Julio Grondona: el último enemigo del VAR y el destino final del anillo “Todo pasa”

En un nuevo aniversario de su partida, quien fuera su vocero en la AFA cuenta reuniones e intimidades del hombre que más poder acumuló en el fútbol argentino hasta convertirse en figura clave en la FIFA.

Cherquis Bialo
Buenos Aires. - 1 agosto 2021

Miro hacia atrás y recorro la geografía de su rostro en el descanso final. Y veo en cada arruga, en cada pliegue, un mundo que jamás quiso contar. Se cumplirán siete años de su muerte y su nombre sostiene la vigencia de una leyenda sin tiempo.

Grondona fue más grande por lo que calló que por lo que dijo. Y jamás dejó de pensar en el futbol de cualquier rango: desde la elite del mundo hasta la D nuestra. Tenía identidad para decirle “cagón” a Blatter –cuando contrató al FBI-, “boludo” a Platini –cuando quiso ser presidente de la FIFA- y ” yo no soy buche” – el día que lo interrogó el fiscal del FIFA Gate, Michael Garcia- quien no halló ningún cargo contra Grondona en su expediente de 990 fojas.

A este tipo de mitos hay que evocarlos a través de hechos anecdóticos pues la suma de su todo es la que construye a los diversos Don Julio que vivieron 83 años dentro de una sola humanidad. Comencemos por el más joven, el inicial, el hincha y dirigente de Independiente que al mismo tiempo construía el club de sus amores familiares: Arsenal. Podría afirmarse que su primer acto trascendente como dirigente del Rojo fue así:

Julio Grondona en sus comienzos como dirigente.

La máxima estrella del futbol mundial de los 60′ era Pelé y gracias a su magia el Santos llegaba casi siempre a la final de la Copa Libertadores. Después de imponerse a Boca en 1963 por 3 a 2 en el Maracaná y por 2 a 1 en la Bombonera (los 3 goles de Boca los marcó Sanfilippo), Don Alberto J. Armando –presidente de Boca- quedó muy disconforme con la actuación del árbitro, el francés Marcel Albert Bois. Era una época en la cual la Confederación Sudamericana, prefería contratar referís europeos, pues al arribar siempre a las finales clubes de Brasil, Argentina o Uruguay, todos concordaban en que se requería de una autoridad y experiencia que por entonces no podían ofrecer otros árbitros de países sudamericanos. Serían esos jueces quienes dirigirían los partidos de ida y vuelta garantizando la total transparencia; y en caso de igualdad de puntos, la copa se dirimiría en un tercer y definitivo encuentro en un escenario neutral y arbitrado por el mismo juez.

Fue por tal razón que Armando le comentó a don Herminio Sande –presidente de Independiente – que Pelé tenía “comprados” a los referís europeos. Y puesto que Independiente habría de disputar la semifinal del 64 contra el Santos, le recomendó a Armando ”que le prestara atención al referí” que pudiere contratar la Confederación. Fue en tales circunstancias que Don Herminio –un extraordinario dirigente- reunió a la subcomisión de futbol profesional del club y preguntó si alguien conocía a Arthur Holland, el juez inglés contratado para dirigir la ida en el Maracaná, la vuelta en Avellaneda y el Centenario de Montevideo en caso de un tercer partido.

Saltó de su ferretería de Sarandí hasta la vicepresidencia de la FIFA con sede en Suiza.

Un joven dirigente de 33 años llamado Julio Humberto Grondona sorprendió a todos al decir: “Si ellos tienen al árbitro vayamos por los jueces de línea”. Luego aceptó encargarse del asunto sin necesidad de dar explicaciones y voló a Rio antes que el plantel. Era su primer viaje en avión… Siguiendo las instrucciones de Sande, el joven Grondona tomó contacto con un amigo de Alberto J. Armando muy vinculado al arbitraje de la región. Y juntos lograron entrevistarse con los dos jueces de línea oriundos de un país sudamericano limítrofe de Argentina y Brasil. La reunión resultó “exitosa” aunque en realidad Pelé no tenía a los árbitros comprados como se rumoreaba en toda Sudamérica. Ocurría que los referis que venían de Europa – y aún de otros países de la región- querían tener fotos, autógrafos, alguna camiseta o un balón firmado por Pelé. Y éste iba “generosamente” antes de los partidos al vestuario de los jueces con su mejor sonrisa y se prestaba a todos los requerimientos aún cuando no jugara por alguna lesión, como en este caso.

El partido de ida estaba 2 a 2 con goles de Pepe y Almir para el Santos y de Mario Rodríguez y Bernao para Independiente. Ocurrió en el entretiempo el momento más difícil para Grondona pues debió enfrentar al Colorado Giudice – el recordado y entrañable técnico del Rojo – para decirle: “Don Manuel, no me pregunte nada pero cambie la táctica para el segundo tiempo pues no habrá offsides, el linesman que marca nuestro ataque no va a levantar su bandera, metale centros y centros Don Manuel, yo sé porque se lo digo”.

