Enzo Francescoli, el príncipe uruguayo

La extraordinaria carrera de Enzo Francescoli daría para varios libros. Aquí nos acercamos un poco más al Príncipe uruguayo.

Edwin Cavello Limas
Lima - 2 agosto 2020

Enzo Francescoli fue goleador con River Plate y figura de la selección uruguaya, ganó tres Copas América con la celeste donde su juego elegante le granjeó el sobrenombre de “El Príncipe”. Pero los príncipes también sufren en la cancha: “El rival que mejor me marcó fue el alemán Karl-Heinz Foster, me dolían hasta las muelas”, recordó Enzo en una entrevista.

En la brillante carrera del uruguayo también conoció las derrotas: “En la Libertadores, el día que perdimos 2-1 con Cristal en Perú, entré al vestuario y le dije a Cedrés: Gaby, vamos a ganar la Copa. Si después del baile que nos dieron la sacamos tan barata, es porque las cosas están de nuestro lado”, confesó luego de perder contra Sporting Cristal en 1996.

Francescoli en una foto de su carné como jugador juvenil del Club Montevideo Wanderers.

Los inicios de Francescoli fueron en el club Wanderers de Uruguay, un equipo de barrio de espíritu familiar. Su buen desempeño lo llevó a formar parte de la selección juvenil uruguaya que salió campeona en el Sudamericano de Ecuador en 1981.  Dos años después fue convocado para integrar a la selección de Uruguay, con la que se consagró campeón de la Copa América en 1983, y fue reconocido como el mejor jugador del torneo. La final, que se jugó en el estadio Centenario, tenía como rival nada menos que al poderoso Brasil que participó del Mundial de España 82.

Francescoli vistiendo la camiseta de la selección uruguaya.

“En una jugada, Acosta lleva la pelota y le comenten falta, por ley de ventaja me deriva la pelota a mí, yo venía de largo y le pego a la pelota, esta choca en el palo y es gol. Pero el juez cobró falta. El estadio convulsionó, estábamos jugando en Montevideo con el estadio lleno, un partido con aquel Brasil del 82. En ese tiro libre pateo la pelota y nuevamente hice el gol, es decir, le hice dos goles en una jugada a Emerson Leao”, recordó Francescoli.

River Plate 85/86

El inicio de su primera etapa en River fue difícil. “Un día prendí la tele y estaba Guillermo Nimo. “¿Cuánto pagó River por Francescoli? -decía- El que tendría que pagar por jugar es él”. En la cancha me gritaban: “Corré, uruguayo, carne de paloma”. Francescoli no agachó la cabeza, sudó la camiseta y se ganó un lugar entre Alonso, Alfaro, Rugeri, Nery Pumpido, un equipazo con el que salió goleador y se convirtió en figura de los millonarios.

Enzo Francescoli, goleador de River Plate en 1985.

Europa

Su llegada al Racing Matra de Francia no fue lo que esperaba, entrenaba y jugaba sin pasión, el ambiente frío lo terminó alejando del club. Su segundo equipo europeo fue el Olympique de Marsella, metió 11 goles en 28 partidos y se consagró campeón francés de la temporada 89/90.

Enzo con la camiseta del Olympique deja por los suelos a un rival.

En la cancha, Francescoli transmitía la tranquilidad de un caballero, pero en un partido jugado en Francia se agarró a golpes con un jugador argentino.  “Tampoco es que yo soy el bueno de la película. Recuerdo una con Mario Alberto, un argentino, en París. Chocamos, nos fuimos de boca, y cuando terminó el partido volaron un par de manos en la entrada a los túneles. Fue en el Parque de los Príncipes. Justo había bajado la mujer de Lagardere, el presidente del Racing; trataron de agarrarme desde arriba y casi cobra la pobre mujer. Se armó un lindo tole tole. Con Rodolfo Rodríguez, un compañero de la Selección de Uruguay, también nos peleamos al final de una práctica. Ahora muchos comentaristas dicen: “Qué fuerte se juega”. Antes se jugaba fuerte de verdad, y había que bancársela”.

Luego de su paso por Francia fue fichado por el Cagliari para jugar en el Calcio, anotó 17 goles en 98 partidos. De allí tuvo un paso nada glorioso por el Torino, donde solo hizo 3 goles en 24 partidos.

Momentos

Su participación en los mundiales se dio en México 86 e Italia 90, pero no sorprendió. Sobre eso el propio Francescoli mencionó: “No creo que mis pasajes en el mundial del 86 ni en el 90 hayan sido buenos, tampoco fueron pésimos, pero no fueron buenos”.

Francescoli contra España en Italia 90.

