La insólita historia de Stringa, el defensa que se convirtió en arquero

Esta semana River Plate tuvo quince contagios por coronavirus. Se quedó sin sus tres arqueros y el mediocampista Enzo Pérez fue al arco. Aquí la historia de su antecesor.

Andrés Burgo
Buenos Aires. - 23 mayo 2021

Así como Enzo Pérez o Milton Casco se convertirán hoy en el arquero más exótico de la historia de River y la Copa Libertadores, el domingo 5 de diciembre de 1976 ocurrió algo similar en la Primera División del fútbol argentino. “Me acuerdo de la fecha porque era el casamiento de mi hermano, Osvaldo, y yo estaba en La Plata para su fiesta. Sonó el teléfono y atendió mi viejo: me dijo que alguien de Aldosivi había llamado porque tenía que salir de urgencia para Rosario”, recuerda Horacio Stringa, marcador central de largo recorrido en el fútbol marplatense en los 70 y 80, ahora de 68 años, en las horas previas a que su aventura sea repetida por un futbolista de campo de River. “Creo que esta noche vas a atajar contra Rosario Central”, le agregó su padre, Pedro Luis, sorprendido, tras cortar la comunicación. “Y yo le respondí que debía estar equivocado pero él insistió que sí, que le habían dicho que yo tenía que atajar porque no había arquero. Y era cierto”, se ríe Stinga, protagonista de un antecedente con muchas semejanzas al que hoy, 44 años después, vivirá -o sufrirá- River.

La anormalidad con la que Casco o Pérez tendrá que lidiar esta noche ya le ocurrió en 1976 a una de las figuras de aquel Aldosivi que alternaba victorias y derrotas en el Nacional de Primera División. Rubio, melenudo, con barba y buen porte físico, Stringa cumplía todos los requisitos de un defensor férreo, áspero, difícil de eludir. Formado en las inferiores de Alvarado, club para el que también había debutado en la liga marplatense, “el Ruso” pasó a préstamo al Tiburón para reforzar al plantel que debía jugar en la máxima categoría del fútbol argentino en el segundo semestre de 1976.

Su debut en Aldosivi fue diez días antes del comienzo del Nacional, el 1º de septiembre, en un amistoso 1-1 contra el Boca que terminaría ganándole la primera final de la historia a River, el 22 de diciembre de 1976. “Jugué muy bien y, como Boca estaba buscando un reemplazante para un central, Pancho Sa, el presidente Alberto J Armando vino a Mar del Plata para preguntar por mi pase. Al final pidieron una barbaridad y no se dio”, reconstruye el marplatense al otro lado del teléfono, mientras de fondo la televisión informa de las peripecias de River en la Libertadores. Stringa jugó para Aldosivi las primeras siete fechas del Nacional contra San Lorenzo de Mar del Plata (victoria 3-1 de Aldosivi en el clásico local), Sportivo Patria de Formosa (3-1), All Boys (4-0), Unión (0-2), Huracán (0-3), San Martín de Mendoza (1-0) y Rosario Central (1-1), partido en el que sufrió un desgarro y fue reemplazado por José Ruiz.

Stringa marca a Haber Mastrángelo. Foto archivo: Diario La Capital de Mar del Plata.

La revista Goles lo incluyó en el seleccionado del torneo junto a figuras de la época como Hugo Gatti, de Boca, y Daniel Passarella, de River, pero la recuperación fue más larga de lo esperado y Stringa no jugó los siguientes ocho partidos, en los que Aldosivi pareció sentir su ausencia: el equipo, tras haberse entrometido en la punta en las siete fechas iniciales (cuatro triunfos, un empate y dos derrotas), se desplomó en las siguientes ocho presentaciones (un triunfo, tres empates, cinco derrotas). La salud defensiva de sus compañeros también estaba alterada: Aldosivi había pasado de recibir ocho goles con Stringa en campo a 16 sin su presencia. Los marplantenses caían tan en picada que, entre la 13ª y la 15ª fecha, acumularon goleadas 1-4 contra Unión, 1-4 frente a Huracán y 2-5 ante San Martín de Mendoza.

Algo andaba muy mal en el Tiburón pero no era únicamente la ausencia del “Ruso”: al comienzo de la segunda ronda también se había lesionado el arquero titular, Jorge Riolfo, y en su reemplazo había ingresado el suplente, Ricardo Yori, blanco fácil de los delanteros rivales. Encima el tercer arquero, Juan Carlos García, había dejado el plantel tras pelearse con el técnico, Roberto Saba, por lo que Stringa, mientras terminaba de ponerse a punto para volver a la defensa, se sentaba en el banco de suplentes como el guardameta de relevo.

