Finalmente llegó el momento que muchos pensamos no habría de ocurrir: la convocatoria oficial de Gianluca Lapadula para un partido de clasificatorias mundialistas.
La llegada del delantero a la selección, nos confirma que el fútbol y el mundo globalizado se han unido y que la tendencia de incorporar a futbolistas de otros continentes ha llegado para quedarse. Ya lo habíamos visto en algunas selecciones. En Chile, el sueco-chileno Miiko Albornoz Inola que jugó en el Mundial Rusia 2018. En Venezuela los suizos Rolf y Frank Feltscher. En Paraguay muchos jugadores argentinos nacionalizados. En Perú nos ha costado dar ese paso y el caso de Lapadula es singular: es el primer jugador que llega a ser seleccionado sin nunca haber jugado en el Perú y que no habla bien el español pero, al ser hijo de madre peruana, tiene el mismo derecho que cualquier otro peruano de jugar por su selección.
Si bien el año 2016, Lapadula decidió no aceptar la invitación de Gareca, esta vez recapacitó y solicitó tener una oportunidad. A su vez, el comando técnico nacional hizo bien en dejar orgullos que no suman y aceptó incorporar a un futbolista que viene jugando de manera regular en la elite del fútbol italiano.
¿Con qué jugador nos vamos a encontrar? Con un centrodelantero que puede jugar solo o acompañado, que tiene como mayor virtud los movimientos cortos en diagonal hacia ambos lados, de preferencia hacia la izquierda porque es zurdo. Tiene velocidad en espacios reducidos y una gran capacidad de desmarque. Define a velocidad de primer mundo, es decir, entiende lo que pide la jugada en términos de velocidad y perfiles. No necesita muchos toques para sacar un remate. Su gol en la fecha pasada de la Serie A fue de derecha —aparentemente su perfil menos hábil— tras hacer una pared y buscando la espalda del defensor para rematar en primera con habilidad y capacidad.
Es un jugador que viene desenvolviéndose hace mucho tiempo a esa velocidad y a ese nivel. Por lo tanto, es un jugador que suma. Lo que queda por ver es su capacidad de adaptación en lo extrafutbolístico en temas de relaciones humanas. Ahí será importante el trabajo de Gareca y de los líderes de la selección para aceptarlo e integrarlo de la manera más fluida posible. Ya los seleccionados han declarado, en más de una oportunidad, que a cualquiera que llegue para sumar en busca del objetivo mundialista le van a dar la bienvenida y no existe ninguna razón para que Lapadula sea la excepción a este caso.
La segunda gran duda es saber si va a arrancar como titular. Ahí nos encontramos con otra situación particular y única: las ausencias de Farfán y Guerrero, los dos por primera vez simultáneamente ausentes en una fecha de Eliminatorias desde que Gareca dirige a Perú. De inmediato surge el nombre de Raúl Ruidíaz, que es un jugador que tiene el privilegio no menor de ser el único futbolista que siempre ha sido convocado (21 fechas). Estuvo ausente únicamente en el último partido con Brasil pero por dar positivo por coronavirus.
¿Quién será el 9 titular ante Chile? En mi opinión, Ruidíaz porque Lapadula tendrá apenas unos cuantos entrenamientos con el equipo y poco tiempo de adaptación. Sin duda que le darán minutos ante los chilenos pero no desde el arranque. Después, ante Argentina, con más días de entrenamiento, tendrá más opción de arrancar.
Lapadula tiene 30 años. Una edad que guarda equilibrio entre juventud y experiencia. No tenemos delanteros de esa edad. Jefferson y Paolo están arriba de los 35 años. Existe un grupo entre los 22 y 25 años que están en proceso de crecimiento. El único delantero centro de selección entre los 25 y 30 años es Ruidíaz. Y ahora se suma Lapadula. En mi opinión, para competir en las Eliminatorias, necesitamos jugadores de esa generación y Lapadula es un buen aporte desde ese punto.
Existe otro aspecto importante. Lapadula va a tener que lidiar con las expectativas altas que existen sobre él. Es un asunto que escapa a su control y es probable que él, por la distancia, no tenga una idea precisa de la dimensión de las expectativas que ha generado. A lo mejor ese grado de inconciencia venga bien, siempre y cuando, a su llegada a Lima, todo lo que se genere a su alrededor se pueda controlar y no termine siendo un factor que lo perturbe. En ese sentido, el comando de la selección debe tener especial cuidado en manejar su exposición con un perfil bajo para que Lapadula tenga tranquilidad y esté dedicado a pensar únicamente en lo esencial: jugar.
Dicho esto, queda darle la bienvenida, aplaudir la gestión suya para sumarse a Perú, la de su entorno y la FPF.