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Lapadula, el camino que lo llevó de ser arquero a goleador

Pasó su infancia bajo los tres palos pero su espíritu goleador lo llevó a vestir la camiseta número 9. Esta es la historia del delantero de la selección peruana que nos llevó a la semifinal de la Copa América.

Redacción ONCE
Lima - 9 julio 2021

Hasta los once años Gianluca Lapadula jugaba en una posición a la que terminaría convirtiendo en su víctima: se ubicaba bajo los tres palos. Sí, el ahora goleador empezó como portieri. A los 12 años salió del pórtico en busca de un nuevo destino. Se convirtió en un aguerrido volante de marca. Gianluca lo cuenta así: “Empecé a jugar de inmediato a los 5 años, pero era portero como mi papá. Yo era un gato entre los postes, pero tenía razón al moverme al frente”.

En su nueva posición de contener el paso de los los rivales empezó a entender la necesidad de la fortaleza en el contacto físico en una cancha. “Con 12-13 años, era un mediocampista que rompía los tobillos”. Luego fue avanzando hacia su destino final. “Hasta los 20 fui extremo ofensivo, hasta que el punto de inflexión fue en San Marino”. El gran salto, el que lo llevó a convertirse en ‘9’, en un centro delantero puro, fue a instancias del entrenador Mario Petrone. El DT lo tuvo en el San Marino Calcio y le dio toda la confianza a un Lapadula de 21 años que marcó 24 goles en esa temporada 2011 para darle al equipo el ascenso a la Serie C. Nunca más se movió de ese puesto y aprendió a jugar con esquemas donde fue el único atacante o compartiendo la ofensiva. Su mejor campaña la tuvo en el Pescara donde fue máximo artillero de la Serie B (30 goles) y consiguió subir a la máxima categoría del ‘calcio’, la Serie A.

Con Pescara fue goleador de la Serie B italiana.

En toda esa ruta que lo llevó de la modesta Serie D a la máxima categoría de la Serie A donde juegan las estrellas que el mundo observa, lo hizo a punta de esfuerzo y sin perder de vista su firme propósito de crecer y triunfar. Lapadula lo recuerda de este modo:  “Incluso en los momentos oscuros y cuando jugaba poco, nunca me desanimé ni me rendí. Siempre me lo he tomado todo de forma soleada y con alegría, el fútbol es mi pasión”.

Con esfuerzo y humildad llegó a convertirse en un crack italiano.
Con su carisma también se ganó el cariño de la hinchada peruana.

Su técnico en el Lecce, Favio Liverani, le contó a ONCE que Lapadula en su paso por ese club jugó 27 partidos y anotó 13 goles. Liverani señaló que “Lapadula es un delantero central muy bueno para atacar en profundidad y proteger el balón. Además, es generoso y un hombre de equipo. Es bromista y muy cuidadoso con el grupo”. Características que, efectivamente, viene mostrando en la cancha y dentro de la intimidad del plantel.

El mismo Liverani, actual técnico del Parma, anticipó que Lapadula “Va a aportar a la selección peruana la experiencia que tiene por los años que lleva jugando en una liga de alta de competencia como la italiana. En mi opinión la selección peruana va a tener un delantero de área potente. Es un jugador que se entrena muy bien”.

Lapadula en el 2016 con la camiseta del Milán contra el Verona.

Lapadula celebra un gol abrazando a su compañero del Lecce.

La descripción del técnico Liverani fue exacta palabra a palabra, sobre todo en dos características centrales: un delantero potente en el área y un jugador que entrena en serio. Una muestra de que Lapadula es un profesional constante: donde va es el mismo, un profesional. 

Así llegó a la selección peruana. Con esfuerzo y con pasión y dispuesto a conocer y defender el país en el que nació su madre. No se preocupó por el idioma porque el futbol es el idioma universal. Sabe italiano e inglés y ambos idiomas de poco le servían en un país que se comunica en castellano. Manejaba apenas algunas palabras de la lengua materna pero desde su incorporación a la selección peruana ha ido incrementando su vocabulario. Ahora da declaraciones a la prensa y se divierte con sus compañeros participando de las bromas.

La costumbre del gol, de Italia a las canchas de Sudamérica.

La elegancia del goleador de la selección peruana.

También comparte con sus compañeros una moda entre los futbolistas: los tatuajes. Gianluca Lapadula no es la excepción. “Tengo cinco. Todos los que tengo tienen un significado especial. ¿El más importante? Las rosas en mi brazo que representan a las mujeres de mi vida: mi mamá, mi hermana, mi esposa y mis niñas”. Sobre sus tres hijas cuenta: “Ayudo a las niñas con sus deberes y juego con ellas. Corren, pintan y derriban la casa: es más complicado seguirles el ritmo que a algunos defensores. Por la noche, sin embargo, disfrutamos de un poco de entretenimiento frente al televisor”.

Lapadula pintando con sus hijas.

Así es Gianluca Lapadula. Un muchacho sencillo que se define de esta manera: “Soy como tú me ves, siempre sencillo y sin filtros. Siempre lo doy todo y me alegra que la gente y la afición aprecien mi forma de ser, por eso se crea un gran sentimiento con toda la afición”.

Sus goles, sus asistencias generosas y la entrega que pone en cada partido, le están abriendo el camino a que la afición peruana lo convierta en su ídolo.

Su presente triunfador en la Copa América.

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