“En las prácticas me gustaba atajar -explica Stringa-. Me ponía los guantes y me defendía. Incluso yo había comenzado en las inferiores de Alvarado como arquero, pero un día faltó un central, lo reemplacé y nunca más dejé de la defensa. Aldosivi por supuesto me llevó como defensor y venía bien hasta que me lesioné. Era el número 2, jugaba de líbero en una defensa de cuatro. Que Saba me pusiera como arquero suplente mientras me recuperaba era un formalismo, porque alguien debía hacerlo, y de los tres arqueros del plantel sólo había quedado uno disponible. Pero que yo atajara en Primera no lo esperaba”. Y entonces llegó aquel 5 de diciembre de 1976, la fecha en que Aldosivi anticipó lo que River vivirá este 19 de mayo de 2021.

“Me fui a La Plata para la boda de mi hermano pero tenía pasaje en avión para volar ese mismo día a Rosario -retoma “el Ruso”-. Cuando llegué al hotel de Rosario, el técnico me estaba esperando. Ya estaba alertado por lo que me había dicho mi viejo aunque no creía que fuera posible. Pero ahí mismo Saba me dijo que el arquero Yori (el que venía reemplazando al lesionado Riolfo) había tenido un enfriamiento y no había viajado. Que contra Central tenía que atajar yo porque no había otro. Me preguntó si me animaba. Le dije que sí, pero que había que ver si él se animaba a ponerme. Que el problema lo iba a tener él si nos iba mal. Me terminó diciendo ‘haga lo que pueda’”.

Faltaban tres fechas para que terminara el Nacional 76. El partido se jugaría en la cancha de Newell’s porque el Gigante de Arroyito estaba en refacciones para el Mundial. Aunque Central peleaba el pase a los cuartos de final, no parecía haber mucha expectativa, al menos se deduce por el magro expendio de entradas: sólo se vendieron 1.830. Pero el sistema nervioso de Stinga estaba activado, fuera de normalidad: “Fue un momento de mucha tensión -reconstruye-. Yo tenía experiencia de haber atajado en inferiores, pero en Primera nunca, y es algo muy diferente. Salir del hotel, cambiarse y ponerse los guantes, todo eso fue jodido. Por eso cuando vi al pibe Leo Díaz el otro día, antes del superclásico, me hizo acordar a lo que me tocó a mí. Le veía la cara al pibe cuando entró a la Bombonera y estaba nervioso, algo muy normal. No sé si ahora le va a tocar a Casco o a Enzo Pérez, pero seguro que voy a entender ese sentimiento de nervios”.

Aún más curioso fue el contraste que, del otro lado del principiante, en el arco de Central estaba un futuro campeón del mundo, Héctor Zelada, el santafesino que, a pesar de no haber jugado ningún partido para la selección argentina, sería el tercer arquero de la selección en México 86. “El 9 de Rosario era Raúl Agüero, un delantero muy peligroso. También estaba uno de los hermanos Killer (Daniel)”, recuerda el arquero menos esperado del fútbol argentino. Aldosivi se mantuvo en partido durante los 90 minutos hasta que, recién a los 44 del segundo tiempo, Central llegó al 3-2 final a través de un gol del chaqueño Oscar Palavecino.

“Nos expulsaron a un defensor sobre el final y ahí nos hicieron el último gol, incluso llegué a tocar la pelota, pero pegó en el palo y entró -recuerda el antecesor de Enzo Pérez o Casco-. Igual atajé bien, estaba conforme, si hasta los dirigentes nos dieron el premio que nos hubiese correspondido por el empate, como una forma de agradecimiento por el partido. Yo pensé que ya estaba, que había atajado una vez y se acababa el chiste, pero no. Al martes siguiente, en el primer entrenamiento de la semana en Mar del Plata, el técnico encaró al arquero que se había descompuesto y le dijo ‘a usted no lo quiero ver más, me quedo con Stringa’. Faltaban dos partidos para que terminara el torneo, contra Vélez y Platense”.