Giudice echó del vestuario al intrépido Grondona, pero le pidió a Mori – que reemplazó a Acevedo- que se adelantara y se juntara con Bernao, Mario Rodríguez, Luis Suárez y Savoy. A los pocos minutos de comenzar el segundo tiempo, Don Julio abandonó su platea y regresó al vestuario a fumar un cigarrillo tras otro y a guiarse por el sonido de la multitud. Si escuchaba la explosión de los 85.000 espectadores significaba que habría un gol del Santos.

Pero si dominaba el silencio, era que su equipo sostenía el valiosísimo empate, resultado que lo ponía con grandes chances cuando se jugara la revancha en Avellaneda, el 22 de Julio de 1964. Al escuchar el ruido de los tapones en el piso y ver la sonrisa de los jugadores al llegar al vestuario, Grondona los fue abrazando y le dijo al capitán Maldonado: “Los felicito, los felicito, este empate vale oro, ahora que vengan a Avellaneda”

-¿Qué empate Julio? Ganamos 3 a 2…

Grondona no sabía que Luis Suárez – quien cumplía 22 años ese 15 de Julio – había enmudecido a la multitud marcando el tercer gol a los 89 minutos con 40 segundos – en dudosa posición- con el cual Independiente se había impuesto al Santos y en el Maracaná por 3-2. Fue tanto el dramatismo que en el último ataque de su equipo, Savoy, quien se creyó en posición adelantada, prefirió tirar el balón – el único con el que se jugaba por aquellos años- a lo más alto de la tribuna en lugar de probar al arco, pues ya en tiempo agregado quiso evitar que el arquero Gilmar sacara rápidamente y generara un contragolpe. Ese año Independiente se consagró campeón ya que le ganó la revancha al Santos (2-1) y a Nacional de Montevideo (0-0 y 1-0) en la final.

Fue desde ese dia y hasta su muerte (30-7-2014) que cuando a Grondona los dirigentes le pedían por algún árbitro, él les respondía: “No te preocupes tanto por el pito, cuídate de los de las banderitas, yo se porque te lo digo…”. Pero jamás le contó a nadie los pormenores de aquella historia pues decía que “había secretos que había llevar a la tumba…”.

Quien hubiera dicho que 50 años después el mismo hombre habría de afrontar su última lucha en la FIFA y que tras su muerte todas sus banderas fueran arriadas. En el marco del Congreso de junio de 2011 en Zurich, Grondona manifestó pública y privadamente todo lo que no quería que la FIFA considerara. Y algunas de esas cuestiones fueron:

– No discutir a Rusia como país organizador del Mundial de 2018,

– Impedir que el Mundial del 2022 se dispute en Qatar y trabajar políticamente para que se realizara en los Estados Unidos ya sea con México

y/o Canadá o de manera exclusiva,

– No darle lugar a la tecnología en el futbol (VAR) pues su límite de admisibilidad sería un chip en el balón para despejar todas las dudas en los goles y negociar por más árbitros pero solo en el campo de juego,

– Y una vez redireccionada la sede del 2022 hacia Estados Unidos y reafirmar a Qatar para el 2026 no aceptar ninguna modificación a las reglas de juego, a su espíritu y a su esencia. O sea, nada de tiempo muerto, hacer los laterales con los pies o con las manos, detener el reloj como en el basquetbol para jugar dos periodos netos de 20 minutos, hacer 10 cambios de jugadores, sacar la regla del off side, entretiempos de 20 minutos y prohibir los empates.

Grondona junto a Blatter en el congreso de la FIFA.

Estos ítems que hoy están en superficie, comenzaron a discutirse a partir defebrero de 2011. Y era Grondona quien por estar a cargo de las finanzas de la FIFA debía considerar estas aspiraciones modificatorias. Las mismos provenían de las más importantes cadenas de la televisión de los Estados Unidos. Era costumbre de Don Julio invitar a testigos calificados para cada una de estas juntas que se realizaban siempre en las reuniones de la FIFA en Zurich. En febrero de ese 2011 el testigo fue Angel Maria Villar de la Real Federación Española de Fútbol; en marzo y abril estuvo Marco Villiger, cabeza de los abogados de FIFA (luego pieza clave en la investigación del FIFAGate), en mayo y junio estuvieron Villar, Villiger y el escribano Fernando Mitjans, entonces vicepresidente del Tribunal de Apelaciones de la FIFA y actual presidente del Tribunal de Disciplina de la AFA.

Los ejecutivos de estas importantes corporaciones asediaban con esmero a Grondona para que los escuchara antes de las reuniones, querían proponerle algo en “privado”. Fue así que la noche previa al Congreso de la FIFA de junio de 2011, estos importantes ejecutivos esperaron como tres horas a Don Julio. Lo hicieron en en el lobby del hotel Baur Au Lac con el fin de explicarle bien el sentido de las modificaciones que querían implementar y por las cuales la FIFA recibiría más del doble del dinero por la venta de los derechos de la televisión. Llevaban sus computadoras y su pendrive para exhibirle a Don Julio el power point en la pantalla.

