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Juan Carlos Oblitas, el «Ciego» que las ve todas

Una entrevista publicada hace veinte años en la revista Quehacer tiene increíble actualidad. Señal de lo poco que avanzamos. Oblitas, un grande de nuestro fútbol, señala con inteligencia y lucidez las razones de nuestro atraso.

Carlos Reyna I Abelardo Sánchez León
Lima - 10 abril 2021

¿En qué oportunidad te has sentido orgulloso de ser peruano?

. Porque inmediatamente se me venía a la mente «yo soy simplemente un peruano, y cómo hablan tan bien de mí acá en Bélgica». Yo me fui de Bélgica el 84 y el 93 me invitaron a Lieja a recordar los buenos tiempos; en la carátula de un periódico había una nota sobre mi regreso: «Aquí está otra vez el señor». En ese momento lo que sientes es que eres un peruano y están hablando bien de tí. Pero en estos momentos, ¿de qué te vas a sentir orgulloso? En este momento es duro ser peruano, es muy difícil.

Ahora se van por más tiempo y la mayoría quiere regresar

¿Por qué no le preguntas a Bryce Echenique? Porque él también decía que quería venir a vivir acá y ya se volvió a ir otra vez. ¿Te das cuenta? Creo que quieren regresar, pero quieren regresar por unos días. Cuando ya conoces otras realidades, otras culturas, yo creo que es poco probable que quieran regresar. No creo en eso de que «extraño el cebichito, extraño mi tierra»; hay mucha mentira en esas expresiones, porque al final los últimos no están regresando, se están quedando

¿Qué país es éste, donde su gente quiere irse? ¿Cómo lo ves?

Con amargura, con tristeza, con una amargura tremenda, porque si se quieren ir es porque acá no hay oportunidades de vida. Así de simple.

Oblitas, una estrella indiscutible en la historia del fútbol peruano.

¿Y con los países vecinos? Por ejemplo, un chileno. ¿Cuáles son las principales diferencias entre los chilenos y nosotros en ese aspecto?

Yo creo que ellos sí han captado realmente cómo hacer que su gente se identifique con su país. Y cuando digo ellos, me refiero a las élites de gobernantes, que son las que llevan adelante una política y lo hacen sentir a uno realmente orgulloso de su país. Y ojo que nosotros tendríamos que sentirnos mucho más orgullosos que ellos. Esa es la bronca que me da.

Claro, viven en un desierto

Son una franjita así́ y nosotros tenemos detrás una cultura como la China, la Egipcia, culturas que han sido ejemplos de civilizaciones. Nosotros sí tenemos para enorgullecernos, pero eso lo hemos botado al tacho. Y yo creo que todo eso es producto de la educación. Ése es el gran éxito de los chilenos, la educación que les han dado.

¿Tú sientes una superioridad del chileno frente al peruano?

Yo no me siento inferior al chileno. O sea, yo voy a Chile y así́ como los he requintado y todo, así́ me respetan. Y eso quiero para mi gente, que nos respeten, hay que hacerse respetar. Pero no olvidemos que mientras acá́ el Inca tomaba chicha en vasijas de oro y se vestía con una vestimenta impresionante y se cambiaba dos o tres veces al día, los araucanos vivían calatos. Entonces, ahora por qué no tenemos todavía una identificación real con nuestro país. Y eso es producto, posiblemente, de la educación que nos han dado, de nuestra historia. Siempre ha sido mentira. Partamos por educar a nuestro pueblo y por enseñarles la verdadera historia.

La época de Velasco fue nacionalista y fuimos al mundial dos veces. En la época liberal tardamos 36 años para volver a ir. ¿Encuentras alguna razón?

Yo creo que es una coincidencia. Lo que pasa es que como toda dictadura, el gobierno militar aprovechó bien ese gran momento de los equipos, como hacen todas las dictaduras, que se aprovechan del deporte para una propaganda social, una propaganda para el exterior. Lo ha hecho Hitler, lo ha hecho Mussolini, lo ha hecho Pinochet. No olvides que en la época de Pinochet, Colo Colo llegó a ser campeón de la Copa Libertadores.

