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Otra vez el factor Christian Cueva

Jugando mal, Perú venía sacando un empate en la altura de La Paz. Al momento de los cambios, el técnico dejó en el campo a un Cueva que deambulaba y el mediocampista ofreció lo mejor que sabe hacer: equivocarse. Al final Bolivia 1-Perú 0.

Umberto Jara
- 10 octubre 2021

La misma buena suerte que nos había acompañado contra Chile viajó con la delegación a Bolivia. Pero a la suerte hay que saber ayudarla. Y, obviamente, la suerte no puede ponerse a cuidar a un jugador llamado Christian Cueva. Pero vayamos por partes.

El 2-0 ante Chile encendió el fervor pero olvidó a la razón. Contra los sureños se ganó sin jugar bien. Fue un triunfo con dos goles oportunos y nada más. De juego en equipo muy poco. De suerte, bastante. Pero la victoria, como suele ocurrir con los triunfos, apagó las luces de alarma. En La Paz, esa misma suerte nos estaba acompañando si se tiene en cuenta que Perú no tenía una propuesta clara de juego. Bolivia con su discreto plantel tuvo una sola idea de juego: centros al área para buscar a Marcelo Moreno Martins y Carmelo Algarañaz. Una sola idea y la cumplían. Sobre Perú era difícil entender cuál era su propuesta y una estadística del primer tiempo lo dijo todo: 39% de posesión de balón. A pesar de eso, en el primer tiempo hubo tres disparos directos y uno de ellos, el de Marcos López, pudo ser gol. Si un equipo no tiene control del balón y llega a tener tres oportunidades de gol es que la suerte está de su lado.

Cabe otorgar el beneficio de que se jugó contra factores complicados como el nivel de altitud de La Paz, un absurdo que permite que, en una competencia internacional, la altura (3,577 m.s.n.m.) sea un factor que incide directamente en el juego con una merma de la capacidad física del visitante y con el adicional detalle de que la pelota parece tener vida propia y brinca de un lado a otro impidiendo su buen control. Teniendo en cuenta esos dos factores, lo lógico era plantear un esquema de juego basado en dos líneas de cuatro y apostar al contragolpe. La primera parte nos regaló un empate que nos daba un punto valioso.

Ricardo Gareca, esta vez apuntó hacia los errores.

El segundo tiempo mostró un detalle inesperado que solo puede explicarse porque la altura quizá afectó el raciocinio de Gareca y de su comando técnico. Dio la impresión de que en el entretiempo pensaron que Perú era local y salieron a dejarle espacios a Bolivia e, incluso, a cederle opciones para el contragolpe. Y lo que nadie podrá explicar son los cambios. Un técnico que compite con experiencia en eliminatorias decide retirar a dos que venían jugando bien: Aquino y Costa y deja en el campo a dos que regalaban la pelota como anticipo de Navidad: Cueva y Gonzales. No contento con quitarle al equipo lo poquísimo de control del balón que tenía, decidió hacer un experimento poniendo a Osling Mora, justo en un partido en que se necesitaba al menos un punto. Además, existe un detalle que no se puede pasar por alto y que lleva a una pregunta: ¿cuál será el concepto de tiempo que tiene Gareca? ¿Pensará que 90 minutos equivalen, por ejemplo, a 120? Lo decimos por su inalterable tendencia a hacer cambios tardíos. Se jugaba en altura, con necesidad de refrescar jugadores pero recién a los 22 del segundo tiempo decidió hacer modificaciones y, lamentablemente, desacertadas. Aquino y Cartagena juntos habrían sido un buen soporte para contener a los bolivianos pero sacó a Aquino, el mejor de ese mediocampo.

Santiago Ormeño, buena actuación. Necesitó de mas minutos en el campo.

Lo concreto es que Perú no podía tener el balón y era incapaz de armar una jugada y aún así lograba, gracias a la suerte, llegar esporádicamente al arco rival. Entonces, un punto era negocio y, cuando Bolivia quedó con diez por la expulsión de Vaca, apareció la posibilidad de mejorar el negocio y lo sensato habría sido acoplarse con dos líneas de cuatro cerradas y apostar al contragolpe. Pero Gareca mira distinto. De paso, digamos que tampoco recordó que en altura un arma eficaz son los disparos de larga distancia. ¿Entrenarán de acuerdo al rival y al escenario en que se va a jugar?

Y aquí llegamos al factor Christian Cueva, al engreído, al que haga lo que haga —incluso las indisciplinas— jamás será cuestionado al interior de la selección actual. Es una pena por todo lo que significa Gareca para el fútbol peruano, pero empieza a quedar claro que el peor defecto del técnico es aferrarse al pasado cuando el futbol es movimiento constante. Su insistencia en dos veteranos como Guerrero y Farfán carece de sentido; su renovada apuesta por el actual Orejas Flores no tiene fundamento alguno; y la peor de sus insistencias es la de Christian Cueva. Esta vez, cuando el punto que sumaba a nuestra pobreza ya estaba quedando en el bolso, Cueva, con su usual ausencia de inteligencia, con su tendencia natural a la irresponsabilidad, quiso hacer un lujo en la altura de La Paz y expuso a sus compañeros de defensa a un contragolpe que trajo la derrota.

Pedro Gallese, nuevamente una estupenda actuación que merecía un mejor resultado.

Existen voces que defienden a Cueva diciendo “Cuando juega bien lo alaban, y lo castigan cuando juega mal”. En ONCE tenemos un concepto muy claro que viene desde la finalización del Mundial Rusia 2018: Cueva no es un jugador profesional, Cueva representa aquello que desde la Copa América 2016 se quiso retirar del futbol peruano: el futbolista criollo, antiguo, indisciplinado y poco respetuoso de los esquemas tácticos. De modo que aquí no elogiamos a Cueva por un partido y lo discutimos por otro. Hay un ejercicio sencillo que Gareca se niega a realizar. Desde el penal fallado contra Dinamarca en el mundial, basta con sumar los aciertos y los desaciertos de Cueva y sacar cuentas y se va a encontrar como resultado un altísimo costo en errores que no compensa sus eventuales aciertos. Un técnico que piense con  la cabeza en lugar de los afectos, hace tiempo habría prescindido de Christian Cueva. Pero el mediocampista sigue y seguirá.

Alexander Callens, junto a Ramos, dos centrales de buena actuación.

La suerte nos ayudó en el 2-0 contra  Chile. La suerte se tomó el afán de viajar a Bolivia. Pero la suerte se suele enojar cuando en lugar de agradecer su ayuda se insiste en los errores. Y en La Paz se equivocaron en el banco y en el campo. Viene Argentina de visita y asoma una sensación: Gareca, el de antes, era capaz de traerse una victoria o un épico empate como aquel cero a cero en La Bombonera. Pero qué lejos están Gareca y los jugadores que él sabía inventar. Y, ahora, Qatar, qué lejos queda, mucho más lejos que los miles de kilómetros que nos separan.

Yoshimar Yotun, hace varias fechas que juega porque no hay otro.

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