Semanas atrás, Antonio Carlos Cerezo fue invitado al programa de televisión Bem Amigos, una mesa redonda sobre fútbol de excelente audiencia. Durante tres horas, Toninho Cerezo conversó sobre sus comienzos en el deporte, la primera convocación a la selección, la derrota en el Mundial de España, la experiencia en el fútbol italiano, la alegría de jugar en el São Paulo, su despedida de los gramados, el futuro del fútbol brasileño, entre otros temas.
Lo que no contó fue su pasado circense antes de comenzar en los juveniles del Atlético Mineiro. Con el nombre artístico de Dureza, Toninho fue payaso de circo durante su infancia y adolescencia. Su papá, Antonio Cerezo era el payaso Moleza, conocido personaje de la extinta TV Itacolomi y de los circos del suburbio de Belo Horizonte. Cuando Moleza iba a trabajar, siempre estaba acompañado de su hijo, disfrazado de payaso. Su mamá, Helena Robattini, nació en Hungría y fue actriz de cine y televisión, pero tuvo que alejarse del medio cuando su esposo tuvo un infarto y falleció. Toninho tenía ocho años y dos hermanos menores.
El niño le dijo a su madre que continuaría la carrera de su padre. Nacía en ese momento el payaso, que pronto se dio cuenta de que la popularidad del papá no era garantía de sustento, pese a que don Antonio les había dejado una pequeña casa en el barrio Jardim Esplanada y una pensión de 40 cruzeiros que no alcanzaba para mucho. Dureza alternaba los estudios y el circo.

En los momentos de esparcimiento, el joven se divertía jugando fútbol en canchas de tierra del barrio donde creció. A los 14 años defendía los colores del Ferroviario, equipo de Jardim Esplanada, presente en torneos amateurs del suburbio de Belo Horizonte. La vida de Toninho Cerezo cambiaría tras una excelente actuación, que despertó la atención del conocido “Zé das Camisas”, un buscador de talentos del Atlético Mineiro, que lo invitó a entrenar con los juveniles del equipo.
Estuvo poco tiempo con los juveniles porque el entrenador de los profesionales, Sinval Martins lo probó en el plantel principal. Se adaptó rápido, pero la dirección consideró mejor prestarlo al Nacional Futebol Clube, de Manaus, entrenado por João Lacerda Filho, más conocido como “Barbatana”, ex técnico del Atlético Mineiro y que sabía quién era ese joven futbolista.
“En los juveniles de Atlético ganaba cien cruzeiros. Fui para Manaus ganando mil. El día que recibí mi primer salario me quedé sorprendido. ¡Mil cruzeiros! Fue increible para mí que nunca había visto más de cien, y que nunca había podido ayudar a mi mamá. Agarré la plata y fui al banco. Separé 150 y mandé el resto a Belo Horizonte. Cuando terminé el trámite, no resistí: estaba ayudando a mi familia. Lloré ahí mismo, en la agencia del banco”, recordó Cerezo en entrevista a la revista Placar.
Roma y Sampdoria
El joven volante ganó experiencia, aprendió a administrar situaciones dentro y fuera de la cancha gracias al técnico Barbatana y, juntos, conquistaron el campeonato Amazonense de 1974. Seguro de que sería un buen refuerzo, Barbatana lo mandó de regreso a Belo Horizonte para que integre el plantel principal, dirigido por Telê Santana. Comenzó como suplente y en poco tiempo conquistó la confianza del entrenador y el cariño de la hinchada. Antes de cumplir 20 años, el flaco de piernas largas, que jugaba con las medias a la altura de los tobillos era titular absoluto.
Durante diez años en Atlético Mineiro, el dueño de la camiseta número 8 fue dos veces subcampeón brasileño (1977 y 1980) y en seis ocasiones campeón Mineiro. Su forma peculiar de correr y conducir la pelota no fue impedimento para que Toninho Cerezo conquistara títulos individuales y un merecido lugar en la selección verde-amarela. A los 23 años fue convocado por el técnico Claudio Coutinho para disputar el Mundial de Argentina. Invicto, Brasil terminó en tercer lugar y la prensa local llamó al Scratch “Campeón Moral”, tras la sospechosa goleada de Argentina a Perú, 6 a 0, que impidió a Brasil disputar la final contra Holanda.

