Los cuatros equipos de Agustín Lozano

Umberto Jara
Lima - 2 agosto 2020

En una reciente columna, Jorge Valdano, en tono pandemia, se refirió a la televisión como “el respirador mecánico que mantiene con vida al fútbol como industria”. Una afirmación incontestable. En un momento sin ingresos por espectadores porque se juega en estadios vacíos y la publicidad de los auspiciadores retrocede más que un equipo defensivo porque la crisis económica ha cortado ese flujo de dinero, la televisión se ha convertido en lo que Valdano llama el respirador mecánico para un fútbol que está en cuidados intensivos y cuya única posibilidad de mantener la respiración proviene de los derechos que paga la televisión.

Esta situación que es fácilmente entendible para cualquier aficionado, no lo es para quienes insisten en transitar por el camino de la corrupción, incluso, cuando el enfermo está grave. Es lo que está ocurriendo en la FPF. La “Liga Insólita” debería ser el nombre del torneo peruano. Mientras las grandes ligas del mundo se están sosteniendo con las transmisiones televisivas en medio del vendaval de la crisis mundial, en el Perú el presidente de la FPF, Agustín Lozano, ha generado un quiebre en el tema televisión y el torneo nacional tendrá esta insólita característica: competirán 20 equipos, pero solo se transmitirán los partidos de 16 equipos porque hay 4 sin derechos de televisión. ¿Por qué? porque Lozano no quiere o, más bien, quiere armar un negocio propio a costa de los derechos de televisación de cuatro clubes.

Para que se entienda el asunto. La FPF tiene la pretensión de manejar directamente todo lo referente a los derechos de televisión y ser ella quien reparta el dinero a los clubes. Si esto ocurriese sería un descalabro total para el fútbol peruano porque una administración investigada por actos de corrupción, es la menos indicada para esa tarea. Afortunadamente, los 16 clubes nacionales que hoy tienen derechos televisivos pudieron mantener sus contratos porque los habían firmado con anterioridad, excepto cuatro que provienen de la Copa Perú: Alianza Universidad (Huánuco), Deportivo Llacuabamba (La Libertad), Fútbol Club Carlos Stein (Chiclayo) y Atlético Grau (Piura). Y aquí se inicia una historia absurda.

La mano de Lozano impide la negociación televisiva de cuatros equipos.

Los equipos que patrocina la FPF

En diciembre del 2018, Alianza Universidad ascendió a primera tras ganar el cuadrangular final de la Copa Perú. En diciembre de 2019, en medio de denuncias y reclamos, la FPF decidió ascender a Carlos Stein dándole el título de la Copa Perú. Once días después, Atlético Grau y Deportivo Llacuabamba lograron el acceso a la máxima categoría gracias a un sospechoso encuentro: necesitaban empatar para ascender y solo remataron dos veces al arco en todo el partido.

Así llegaron los cuatro equipos a jugar en la Liga 1. En el tema de los derechos televisivos, el primer problema surgió cuando Alianza Universidad no llegó a un acuerdo con la empresa Movistar y la dirigencia del club huanuqueño decidió algo que muestra el nivel folclórico de ciertos equipos: los encuentros se transmitieron hasta en tres páginas de Facebook.

Para este 2020, en las primeras cinco jornadas pre-pandemia, Alianza Universidad, Carlos Stein, Deportivo Llacuabamba y Atlético Grau no lograron tener contratos para las transmisiones televisivas y, a puertas del reinicio del campeonato, siguen sin tenerlos. ¿Por qué? porque Agustín Lozano ha impedido que puedan llegar a acuerdos amenazando con sanciones a los clubes bajo el criterio de que el dinero que la televisión otorgue debe ser negociado por él, tiene que pasar por su escritorio y él tiene que repartirlo.

Los cuatro clubes recién ascendidos a la Liga 1.

Si bien el torneo peruano, llámese Descentralizado o Liga 1, siempre ha pertenecido a la FPF, durante los mandatos del ex presidente Manuel Burga se decidió algo importante: que sean los propios clubes quienes negocien sus contratos de televisión con las empresas que considerasen convenientes. Eso sí, cada institución debía entregar el 10 por ciento de sus ingresos por televisación a la FPF. Un sistema que permite que el dinero llegue directamente a quienes generan el espectáculo: los clubes de fútbol.