La extraña historia de un futbolista de campo atajando desde el arranque fue reconstruida en 2020 por Víctor Molinero, periodista de La Capital de Mar del Plata, que incluso encontró en el archivo del diario imágenes de Stringa en aquel partido contra Vélez, su segunda vez con guantes y debajo de los tres palos. “El arquero de ellos era (Julio César) Falcioni -dice el “Ruso”-, pero no recuerdo haber hablado con él. Lo espectacular fue que no me hicieron goles: empatamos 0-0. En una de las fotos que publicó La Capital estoy tapándole una pelota al 9 de Vélez, (Omar Pedro) Roldán”. El partido no se jugó en el estadio Mundialista, todavía en construcción para el Mundial 78, sino en el General San Martín. En las magníficas imágenes encontradas por Molinero se ven tribunas semivacías: según el reporte de AFA solo se vendieron 783 entradas, un pobre marco para lo que fue una actuación sensacional de Stringa: la revista El Gráfico lo eligió de figura.

Stringa achicando ante el remate del delantero de Vélez. Foto archivo: Diario La Capital de Mar del Plata.

Sigue el recuerdo del héroe por tres partidos: “En la última jugada, un pelotazo me dio en la cara porque no llegué a poner las manos pero igual evité el gol. El tema fue que quedé groggy y me llevaron al hospital a hacerme una resonancia. No era nada al final y encima evité la derrota”. Aunque el campeonato tenía sus motivos para llamar la atención (no sólo Boca y River se encaminaban hacia la final, sino que un tal Diego Maradona acababa de debutar en ese Nacional 76), la novedad del defensor-arquero no pasaba desapercibida.

“Nuestra despedida del torneo era contra Platense, en cancha de Chacarita, un viernes por la noche, que en esa época era el partido televisado de la fecha. Antes de empezar, Enrique Macaya Márquez, el comentarista de la transmisión, me hizo una entrevista por la rareza de mi caso, de jugador que había pasado a ser arquero”, dice Stringa, que en la actualidad trabaja en comercio. La progresión de Aldosivi con él como arquero improvisado fue absoluta: los marplatenses vencieron 2-1 a Platense en su primer triunfo en Buenos Aires en el torneo (ya le habían ganado 2-1 a Boca en la Bombonera en el Nacional del año anterior) para terminar quintos en un grupo de nueve equipos. La insólita apuesta del técnico Saba había salido bien. Si a Aldosivi le habían convertido 13 goles en los tres partidos previos a la reconversión de Stringa, con el defensor ya reciclado en arquero sólo le anotaron cuatro veces en tres fechas. Pero el antecesor de Pérez o Casco ya no volvería a usar las manos.

“Tampoco jugué más en Aldosivi, ése fue mi último partido, que ironía, ¿no? -dice-. Mi pase era de Alvarado y, aunque hubo intereses de otros clubes de Buenos Aires, seguí jugando en mi ciudad. Pasé a San Lorenzo de Mar del Plata y me quedé hasta 1982. Salí campeón local y volví a jugar Nacionales de Primera División pero ya como defensor, ahora como stopper. Me tocó marcar al Beto Márcico cuando recién empezaba en Ferro, en 1980”. Los futboleros más memoriosos seguramente recuerden dos goles de Diego Maradona contra San Lorenzo de Mar del Plata en un triunfo de Boca 7-1 en la Bombonera, en el Nacional 81, pero el “Ruso” no fue víctima del ídolo, ni como defensor ni como arquero.

Stringa totalizó 19 partidos en Primera División: 11 para Aldosivi y 8 para San Lorenzo de Mar del Plata, 16 como defensor y 3 como arquero. Aunque ocurran cada tanto y siempre llamen la atención, el fútbol está lleno de casos de futbolistas de campo que se calzan los guantes para contrarrestar una emergencia en medio de un partido. En River, por ejemplo, hay 26 antecedentes desde su fundación, el último en 2002, en un triunfo contra Racing en el que Martín Demichelis debió improvisar bajo los tres palos. Pero defensores, mediocampistas o delanteros que hayan atajado todo el partido, durante el profesionalismo del fútbol argentino, sólo ocurrió dos veces: a la triple aventura de Stringa le antecedió la de Ignacio Díaz, un defensor de Rosario Central que en 1940 empezó y terminó atajando un partido contra Estudiantes, según recordó en estas horas el historiador Oscar Barnade.

Stringa, a sus 68 años, sigue jugando al fútbol todos los fines de semana, ahora con sus amigos en la Villa Marista de Mar del Plata. Empezó como defensor y ahora es arquero. “La verdad, a mí siempre me gustó el arco”, se despide el hombre que hoy podría asesorar por Zoom a Casco o Enzo Pérez. Aunque sea hincha de Boca.

Tomado de TyC Sports.

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