Uno de sus mejores momentos se dio en la Copa América de 1987. Uruguay se enfrentó contra Argentina en Buenos Aires. “Jugamos contra Argentina, nada menos que contra un fenómeno llamado Maradona. Nosotros venimos, nos paramos y nos salió un partido redondo que ganamos y después nos llevamos la copa”, comentó emocionado Enzo.

Un día le preguntaron ¿Por qué siempre jugabas masticando chicle? “De chico me di cuenta de que con el chicle tenía más saliva y no me se secaba la boca. Se me hizo tal hábito que, si no lo tenía, entraba mal a jugar. Le hacía una seña a Pichi, el utilero, chocando los dientes y él se acercaba con el chicle ya listo en la mano”.

El capitán de River agradeciendo a la hinchada.

Enzo era tan bueno y querido en Argentina que hasta los hinchas de Boca le pidieron autógrafos. “Por ahí sacan una entrada de la billetera y me dicen: “Soy de Boca, pero te banco igual y estuve en tu partido despedida”. Me pasó más de una vez, eh. Y cuando fui a la Bombonera al partido homenaje de Diego, nadie me silbó”.

Enzo sostiene un rostro parco, parece que no tuviera emociones, da una imagen de tipo frío, pero nos equivocamos. “Me emociono y me conmuevo, pero mis sentimientos no los saco afuera. He llorado algunas veces. En mi despedida lloré casi toda la vuelta olímpica. Verles la cara a mis hijos, darme cuenta de que se terminaba. Es fuerte no tener más el “uruguayo, uruguayo”.

El regreso a River Plate

Con 33 años de edad, Francescoli regresó a River Plate en 1994, la vuelta al Monumental de Núñez se convirtió en su consagración en el fútbol argentino. River salió campeón invicto y Francescoli goleador del campeonato. Un año después logró ganar su tercera Copa América en 1995, Uruguay era el anfitrión y el peso histórico por un momento resultó complicado, pero Enzo se puso el equipo al hombro consiguiendo el campeonato y ser elegido el mejor jugador de la copa.

El príncipe levantando la Copa.

1996 fue el año de la consagración internacional de River Plate, ese año salió Campeón de la Copa Libertadores en una final con dos goles de Hernán Crespo ante América de Cali y un estadio que vibraba de felicidad.  Era el equipo conformado por Enzo Francescoli, Hernán Crespo, Juan Pablo Sorín, Ángel David Comizzo, Julio Cruz, Ariel Ortega, Marcelo Salas, Leonardo Astrada, Marcelo Gallardo y el azuleño Matías Almeyda. Pero la buena racha no alcanzó para vencer a la Juventus de Zidane en la Intercontinental, donde River cayó por 1-0.

Francescoli cuenta con admiradores por todo el mundo, uno de ellos fue precisamente el francés Zinédine Zidane. En una entrevista le preguntaron ¿Cuándo te enteraste de que Zidane le había puesto Enzo a su hijo? “Un poco antes de la Intercontinental 96. Ahí contó que iba a ser fuerte jugar contra River porque estaba yo, que de pibe me iba a ver a los entrenamientos del Marsella y que le había puesto Enzo a su hijo recién nacido. Por eso le di mi camiseta tras el partido. Después supe que la usaba tipo piyama en la concentración del Mundial y con la Juve”.

En 1997 River Plate con Francescoli a la cabeza logró el campeonato clausura.  Los periodistas elogiaban el juego del uruguayo y señalaban que era el único jugador del fútbol argentino que siempre apuntaba y elegía dónde poner la pelota.  Ese mismo año River se consagró campeón de la Supercopa, pero Enzo volvió a vivir una final desde el banco debido a una lesión. Su último partido fue frente a Argentino Juniors. Lejos de la cancha, años después, diría: “En Paraguay pasaron imágenes de cuando estaba en la selección y en River, ahí me di cuenta que no iba estar más en la cancha y ahí sufrí”.

Enzo en Azul

En febrero de 1996 llegué a Azul, provincia de Buenos Aires. Una pequeña ciudad ubicada a 400 kilómetros de la capital. De ahí salió el azuleño Matías Almeyda y fue en ese lugar donde conocí el fervor por Francescoli como jugador de River. Con 17 años mi conocimiento sobre las ligas internacionales era casi nulo, confundía algunos equipos chilenos con los argentinos, pero había llegado al país perfecto para ponerme al día.

Luego de trabajar durante la semana en el campo de la familia Blanchard, los fines de semana mi madre me llevaba a la ciudad. Ahí conocí a Patricia y a sus hijos Oscar y Enmanuel, sin imaginarlo también conocí a Enzo Francescoli, estaba pegado en la pared, tenía la camiseta de River con el logo de cerveza Quilmes y la mirada fija en el balón. ¿Hincha de qué equipo eres? Me preguntó Oscar. Entre la timidez esbocé Alianza Lima, para mi sorpresa reconoció el equipo y me habló de Waldir Saénz.