Sin embargo, el 14 de octubre del 2019, la FPF aprobó un estatuto modificando este sistema: la propia Federación tomaría el mando de las negociaciones por los derechos televisivos. Es decir, la FPF se propuso a sí misma y se eligió ante sí misma como la intermediaria entre la televisión y el fútbol. Una decisión muy del estilo de Agustín Lozano que exhibe un afilado olfato para ir detectando dónde hay dinero y cómo inmiscuirse para sacar ventajas sin importarle que el fútbol peruano se vea afectado. Aquella aprobación del estatuto encontró una oposición muy dura de los clubes Alianza Lima, Sporting Cristal y San Martín, ante la cual Lozano reaccionó con sanciones arbitrarias en contra de los dirigentes.

La decisión —tomada en base a un estatuto que está en discusión y es objeto actualmente de una denuncia en el Poder Judicial— es a todas luces un intento de negociado de Lozano por cuanto, por ejemplo, la FIFA, que es dueña de los derechos de las eliminatorias, permite a cada federación negociar por su cuenta los derechos con la empresa que consideren les ofrece las mejores condiciones. En cambio, Agustín Lozano ha pretendido erigirse en el gran negociador a nombre de los clubes. Un intento que ha fracasado por cuanto no logró ningún acuerdo y el fracaso ocurrió por una sencilla razón: Lozano y los miembros de la actual FPF no son interlocutores que generen confianza y tampoco honestidad.

Cuando Alianza Universidad, Stein, Grau y Llacuabamba vieron que no se llegaba a una solución levantaron el teléfono y ellos mismos decidieron llegar a un acuerdo con la televisión. Lo lograron a finales de febrero, pero la FPF difundió un comunicado el 5 de marzo “amparándose” en los discutibles estatutos que la facultaban a ser la única negociadora desde octubre del 2019. En una parte de ese comunicado se puede leer lo siguiente: “La FPF tiene la potestad exclusiva de negociar y ceder todos los derechos que deriven de las competiciones que organiza. No obstante, de manera excepcional la FPF podrá autorizar a un club a ceder tales derechos, siempre que la FPF tenga el pleno conocimiento de los alcances de la negociación”.

Los partidos de cuatro equipos no serán transmitidos.

Un texto que es todo un retrato de un personaje como Lozano que, en su delirio de grandeza, se siente un poderoso mandamás. Sobre ese rasgo de su personalidad, un personaje de su entorno alcanza una definición con tono de caricatura: “Lo que pasa es que Agustín a veces se cree Grondona pero le sale un Grondona chicha, estilo chongoyape”. (Sobre el estilo del extinto dirigente argentino ver en esta edición la nota Grondona, el Padrino).

El paso siguiente al comunicado fue la presión contra los clubes “rebeldes” a quienes amenazó con sanciones y pérdida de puntos y estos prefirieron dejar a un lado los acuerdos a los que habían llegado sobre sus derechos televisivos.

Favores con dinero ajeno

Convencido de que estaba ante la oportunidad de hacer negocios con los derechos de televisación, Lozano decidió convertirse en el “dueño” virtual de los cuatro clubes utilizando esta lógica: si logro que esos clubes no firmen ningún acuerdo y la federación se hace cargo de esas negociaciones, entonces el dinero terminará ingresando a La Videna. Pero, mientras tanto ¿quién mantiene a esos cuatro clubes?

Las cosas empeoraron cuando se desató la pandemia del coronavirus, no hubo fútbol marzo, abril, mayo, junio, julio y la fecha de reinicio es el 7 de agosto. ¿De dónde podían ingresar dinero los cuatro equipos para planillas y demás gastos de sostenimiento si no tenían ingresos de taquilla, ni dinero de reserva por derechos que nunca pudieron firmar? Entonces, empezaron los reclamos. Fue Hernán Saavedra, presidente del Deportivo Llacuabamba, quien levantó la voz en radio Ovación.

Hernan Saavedra, presidente Llacuabamba.

“El convenio con el Consorcio quedó en nada por motivo de que los convenios tienen que ser directamente con la Federación. Nos dijeron que ellos iban a ver para que se encamine ese convenio y hasta ahorita no sé nada. Nadie nos está dando nada, estamos debiendo a los jugadores dos meses y todavía la Federación no se manifiesta”.

