Toda la semana previa se habló, con justa razón, del equipo que venía mejor. A raíz de unas publicaciones en las ahora trascendentales redes sociales, se comenzó a especular sobre la probabilidad que Jefferson Farfán reapareciese después de 10 largos meses de ausencia. A pesar que una lesión en su rodilla derecha hace meses ya lo convirtió en un ex-jugador, un grato recuerdo para el hincha blanquiazul y peruano en general.
También se hablaba mucho de la extraordinaria capacidad de la hinchada blanquiazul de volver Matute una hermosa fiesta, esta vez con una previa gastronómica y llena de activaciones, cada vez que los íntimos juegan en el corazón de la Victoria. Se habló también de las muchas opciones de mediocampo en adelante que tenían los “grones” y la polémica sobre quienes sería los elegidos por Bustos, era el día a día entre los fanáticos blanquiazules.

Casi nadie se preocupaba por el “compadre” que venía de un rendimiento futbolístico sombrío y con controversias dirigenciales desde la venta, poco prolija, de su goleador Alex Valera al fútbol árabe. Por fin llegó el domingo y tal como se esperaba el inicio de la contienda mostraba a Alianza como el claro protagonista que iba a tener la iniciativa de ir por los tres puntos. Por si fuera poco a los 2 minutos los cremas pierden por una lesión a Federico Alonso unos de los más experimentados de la zaga posterior, permitiendo el ingreso de Rugel quién en su debut en un clásico, terminaría marcando el tanto que abrió la senda del triunfo merengue.

En los primeros 15 minutos los íntimos tuvieron, en los pies de Aldair Rodríguez y de Jairo Concha, dos buenas llegadas sobre el arco de un Carvallo que comenzaba a insinuar que sería una de las grandes figuras del partido. A partir de ese minuto el partido se equiparo, cada uno con argumentos muy opuestos pero argumentos al fin. Dos llegadas claras que no supo definir en el puntillazo final el “Chaval” Benavente para los “grones”, mientras que los “cremas” devolvían las visitas con desbordes de Polo y Succar (Ramos nunca pudo detenerlo) y un cabezazo de Rugel que obligó a una gran estirada del portero Campos.

Mientras Alianza trataba de asociarse y triangular para encontrar el espacio por donde penetrar, la propuesta de los de Odriozola era mucho más vertical, esperar bien concentrados atrás y apenas recuperado el balón, buscar la transición rápida hasta los 3 mosqueteros que mando en ataque Compagnucci. Lo de Andy Polo, Alex Succar y “Chiquitin” Quintero, en ese orden de mérito, fue clave para oxigenar a su equipo y ayudarlo a “sufrir” los minutos que el rival embistió alentados por el empuje de su hinchada.

El segundo tiempo parecía que iba a tener una tónica similar pero a los 8 minutos tras una bola parada, previa falta de Ballón sobre Polo, Nelinho Quina logra conectar el balón al pórtico rival y obliga a Campos a una exigida intervención, el rebote lo tomó el debutante Leonardo Rugel y sin miramientos la empujo a las redes. El zaguero que nadie tenía en lista, apuntaba su nombre en el score con mayúsculas y resaltado.

A pesar que faltaban aún más de 30 minutos Alianza nunca llegó a recuperarse de este golpe, aparentemente inesperado en tienda intima, y conforme pasaban los minutos los blanquiazules se diluían en reclamos, desorden y malas decisiones incitadas por confundir velocidad con apresuramiento. Por su parte lo de Universitario partiendo de una propuesta menos vistosa pero bastante sacrificada y ordenada supo adueñarse del gramado victoriano e incluso se dio el lujo a aumentar la ventaja. Esta segunda conquista llego con las características que expuso hoy el cuadro crema, recuperación del balón bola larga para Succar, esté que se buscó la vida ante los dos zagueros blanquiazules y Ramos que termina trabándolo al no poder detenerlo, como fue una constante durante todo el encuentro.

El penal fue convertido con mucha solvencia por el mismo Succar y paradójicamente termino siendo expulsado tras la celebración (por doble amarilla) porque el árbitro interpretó que había provocado a la hinchada local. Quedaban 10 minutos por delante, Bustos miró al banco y decidió lanzar toda la carne a la parrilla. El primero en quitarse el chaleco fue el colombiano Arley Rodríguez y segundos después la caldera íntima explotó cuando el que se paró del banquillo fue el hijo prodigo, Jefferson Farfán iba a enfundarse la blanquiazul luego de 10 meses y despertaba la ilusión de más de 30 mil almas que una remontada histórica podría darse.

Sin embargo, el ingreso de un Farfán algo subido de peso, sin distancia ni fútbol fue totalmente intrascendente. Por el contrario, Compagnucci replanteo correctamente ante la inferioridad numérica e históricamente este tipo de circunstancias se le acomodan a los de Ate. Con un hombre menos, con todo el estadio en contra y bien metidos en su campo para poner la pierna fuerte, y en algunos casos algo más, para defender su portería. En la conferencia de prensa, el referente crema Aldo Corzo dejó un muy buen mensaje “No te voy a mentir, este resultado nos ayuda a quitarnos la espina del clásico que nos ganaron en el Monumental, estamos muy contentos y hoy es momento de festejar. Pero siempre con respeto, las burlas y faltas de respeto generan violencia y el fútbol representa todo lo contrario” ojalá la reflexión del también lateral de la selección peruana cale en el razonamiento y sentir de la hinchada nacional, no sólo la de Universitario.