//

Para Sagasti, el fútbol no existe

Desde los campos de golf sanisidrinos, es imposible entender que en el Perú existe el fútbol. Ordenaron la suspensión para un rubro que cumple con las reglas y opera sin inconvenientes sanitarios.

Umberto Jara
- 7 febrero 2021

Si hubiese que calificar en términos futboleros al gobierno del presidente transitorio Francisco Sagasti, habría que recordar al Cóndor Mendoza fallando ese increíble gol ante Ecuador; con una diferencia: el Cóndor falló esa noche mientras el gobierno de Sagasti pierde goles en la puerta del arco en los partidos que juega.

La más reciente pifia del gobierno morado se dio en el ámbito del fútbol y originó un diplomático reclamo del técnico de la selección peruana. En su conferencia del viernes pasado cuando fue consultado sobre la paralización de toda la actividad deportiva en el país, Ricardo Gareca señaló: “Me llamó poderosamente a la reflexión. Con todo lo que se trabajó, con un índice bajísimo de infectados. Se me vino a la cabeza el gran sacrificio que se hizo. Creemos que se hizo un gran trabajo, por eso me quedé sorprendido. El fútbol dio las garantías suficientes para continuar. Fue un golpe duro y una decisión demasiada apresurada”. Y para que no quedasen dudas de su posición crítica, el DT de la selección añadió: “Sé cómo proceder respecto al Covid, pero no sé cómo proceder ante las medidas que se toman. El Covid es peligroso y las medidas también son peligrosas de acuerdo a cómo se toman”.

Ricardo Gareca, un hombre de trabajo. Francisco Sagasti un vanidoso en el poder.

Al conocer esta decisión del gobierno, la FPF no tomó cartas en el asunto. Se limitó a enviar un documento al Instituto Peruano del Deporte (IPD) informando que los equipos que participan en el torneo de primera división cumplen con todos los protocolos sanitarios y de bioseguridad. El siguiente paso no lo dio la propia FPF —su titular hoy es un fantasma— sino el IPD solicitando al gobierno que el permiso para trabajar se extienda a los deportes federados. La respuesta del Ejecutivo fue cuasi humorística: “Son apenas quince días de paralización”. ¿Quién la dio? Dos funcionarias que llevan la batuta: la primera ministra, Violeta Bermúdez, y la ministra de Salud, Pilar Mazzetti. Ellas dieron esa respuesta minimizando la situación.

Premier Violeta Bermúdez y ministra Pilar Mazzetti, ni de gobierno ni de futbol.

Habrán pensado que el fútbol profesional es similar a las pichangas que se juegan en las ONGs. No se tomaron el afán de consultar a quienes saben de la materia. Ni una llamada al Comando Técnico del seleccionado peruano para conocer las razones de por qué el fútbol no podía paralizar. Si hubiesen realizado mínimas consultas habrían podido enterarse que el fútbol, desde la reanudación de actividades en el mes de agosto, se juega sin público, es decir, en los supermercados hay mucha más gente a diario. En efecto, los 22 jugadores, 4 árbitros y demás involucrados no pasan de 50 personas en cada partido bajo un protocolo sanitario que ha funcionado. Si se tomaban el mínimo afán de marcar un teléfono, las ministras se habrían podido enterar que una paralización de entrenamientos por una quincena genera problemas físicos cuando se trata de jugadores que tendrán que representar a Perú el próximo mes de marzo en las Eliminatorias al Mundial Qatar 2022. Desde el lado del presidente Sagasti, éste no sabe que el fútbol no son exclusivamente 22 jugadores en el césped sino mucha gente detrás trabajando para sus familias.

Supermercados con acceso al público. Mucho mas riesgo de contagio que en un estadio vacío.

La Liga 1 y las eliminatorias se jugaron sin público y sin problemas sanitarios.

