dentro de la información que tenemos con los expertos es que Jefferson puede seguir jugando y podrá hacerlo de la mejor manera. Nadie ha concluido de que él no va a poder volver a jugar”. Incluso se atreve a poner un plazo: “No puedo decir que Jefferson Farfán va a estar para el inicio de la Fase 2, pero sí creemos que la va a jugar, no sabemos si la primera, segunda o tercera fecha”.

En este punto ocurre una de dos cosas: o Bellina no se informa con los especialistas que han diagnosticado la lesión de Farfán o está queriendo envolver en frases una posible complicación para la directiva aliancista. Antes de firmar el contrato con Farfán ¿el club exigió la realización de los exámenes médicos de rigor al futbolista, como se hace normalmente antes de firmar un contrato? Si esos exámenes no se realizaron Farfán podrá exigir legalmente que la lesión se produjo cumpliendo sus obligaciones contractuales con Alianza Lima y exigir que le paguen todo el dinero restante del contrato que vence en diciembre del 2022. Hay que recordar que el salario del futbolista supera los 60 mil dólares y es cubierto por el club y algunos sponsors que, definitivamente, se negarán a ese aporte.

Esa es una pregunta más importante que la directiva blanquiazul debería responder en lugar de estar diciendo lo que dice Bellina: “Salieron muchas cosas en relación a la situación de Jefferson”. No son muchas cosas, es una sola: la rodilla de Jefferson Farfán dijo basta de fútbol profesional. La verdad está al alcance de todos. Hay quienes no se toman el trabajo de averiguar y hay quienes envidian que otros la hallen.

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