El jurado dice que es usted “un servicio público”, algo así como un hospital o un metro puntual para sus lectores.
Yo creo que el periodismo es un trabajo de atención pública. Es una forma de llevar los datos, la información y las interpretaciones a los lectores. Y en ese sentido tiene un cometido útil. El periodismo tiene un cometido inmediato y creo que sí somos servidores públicos, en la medida en que tratamos de dar los signos de orientación que requiere la gente. Si tú quieres circular por una ciudad tienes que seguir flechas para saber hacia dónde te diriges. Para tratar de circular en el mundo también necesitas flechas y es el trabajo social que hace el periodismo.
Usted es capaz de salir a la calle y convertir cualquier tema en una crónica maravillosa. “Salir a la calle”, casi parece un género en sí mismo.
García Márquez nos enseñó que se puede escribir sobre los temas más variados de la realidad. Si lo sabes ver en cercanía y si sabes distinguir en ellos un sentido del misterio. Hay una crónica suya que se llama No era una vaca cualquiera, que se trata de una vaca que llega a la ciudad de Cartagena, se planta en una esquina y no se mueve de ahí y modifica la vida entera de la ciudad. Ese acontecimiento mínimo que tiene que ver con salir a la calle, con observar un suceso fuera de serie en el orden de lo cotidiano es una pieza maestra del periodismo y creo que García Márquez nos alertó a ver las calles de ese modo. Si tú puedes descubrir en el barrio de siempre algo que te sorprenda, reinventas de alguna manera la realidad. Las grandes lecciones que él recibió como escritor provienen del periodismo precisamente.

Alguna vez le escuché decir que los periódicos cada vez son más delgados y los periodistas más gordos.
Yo decía que los periodistas están cada vez más gordos y los periódicos más delgados, porque los periodistas salen menos a la calle, tienen un trabajo sedentario y los periódicos siguen básicamente lo que ocurre en la red. Creo que en muchas redacciones hay más interés en no perder lo que está haciendo la redacción rival que en descubrir la propia noticia. Y entonces el periodista que antes se ganaba la exclusiva en un bar de mala muerte o estando en una hora extraña en el lugar de ciertos sucesos es cada vez más escaso porque el periodista está anclado frente a la pantalla de la televisión, tratando de escribir en su propia redacción lo mismo que ya están escribiendo otras redacciones para no perder el tono común de la noticia importante. Entonces creo que es muy refrescante regresar a los orígenes mismos del oficio, que tienen que ver con entrar en la realidad. A ver qué sorpresas te depara.
¿Cuál es el estado de salud del periodismo que se hace en español?
Hay una larga tradición de periodismo de altísima calidad que se ha convertido posteriormente en literatura en los grandes momentos. El periodismo es literatura bajo presión y eso lo han demostrado José Martí y Ramón Gómez de la Serna y Ramón María del Valle Inclán y Martín Luis Guzmán y Gabriel García Márquez. Tantísimos otros autores y hoy en día también Alma Guillermoprieto o Leila Guerriero. En fin, una pléyade de muy buenos autores del idioma. Tenemos una extraordinaria salud de los periodistas.
Y la salud de los medios…
Desgraciadamente los medios donde se expresan no gozan de la misma salud, porque es un momento muy complejo en donde los periódicos ya no pueden funcionar como un modelo de negocios independiente. Tienen que depender de recursos que no necesariamente tienen que ver con el propio periódico. Estamos en una situación donde las tecnologías permiten que haya informaciones que compiten con el periodismo serio. Es la era de las fake news y hay también una polarización en la mayoría de las sociedades que hace que los medios se dividan en polos opuestos y aplacen la búsqueda de la verdad para dedicarse más bien a propagandas de uno u otro signo. Entonces, en este ambiente muy complejo, no abundan los medios de calidad, ni es fácil ejercer el oficio y mucho menos vivir de él.

Una vez le reprocharon en el guion de una serie que hacia diálogos demasiado cultos. ¿Cómo se lleva con el género de las series?
Sí, hubo una época dorada de las series y Jorge Carrión escribió un libro sobre este momento que se llamaba Teleshakespeare, que desde el título indicaba que la gran creatividad narrativa estaba en las nuevas series de televisión, porque era un fenómeno totalmente inédito. Entonces proyectos como Los Soprano, Wilder, Breaking Bad, Six Feet Under y otros más renovaron profundamente el arte de contar historias de largo aliento. Pero con la cultura de masas sucede siempre que lo que empieza siendo una vanguardia se convierte muy pronto en una rutina. Pasó con la televisión, pasó con el cine y pasó con el rock y ha pasado con las series de televisión. Hoy en día, cuando llegas con un proyecto, te encuentras con un ejecutivo sorprendentemente joven, lo cual no es un defecto, sino una virtud, pero que no ha escrito ningún episodio en su vida. Y sin embargo, él tiene ideas de lo que quiere el público. Y justamente ponen a gente joven, porque la mayoría de las personas que pertenecen al público tienen esa edad para que valoren lo que es válido y lo que no, y entonces ahí entras en una situación catastrófica por la cual todos los escritores y esa situación te lleva a que lo que tú estás tratando de decir se someta a un criterio industrializado. Entonces es un largo camino de negociación y de pleito. Lo más admirable de quienes logran imponer buenas historias en las series es justamente ese trabajo de pleitos y de negociaciones previo. En lo personal no tengo muchas ambiciones al respecto y creo que el paso por las series fue una hermosa oportunidad de fracasar.
Y sobre fútbol, ¿cómo ve un Mundial que se celebra en Qatar?
Con lo que la FIFA se ha convertido en una asociación muy cuestionable. Ha hecho pactos con jerarcas tan impresentables como Putin, que fue el gran anfitrión del Mundial anterior. O como Qatar, que es un país que viola los derechos humanos. Se va a jugar en estadios con aire acondicionado porque las temperaturas ambientales hacen inviable el juego del fútbol. Entonces, el deporte organizado ha llegado a un gran momento de delirio. La FIFA fue investigada hace algunos años por el FBI, con lo cual terminó el mandato de Blatter. Y de manera selectiva, se castigó a dirigentes de América Latina. Si Michel Platini, que era el segundo de abordo, hubiera sido paraguayo, estaría en la cárcel o por lo menos invalidado para ocupar cualquier cargo. Más allá de esta desgracia, la magia sigue ocurriendo en las canchas. El fútbol es esa corrupción, pero también son las asistencias maravillosas de Kevin de Bruyne, las jugadas impredecibles de Lionel Messi, las descolgadas en punta de Foden y todo eso lo podremos ver en el Mundial. El Mundial de Qatar será uno de los más contrastados de la historia, porque es un país que no lo merecería por el tipo de Gobierno que tiene y por la poca relación que ha tenido con el fútbol. Pero así de loco está el mundo del fútbol, claro.