Con la llegada de Telê Santana al comando de la selección, en 1980, Cerezo se consolidó como titular y pieza importante de Brasil antes y durante España 82 – el inolvidable “cuadrado mágico” al lado de Falcão, Sócrates y Zico, eliminado por Italia 3 a 2, en un partido que entró a la historia del fútbol brasileño como A Tragédia do Sarriá. Durante muchos años, la prensa (especialmente la de Rio de Janeiro) culpó a Cerezo por la derrota debido al mal pase que originó el segundo gol de los italianos. “Reconozco el pase equivocado en el fatídico partido contra Italia, pero insisto en afirmar que Brasil no fue eliminado por esa jugada”, recordó. Lesionado, no pudo jugar el Mundial de México.
En 1983, la Associazione Sportiva Roma compró el pase de Cerezo por diez millones de dólares – un récord igualado por la venta de Zico a la Udinese, el mismo año. La adaptación fuera de la cancha demoró un poco por el frio y la alimentación, pero dentro de las cuatro líneas ganó dos Copas de Italia (1984 y 1986) junto a Falcão, Bruno Conti, Francesco Graziani, Agostino Di Bartolomei, Roberto Pruzzo, Carlo Ancelotti y el golero Franco Tancredi. Lo triste fue perder ante el Liverpool, la final de la Liga de Campeones de 1984.
Tras el segundo título en Italia, la Unione Calcio Sampdoria compró los derechos de Cerezo para reforzar el equipo genovés, que ya contaba con Roberto Mancini, Gianluca Viali, Hans Pieter Briegel, Enrico Chiesa, Pietro Vierchowod y Gianluca Pagliuca en el arco. El estadio Luigi Ferraris fue palco de conquistas importantes, como las Copa de Italia 1988 y 1989, la Supercopa de Italia y el Scudetto de 1991, el único en sus 75 años de historia. En Europa, Sampdoria conquistó la extinta Copa UEFA al derrotar 1 a 0 a los belgas del Anderlech, en 1990.

Bicampeón Mundial
Sólo faltó la Liga de Campeones de Europa. Llegaron cerca, pero perdieron la final ante el F.C Barcelona, de Johan Cruyff. Disputado en el estadio de Wembley, el partido se decidió en la etapa final de la prórroga, cuando Ronald Koeman acertó un tiro libre da larga distancia en el minuto 112. Fue la primera y única vez que Sampdoria disputó una final de Liga de Campeones. Tras seis temporadas en Génova, Toninho Cerezo regresó a Brasil.
A los 37 años, el São Paulo Futebol Clube le abrió las puertas. El “Tricolor Paulista” venía de ganar su primera Libertadores y conquistar el derecho de disputar el Mundial de Clubes de 1992, en Tokio, contra el Barcelona, equipo que había vencido a la Sampdoria, en mayo de ese mismo año. “Interesante, ¿no? Creo que los jugadores del Barça nos subestimaron. Estaban seguros de que iban a ganar y que el partido sería fácil, pero dentro de la cancha todo puede suceder y nosotros teníamos un gran equipo, mucho talento y Telê sabía eso. Estábamos muy preparados y por eso ganamos. Fue una realización gigantesca, ¡fantástico!”, recordó Cerezo en entrevista a ESPN Brasil.

Con un plantel joven – el único futbolista con más de 30 años era Cerezo, el Tricolor do Morumbi ganó el bicampeonato de la Libertadores y del Mundial de Clubes, además de otros tres títulos en la temporada 93. Veterano y aún en excelente forma física, Cerezo aceptó la propuesta, por una temporada, para defender al Cruzeiro – archi rival eterno del Atlético Mineiro.
Sin hacerle caso al paso del tiempo, Cerezo regresó al São Paulo para jugar por un año. Luego defendió al América de Belo Horizonte y al Paulista de Jundiaí. Hizo las paces con la hinchada del Atlético Mineiro y se retiró del fútbol, a los 42 años, vistiendo la camiseta del Galo (como es conocido el equipo de Belo Horizonte) en un amistoso contra el A.C. Milan.
Toninho Cerezo nunca más regresó al circo, pero conquistó aplausos y admiradores por donde pasó.