Grondona le pidió a Mitjans que le hiciera de traductor aun cuando ellos traían el suyo. Y después de escucharlos les dijo: “les doy la oportunidad de decir esto mismo mañana en la reunión plenaria”, ¿qué le parece profesor?, le preguntó con intencionada suficiencia a Mitjans…Y éste le respondió: “Después de escuchar esta hora y media a estos muchachos me parece que lo que buscan es una sábana blanca para vestir de santos la corrupción arbitral y el amaño de los partidos…”, le respondió Mitjans.

El famoso anillo del “Todo pasa” se lo quitó diez días antes de morir. Nunca fue encontrado.

Al día siguiente a las 9, Blatter abrió el Congreso y a las 9:03 Grondona pidió la palabra fuera del Orden del Día. Una vez concedida fue hasta el atril y con traducción oficial y simultánea para las 208 delegaciones de igual cantidad de países representados, les dijo:

-Invito a los amigos de la televisión norteamericana que me vienen persiguiendo con sus propuestas que suban, que vengan aquí y se las digan a todo el mundo. Les doy la oportunidad que nos cuenten sobre los cambios que quieren para el fútbol, que expliquen eso de crear la Fundación FIFA para disfrazar no se qué cosa sin rendir cuentas y blanquear dinero, que por favor desmientan las barbaridades que están diciendo sobre mí o vengan y me las digan ahora delante de todos ustedes, que dejen de perseguirme y proponerme coimas y que digan claramente qué quieren hacer con el fútbol, ¿quieren que lo juguemos con una pelotita de golf y arcos de rugby?, ¿quieren tiempo muerto como en la NBA para vender más publicidad?, ¿quieren un show musical de 20 minutos en el entretiempo para tener más tandas?, ¿quieren que haya más apuestas en el fútbol y que la tecnología sea parte de esas apuestas?. Los invito a que suban aquí y digan qué quieren y también para que digan quién me coimeó con 37 millones de dólares. Nada más, si tienen huevos suban y hablen. Gracias, señor Presidente.-

Los ejecutivos de la TV no subieron al estrado y a los pocos minutos se retiraron del recinto…

Aquel Grondona del más alto nivel de la FIFA era el mismo que recibía en su oficinita de la estación de servicio de Sarandí a Pipo Marin y a todos los dirigentes como Pipo Marin que lo quisieran. En este caso era para que la AFA le otorgara un préstamo urgente a Acassuso, pues debía pagar una demanda millonaria por un juicio laboral perdido. Antes que Pipo hablara, Grondona le dijo algunas cosas: ¿”Así que vos permitiste que entraran barras a la AFA para apoyar a Tapia para que sea el presidente de la mesa de la C, un día que yo estaba en Zurich? O más adelante “¿Asi que vos te haces el langa con los pitos de la B y te crees el trompa de la categoría?”. Pipo trató de explicar la situación con simpatía y después vino el pedido del dinero para el club, que Grondona –como siempre- accedió a facilitarle. Antes de despedirse en aquella módica oficinita, el joven presidente de Acassuso le confesó que para salvaguardar su vida debía trasplantarse un riñón y para ello se trataba en la Favaloro. Fue cuando Grondona que lo había retado con dureza, lo sorprendió: “Averiguate y vamos a la Favaloro para ver si te sirve uno mío; si te sirve, te lo dono, total a mi edad…”. Marin jamás olvidó ese gesto y es el único dirigente de la AFA – de todos cuantos ayudó Don Julio- que exhibe un retrato de Grondona en su oficina.

Su muerte quedó registrada a las 12.50 del 30 de Julio de 2014 en el Sanatorio Mitre. Sin embargo había comenzado a abandonar la vida dos años antes, el 16 de Junio del 2012, tras el fallecimiento de su esposa Nelly. Esa ausencia le quitó sentido a su existencia. Y solo lo mantuvo vivo la esperanza de ganar el Campeonato del Mundo del 2014 en Brasil y ver a su “hijo” Lionel Messi levantar la Copa. El doctor Reimundo Vigo, algo más que el médico de la familia de toda la vida, fue el único testigo del día en el cual Grondona decidió morir. Eso ocurrió el domingo 20 de Julio de 2014 cuando caminando por su casa de campo para ver una nueva plantación de ajíes de 20 metros por 10, Grondona exclamó sollozando: “¡Cómo extraño a Nelly¡”. El doctor Vigo intentando llevarle consuelo le respondió: “Ya pasará Julio, ya pasara”. No hubo caso, Grondona se quitó el anillo que decía “Todo Pasa” y lo arrojó llorando hacia el nuevo sembrado repitiendo: “Este dolor no pasara nunca, nunca”.

A los diez días murió y el anillo jamás fue hallado.

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