En suma, el gobierno termina paralizando una actividad que demostró estar funcionando en pandemia pero autoriza la actividad en más de 50 sectores económicos que convocan a miles de personas y más riesgos. Si además se les ocurre extender la prohibición más allá del 14 de febrero estarán sancionado a un sector que cumplió con las normas sanitarias. 

¿Cómo afecta esto a la selección peruana? Pues directamente en la nómina ya que el torneo provee a los habituales jugadores suplentes del once base que se convoca. Peor aún, Ricardo Gareca tenía pensado alinear varios futbolistas locales en el duelo contra Bolivia y reservar algunos nombres para recibir a Venezuela en Lima. De persistir el gobierno en su desacierto, todos los jugadores del medio llegarán a disputar la doble fecha de eliminatorias mundialistas sin entrenamientos y sin un solo partido oficial encima.

La muestra de la ineptitud gubernamental de Sagasti y el equipo de la camiseta morada, puede notarse en que a la hora del discurso son defensores del deporte pero a la hora de la acción carecen de criterio. En efecto, en un documento que tiene el pomposo título de Development strategies for the 21st century; the case of Perú (Estrategias de desarrollo para el siglo XXI; el caso de Perú, pág. 292), Francisco Sagasti escribió: “La promoción deportiva es otro medio para transmitir valores, en particular los de disciplina, competición y trabajo en equipo. (…) La improvisación y otorgar más importancia al genio individual que al entrenamiento son las principales razones por las que Perú no ha logrado convertirse en una nación deportiva líder”. Ese mismo señor ha prohibido los entrenamientos y la práctica deportiva en una actividad que demostró haber aplicado protocolos mucho mejores que los que aplica su gobierno. Habría que proponer que el Cóndor Mendoza haga una llamada telefónica a Palacio de Gobierno.

¿Sagasti contestará la llamada de Mendoza o seguirá leyendo a Vallejo?

Otro miembro del gobierno tiene una mirada bastante singular sobre el fútbol. El ministro de Economía, Waldo Mendoza, en un artículo publicado en octubre de 2017 en el diario El Comercio bajo el título “La suerte, el fútbol y la economía” atribuye los logros en estas dos actividades a la suerte. Algo que no se le ocurriría a ninguno de los curanderos que danzan alrededor del Estadio Nacional antes de los encuentros por las eliminatorias. Ellos al menos se dan el trabajo de convocar a los espíritus, mientras que el ministro Mendoza sostiene que el factor principal, en el fútbol y en la economía, es la suerte. Es fácil deducir que para él la paralización del fútbol, entonces, es pura mala suerte. Y suponemos que la falta de empleo y de vacunas también deben ser producto de la pura mala suerte.

Ministro de Economía, Waldo Mendoza, la suerte lo llevó al cargo.

Estos personajes, en el momento de los goles, seguramente cantan “Contigo Perú” y se enfundan la camiseta blanquirroja como el engreído asesor del presidente Sagasti, Giaccomo Ugarelli, quien, si fuera un real aficionado, habría alertado que paralizar al fútbol es un absurdo. Basta prender el televisor para constatar que se juega en Inglaterra, en España, en Alemania, en Arabia, en Turquía, en Argentina, en Brasil, etc. etc. etc.

Giaccomo Ugarelli, asesor del presidente Sagasti viste la camiseta pero no la defiende.

Gobernar no es hacer teorías desde un escritorio mientras se degusta caviar, es saber encontrar soluciones ante los problemas. Esa insolvencia le ha jugado en contra al fútbol peruano a un mes de tener que afrontar dos partidos clave para las eliminatorias mundialistas. Sagasti y su corte morada ni siquiera entienden que el fútbol es un fenómeno social.

Desde La Videna, el silencio

El otro problema de fondo está incrustado en las oficinas de La Videna. Quien debió haber generado un reclamo y un diálogo con el gobierno para que el fútbol no paralice, es el presidente de la FPF, Agustín Lozano. Dirigentes de gremios como los transportistas lograron que se modifiquen decisiones que causaban daño a su sector pero, en el caso del fútbol, Lozano anda escondido y mudo quizá ensayando la condición de prófugo cuando más de una fiscalía vaya tras él para pedirle cuentas por las fechorías cometidas.