Enzo inmortalizado en un póster.

Con los días me hice amigo de Oscar y Emmanuel y fui descubriendo la pasión que viven los hinchas por su equipo en Argentina. Cuando River jugaba, Oscar se ponía la camiseta número 9, la misma que llevaba Enzo en la cancha; esas tardes parecían interminables, Oscar sufría cada partido y celebraba cada jugada. “Ché, vite cómo bajó el balón con el pecho, parece que tuviera una almohada”, me decía con una vibrante mirada de admiración por Francescoli. “Edu, tenés que hacerte de River, mirá que la camiseta tiene los mismos colores que Perú”, me repetía.

Cuando River ganó la Copa Libertadores en 1996 la alegría no le cabía en el pecho. Como de costumbre la ceremonia para ver los partidos era con la camiseta número 9 de River. Al llegar a su casa en el barrio de Villa Piazza sabía que lo encontraría en la misma silla de su cocina mirando el televisor y bebiendo jugo antes del partido.  Esa tarde gritó los goles de Hernán y elogió el gran pase que le puso Francescoli sobre el travesaño a Crespo; gritó descontrolado: “uruguayo, uruguayo”.

Días después llegó el encuentro entre River Plate contra Juventus en Tokio, la Copa Intercontinental estaba en juego. Ese día también me invitó a ver el partido, la ceremonia se repitió, pero la ansiedad lo carcomía por dentro. Pedía silencio, nervioso frente al televisor plantaba los ojos en su equipo y en voz baja ansiaba que la pelota entrara en el arco del portero italiano Angello Peruzzi. Después de 45 minutos se fueron a los vestuarios 0-0. La fe todavía seguía intacta.

El equipo River Plate de 1996.

En el segundo tiempo Oscar quiso entrar por el televisor para alentar a su equipo, “corré, corré” les reclamaba a Ayala, Sorin y Berizzo. En el minuto 81’ Alessandro del Piero hizo el único gol tras una gran jugada entre Di Livio y Boksic. Bonano voló para su palo izquierdo, pero no llegó. Oscar explotó, la bronca no le cabía en el cuerpo, puteó con toda la amargura, siguió puteando mientras la rabia poco a poco cambiaba a lágrimas. Con el silbato final Oscar apagó el televisor y se quedó sentado en silencio mirando el vidrio oscuro de la pantalla. Lloró sin vergüenza y sufrió como sufren los verdaderos hinchas. Luego de ese partido, el chico de Villa Piazza no salió por una semana de su casa, se encerró a solas como si guardara luto. Dentro de él algo se había muerto.

Al día siguiente compré el diario La Nación y leí “A River sólo le quedó la tristeza y el desconsuelo, sin margen para las excusas ni para los engaños”. Ese desconsuelo fue lo que también conocí, un desconsuelo que un chico de 13 años debía superar desde la calle Sarmiento en Azul.

El manager

Seis veces le ofrecieron ser técnico de River, jamás aceptó. Alejado del fútbol pasa los fines de semana entre el golf y el televisor, pero también sorprende en la cocina “Soy bueno cocinando. No lo hago seguido, pero le pongo garra, soy meticuloso, corto todo chiquito, prolijo, coloco todo en su lugar”. 

Cuando le preguntan sobre su pareja, Enzo menciona: “Mariela siempre fue muy piola, una mina que supo hacer su vida y su profesión más allá de su marido famoso”. Alejado de las canchas, Francescoli sigue buscando algo que lo llene tanto como lo llenó el fútbol. “Siento que todavía no encontré algo que me llene profesionalmente como el fútbol. Como dice mi analista: estoy buscando mi tronco. Pero sé convivir con eso y la paso bien”.

Enzo Francescoli fotografía el estadio Santiago Bernabeu, en Madrid en 2018. Foto: Sergio Perez

Luego de idas y vueltas entre Buenos Aires y Miami, Enzo se convirtió en el manager de River Plate, contrató a Marcelo Gallardo como director técnico, la más exitosa gestión en la historia de River Plate. Desde la llegada de Francescoli como manager de River, el club de Núñez ganó 7 títulos internacionales. Entre ellos figuran: la Copa Sudamericana 2014, Recopa Sudamericana 2015, Copa Libertadores 2015, la Recopa Sudamericana 2016, la Copa Libertadores 2018 y Recopa Sudamericana 2019, la Copa Argentina 2016, Copa Argentina 2017 y la de 2019; jugó la Copa Mundial de Clubes de la FIFA 2015, Copa Mundial de Clubes de la FIFA 2018 y fue subcampeón de la Copa Libertadores 2019. Un rosario de títulos que Enzo sigue cosechando sin pisar la cancha.

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