Una opinión similar tuvo Fernando Corcino, presidente de Alianza Universidad. “Ya prácticamente se había llegado a un acuerdo, solo faltaban detalles para firmar el contrato, pero luego nos comunicaron que todo se había caído, no tenemos claras las razones. Definitivamente nos ha afectado porque esto hace que no tengamos ingresos de ninguna índole”, afirmó.

Fernando Corcino, presidente de Alianza Universidad.

En este panorama, la pregunta que se reiteraba una y otra vez era ¿cómo podían mantenerse esos cuatro clubes? En la historia de Lozano hay una constante: sus compinches son incapaces de mantener un secreto quizá porque el propio Lozano también usa los secretos como le viene en gana. ¿Qué ocurrió? Salió a declarar en radio Ovación el presidente de Atlético Grau, Arturo Ríos, y dijo: “En estos momentos, se podría decir que estamos equilibrados en el tema económico gracias al apoyo que venimos recibiendo de parte de la Federación Peruana de Fútbol. Hoy en día los clubes que no tienen contrato con la televisión no solo recibieron los 50 mil dólares de la Conmebol sino también venimos siendo apoyados por la FPF conforme a las necesidades y presupuestos de las cuatro instituciones. La FPF tiene la facultad de manejar esta situación y luego ya veremos el deducible cuando se pueda llegar a un acuerdo con alguna televisora”.

Tal como se lee: quedó al descubierto que la FPF estaba entregando dinero para pagar las planillas y otros costos de esos cuatro equipos. Digamos que el político populista que vive en Lozano decidió mantener a cuatro equipos con dinero de la FPF. Un nuevo capítulo en su estilo: usar dinero ajeno para tratar de conseguir un beneficio propio.

¿Cómo explica Lozano esta situación absurda de convertir a la FPF en sponsor de cuatro equipos? ¿Cómo explica, por ejemplo, que mientras la transnacional Backus vende el club Sporting Cristal para aliviarse de un costo, la FPF asume mantener no uno sino cuatro clubes?

Su explicación es de antología. Sostiene que la FPF está haciendo un préstamo a Alianza Universidad, Stein, Grau y Llacuabamba para que puedan participar en el torneo peruano y que ese dinero será devuelto cuando se consigan derechos televisivos. Por donde se mire es una respuesta disparatada que lleva a preguntas inmediatas que Lozano no puede responder.

Agustín Lozano, el nuevo prestamista del fútbol..

¿Está autorizada la FPF a dar préstamos monetarios a equipos que participan en la liga profesional?

¿El Directorio de la FPF ha suscrito un acuerdo autorizando la entrega de esos préstamos?

¿Se han suscrito contratos en los cuales consten los préstamos que reciben esos equipos?

¿Cuáles son las garantías que han extendido los cuatro equipos para garantizar la devolución de ese dinero que pertenece a la FPF?

¿Saben los miembros del Directorio de la FPF las responsabilidades que están asumiendo y las acciones penales en las que se pueden ver envueltos?

El problema para Lozano y para quienes lo acompañan en estas fechorías es la ausencia de una pieza fundamental: carecen de un mínimo de sentido común. En la FPF sostienen que esos préstamos serán devueltos cuando se negocien los derechos televisivos. Pues bien, esa negociación ya se llevó a cabo y no hubo ningún acuerdo. Más aún, esos derechos televisivos no los va a poder negociar Lozano porque no existe empresa alguna en el mundo que esté dispuesta a entregarle dinero a una federación envuelta en escándalos por corrupción, que está sometida al yugo de una corrupta Conmebol y que tiene un presidente cuya palabra y credibilidad es tan inexistente como el humo en el viento.

Lozano y Dominguez manchan la pelota. Fuente: AFP

En un manotazo de ahogado, Lozano trató de encontrar una salida y quiso negociar con el canal del Estado la televisación de los partidos de “sus equipos”. Se le ocurrió una delirante idea: que el Estado, en plena pandemia, ponga millones de soles para que el país vea, a través del canal oficial, los partidos de Alianza Universidad, Stein, Grau y Llacuabamba. En Canal 7 tomaron la propuesta a risa y un productor de esa estación televisiva comentó “no aceptaríamos esos partidos ni de regalo porque movilizar equipos y personal a los estadios nos saldría caro para una audiencia casi inexistente”.