Agustín Lozano, cuestionado presidente de la FPF, silencioso ante los problemas.

Lo grave es que la FPF no tiene ni presidente ni dirigentes que defiendan los intereses del fútbol. No lo hacen porque, unas veces, están ocupados en actos de corrupción y, otras veces, cuando se encienden las luces, se ocultan porque saben que están en falta y sin argumentos.

La sensación de malestar frente a esta situación ha alcanzado al propio Ricardo Gareca quien se embarcó a Buenos Aires enojado y con ganas de renunciar porque La Videna no es hoy un centro dedicado al fútbol sino una entidad dañada por asuntos vinculados al Código Penal. Una de las cosas que la prensa sensacionalista le reclama a Gareca es que “nunca deja titulares”. En realidad, ‘el Tigre’ deja temas si se sabe leer la entrelínea de lo que dice. Hombre hecho en los complicados ambientes futbolísticos de Argentina y Colombia, sabe que a veces la sugerencia es más útil si es que alguien se interesa por entenderla.

El viernes en su conferencia virtual desde Buenos Aires manifestó, en tono mesurado, el malestar que, en privado, había expresado sobre Lozano. Esto fue lo que dijo: “Yo opinó sobre mí, cada uno desde su rol dará la respuesta necesaria”. ‘El Tigre’ marcó una diferencia nítida: que cada quien hable de lo suyo, no me mezclen. “Creo que él (Lozano) hablará en el momento que tenga que hablar, en el momento apropiado, son cosas muy personales, él entenderá y decidirá en qué momento hablará, es algo que yo no le puedo responder”. La frase usada por Gareca es muy clara: “Cosas muy personales”, es decir, no es fútbol ni es el cargo de titular de la FPF. En otras palabras, pregúntele a él y que hable él sobre sus problemas con la ley. No hay que olvidar que, en su gestión, Gareca ya tiene un presidente de la FPF preso y sabe que en este país, al igual que en el suyo, la justicia tarda pero llega en algún momento. En el caso de Lozano es la propia fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos y su equipo, quienes han tomado la ejemplar decisión de empezar a poner punto final a la impunidad de Lozano.

Ricardo Gareca evalúa el complicado futuro de la selección.

Un dato final. Cuando ocurrió la primera ola de la pandemia, dos países fueron los primeros en reiniciar las actividades futbolísticas: Brasil y Perú. Desde el mes de agosto del año pasado, los clubes se organizaron y con el esfuerzo de dirigentes, jugadores y todos los estamentos futbolísticos se logró reanudar las actividades sin mayores inconvenientes. Ahora la medida del gobierno ha generado una paradoja: el Perú, que fue el primero en volver a la actividad, ahora es el único país sudamericano que tiene prohibido entrenar y competir. Por donde se vea es un absurdo. Se sanciona a quienes cumplieron con las normas sanitarias. ¿Lo entenderá el gobierno? Cuando llegue el 14 de febrero ¿levantará una restricción que no es necesaria y que daña a una selección que tiene que representar al país en marzo?

Así anda el fútbol nacional. El 25 de marzo se juega en La Paz contra Bolivia y el 30 en Lima ante Venezuela. Si no se dan buenos resultados que no aparezcan los críticos del facilismo. Esta es la situación a la que se ha llegado producto de una gestión dirigencial que esfumó el dinero ganado post Mundial Rusia 2018, que instauró la corrupción y sigue gestionando con la ayuda silenciosa de un gran sector de la prensa que calla todo y también con el silencio de aquellos que vestidos de blanquirrojo cantaban a gritos “Como no te voy a querer” pero a la hora de protestar por el daño infligido al fútbol se limitan a mirar.

/ MÁS INFORMACIÓN
Ver nota completa

Alianza Lima: cuatro para empezar

Ver nota completa

No sabían leer o escribir, pero se convirtieron en cracks