El dictador Juan Velasco Alvarado saluda a la selección peruana. foto: El Peruano

Con Videla también…

Esa es una política del dictador, pero fue una coincidencia, porque yo creo que el futbol peruano viene por ciclos y esos ciclos se dan por una camada determinada de jugadores. Por eso, una frustración que yo tuve, fue no clasificar a Francia 98, ese grupo de jugadores yo sí pensaba que podían ir al mundial. Para que vuelva a salir otro ciclo de jugadores pasan muchos años porque no hay trabajo en los clubes. Cuando esos jugadores desaparecen pensamos, como siempre, que como por arte de magia, igual que en la política, alguien va a venir, nos va a hacer tocar el cielo y van a salir los jugadores… Y no es así́.

¿Y qué diferencias encuentras, en términos de personalidades, entre esa camada de los setenta y las posteriores?

– Simplemente la seguridad. No quiero entrar en el tema futbolístico porque formé parte de esa camada, pero jugábamos para ganar. Siempre había un grupo que empujaba al resto. Lo que hubo después fue una inseguridad terrible de los jugadores, una falta de autoestima. A mí se me tildaron de paternalista, pero acá si no eres paternalista, es terrible. El 90% de los jugadores no tiene padre, y a los 20 años deben suplantarlo. Con unos tienes que ser duro, con otros blando; con otros tienes que saber en qué momento comportarte de una manera u otra. Quizá́ en esa selección nos sentíamos dueños de nosotros mismos. Y había muchas diferencias fuera del campo. Hablan de México 70 como «el grupo unido», pero se mataban entre ellos. Cuando entraban a jugar, sin embargo, eran un solo equipo. Raro en el Perú́, porque en el Perú́ si te pones a ver siempre son individualidades, individualmente se ve el progreso o el éxito de una persona.

El éxito trae responsabilidad. ¿Por qué el Perú va a ser siempre el país adolescente? ¿Por qué los jugadores van a ser siempre niños, con ese trato, esa irresponsabilidad que se ha convertido en crónica?

Los peruanos, en general, debemos madurar.

La mamá….

No solamente la mamá…. Por ejemplo, en la Argentina, la familia sale a comer y llevan al niño, y si el niño tiene siete u ocho años, participa y lo dejan hablar. Nosotros nunca. Primero que nada, tenemos empleadas, muy fácil la cosa. Entonces salimos, lo dejamos con la empleada o lo dejamos con la abuelita. A mí me dejan ahora a mis nietos, ¿te das cuenta? No salen con los chicos.

Oblitas, un estratega como director técnico y como dirigente. Foto: el Comercio

El conflictivo. Hay una idea de que el peruano es conflictivo, por lo menos en el terreno deportivo. ¿Es verdad?

Mira: resulta sintomático que hayamos dejado de participar en mundiales desde el momento en que empezaron a surgir los diarios sensacionalistas. ¡Es sintomático! Y yo no he leído nunca eso. Por el contrario, los diarios sensacionalistas sienten que son importantes porque dicen que “cuidan” la vida privada de los jugadores. Yo sí creo que hay en esos diarios una cultura de lo negativo. La cultura de la negatividad se da mucho más en el fútbol como producto de estos diarios. Y lo más grave es que la televisión también ha entrado a eso.

Pero entran como si fueran los moralistas.

Ese es el mayor cinismo que he visto.

¿Cómo ves tú un país que se ha vuelto mediocre en un deporte que es cada vez más exigente?

¿Cómo hacer para triunfar? Yendo al exterior. Nuestro torneo no permite el desarrollo profesional.

Es cierto.

Y los directivos aquí́ están preocupándose de otras cosas, de asuntos secundarios y no se dan cuenta de que ya estamos en el siglo XXI. Mira, al jugador se le critica mucho su irresponsabilidad, su falta de profesionalismo, pero creo que el jugador más bien ha crecido; pero aquí se encuentran con el tope de la mediocridad y dicen «me voy al exterior». Acá, haciendo poco, siempre estás en los primeros lugares, y te acostumbras, te gana desgraciadamente esa actitud. Yo, por naturaleza soy optimista, a pesar de lo que estoy diciendo pero la verdad es que me doy cuenta de que no es tan fácil que cambien algunas cosas.