Más allá del involuntario sketch cómico del “negociador” Lozano, el asunto es grave en términos financieros para la caja de la FPF. ¿Qué ocurre si uno o más de esos cuatro equipos se va a segunda división? ¿Cómo vuelve ese dinero si por haberse ido al descenso no tendrán ningún derecho de televisación? ¿Será por eso que Lozano hará jugar a esos equipos en la cancha de La Videna donde entrena la selección nacional, para que en esos encuentros privados los resultados los beneficien?

Existe otro aspecto que vulnera toda legalidad. La FPF no puede convertirse en promotora de cuatro equipos del torneo que administra. Las comisiones que forman parte de la FPF nombran a los árbitros, resuelven las sanciones por reclamos, expulsiones y demás aspectos. No puede ser juez y parte. Tampoco puede convertirse en un ente que solvente a cuatro equipos porque puede llegarse a la siguiente situación inmanejable: si en el transcurso del torneo alguno de los otros 16 equipos se ve inmerso en problemas económicos bien podría pedirle a la FPF que también le dé un “préstamo” para seguir jugando el torneo. Es simple: todo absurdo genera absurdos. Y Lozano, que es un hombre básicamente informal en el peor sentido del término, piensa que está administrando su hotel o la ferretería fantasma que creó cuando fue alcalde de Chongoyape. En este contexto, acaso lo peor sea que quienes pertenecen al fútbol peruano sean clubes profesionales, ligas departamentales, prensa y aficionados permitan que siga a cargo de la FPF.

El monto del dinero

Según fuentes con las que esta semana conversó ONCE, la FPF, además del dinero que ya viene entregando hace meses, destinaría 250 mil soles mensuales para cada uno de los cuatro equipos (Grau, Llacuabamba, Stein y Alianza Universidad) para que puedan sostener una economía que en este torneo con pandemia exige más costos: planillas, traslados a Lima, hospedaje, logística, servicios médicos y alimentación. Estamos hablando de, por lo menos, un millón de soles mensuales que la FPF va a gastar en mantener cuatro equipos a los que Lozano impide negociar sus derechos televisivos.

Presidentes: Arturo Ríos, Fernando Corcino, Hernán Saavedra y John Rodríguez.

Existe algo mucho peor. El presidente de la federación y su entorno, están desviando dinero del patrimonio de la FPF lo cual los llevará a confrontar denuncias penales y en el camino están causando un daño enorme a distintos estamentos. En primer lugar, a los trabajadores. En La Videna han despedido trabajadores que se han quedado en la calle en plena crisis y han reducido sueldos del personal —reducción que incluye a quienes están a cargo de la selección nacional—. El daño laboral puede ser aún peor porque la desestabilización de la Liga 1 terminaría perjudicando a miles de personas desde jugadores, cuerpos técnicos, proveedores y todo el circuito que compone la industria del fútbol rentado.

Otro sector afectado directamente por el afán de lucro de Lozano son las divisiones menores cuyo trabajo está suspendido por falta de recursos y eso significa paralizar un proyecto de suma importancia porque, desde la clasificación al Mundial Rusia 2018, quedó en evidencia la enorme necesidad de trabajar con juveniles para lograr el surgimiento de nuevas figuras.

En general, en La Videna no hay dinero para la gestión diaria en todos los ámbitos. Sin embargo, los cuatro clubes elegidos por Lozano para el fracasado negocio de los derechos de la televisión, están recibiendo dinero de la caja de la federación: hasta diciembre, por lo menos, les entregarán un total de seis millones de soles (alrededor de un millón setecientos mil dólares). Que el lector lo mire desde este lado: no hay dinero para el trabajo con los juveniles, pero sí hay dinero para Llacuabamba, Stein, Grau y Alianza Universidad ¿así queremos que surjan los sucesores de Paolo Guerrero, Jefferson Farfán y Claudio Pizarro?

Una pregunta final basada en los antecedentes de Lozano y de quienes hoy están interinamente enquistados en la FPF: ¿en estos “préstamos” existirán comisiones que favorecen a los que dan y a los que reciben?

/ MÁS INFORMACIÓN
Ver nota completa

La Academia sin un sol

Ver nota completa

El último que apague la luz