¿Qué te parece el dirigente peruano?

Los dirigentes no se han dado cuenta de que en Europa los dirigentes ya no existen como tales. Está el presidente, pero, ¿quiénes manejan el club? Lo maneja el Director de Deportes, o el Director de Fútbol, y el equipo técnico. Se han profesionalizado.

En términos personales, ¿cuál ha sido tu experiencia más fuerte en términos de interferencia política en el fútbol?

Con Morales Bermúdez. Mira, a nosotros nos contrataron en las eliminatorias tres cantantes que iban a todos lados con nosotros…

¿Qué cantantes?

Polo Campos, el Zambo Cavero y Avilés. Iban a todos lados con nosotros. Contrataron también al Pecoso Ramírez con las barras y era toda una parafernalia de medios. Ahí había un manejo, yo me daba cuenta perfectamente, pero como ganábamos… Quizá el más sobrio fue Belaunde el año 81. Nosotros íbamos a jugar el partido con Colombia en Lima, estábamos concentrados en el Country y él llegó así, como si nada, a la hora del almuerzo. «No se paren, nosotros nos sentimos orgullosos de lo que ustedes están haciendo y sabemos que en el deporte se gana y se pierde. Ustedes simplemente sigan jugando como lo vienen haciendo». Punto. Se paró, se despidió y se fue. Belaunde tenía otro nivel.

En la época de Morales Bermudez, Polo Campos, el Zambo Cavero y Avilés en el Estadio Nacional.

¿Qué significó para ti aquella foto de Nicolás Delfino y Alfredo González con Fujimori en Palacio de Gobierno?

A mí me dio mucha bronca ver esa foto. Para mí era un signo de debilidad del doctor Delfino. Lo que yo siempre había discutido y discrepado, yo no quería eso. Y cuando la ví dije «perdí». Muy feo, no me gustó para nada esa foto. Fujimori diciéndole al doctor Delfino, presidente de la FPF: «No se preocupe, que va a tener mi respaldo». Y por otro lado diciéndole a Alfredo González, presidente de Universitario «oye, estáte tranquilo, porque si no te vas a joder conmigo». Ése era, claramente, el mensaje. Decirles al hombre fuerte de la Federación y al hombre fuerte, de la U «Fujimori los tiene acá». Hubo una intervención política. Y el que sirvió de intermediario fue Teófilo Cubillas.

¿Tú crees que las críticas contra ti se manejaron políticamente?

Las que provenían de gente del gobierno, sin lugar a dudas; criticarme resultaba popular en ese momento. No te olvides que Raúl Romero —mi mujer vio eso—  cuando me voy de la selección y se oficializa mi renuncia, dijo: «un aplauso porque ha renunciado Juan Carlos Oblitas a la selección». ¿Te das cuenta?

A ti, ¿cómo te ven? ¿Como el «zanahoria»?

No sé si como el «zanahoria», pero como muy serio. Y yo me cago de risa de eso, porque lo que pasa es que yo siempre he puesto una barrera con el periodismo. Una frase de Luis Alberto Sánchez me hizo reaccionar y creo que yo soy así. Luis Alberto Sánchez decía que él era duro, hosco inclusive con ciertos periodistas, porque si no acá te pisan, en Lima te pisan. Entonces quizá yo también puse una barrera y me presentaban como distanciado de ellos.

No es casualidad que siempre a los mundiales clasifiquen los mismos ¿por qué?

Porque tienen cultura, arte, profesionales a carta cabal, son países ordenados, están dentro de la formalidad total. Entonces, no podemos pretender que en un subdesarrollo como el nuestro tengamos el fútbol de Italia. A mí me dicen mucho: «Y Brasil?» Bueno, un momentito, Brasil tiene 200 millones de habitantes y comen futbol desde que nacen, y vayan a ver cómo trabajan. La única manera de que entremos a disputar con otros países es dándonos cuenta de que o hacemos fútbol profesional o nos vamos al diablo.

Tomado de la revista Quehacer / Desco

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