Un café con “El Pato” Fillol

Umberto Jara
Lima - 2 agosto 2020

En el invierno de Buenos Aires, en junio del 2004, Ubaldo Matildo Fillol estaba sentado en una mesa del Bar Suárez de la calle Lavalle. Eran apenas las 8 de la mañana y tenía en la mesa el desayuno porteño clásico: café con medialunas. Un abrigo negro le daba un aire distinguido y la cabellera de sus tiempos en las canchas no lo había abandonado. Parecía tener menos de los 54 años que indicaba la fecha de su nacimiento. Desde una mesa cercana lo miré con disimulo. Tenía frente a mí a una leyenda del fútbol mundial. Todos lo recuerdan por sus grandes actuaciones en la selección argentina y en el River Plate pero, en mi caso, en aquel bar, mientras observaba a Fillol, tenía en mi memoria un partido.

Fillol, una leyenda viva del fútbol argentino.

Era el Argentina 2 – Perú 2, jugado el 30 de junio de 1985. Aquel partido en que una excelente selección peruana estuvo a 9 minutos de clasificar a México 86 y un gol del flaco Gareca impidió ese sueño. Entonces me acerqué a su mesa y me presenté como un periodista peruano que vivía en Buenos Aires. Le expliqué que no quería molestarlo con ninguna entrevista, tan solo quería compartir un café. Con amabilidad me invitó a sentarme y nos pusimos a conversar.

Le recordé la escena que me daba vueltas. A cuatro minutos del final de ese partido, Julio César Uribe ingresó al área y sacó un disparo violento hacia arriba y Fillol, como un gato, dio un salto y atrapó ese balón que nos habría llevado al mundial mexicano. Le pregunté ¿cómo hizo para atajar ese disparo casi imposible de atajar? Su respuesta fue muy sincera. “La verdad que hasta hoy no lo sé. Yo siempre tuve muy buen impulso con las piernas y por eso podía elevarme alto y rápido. Pero ese día la cancha estaba barrosa, era difícil afirmarse en el piso y no era fácil tomar impulso, podías resbalarte. Por eso digo que no sé cómo pude saltar tanto y tan rápido para llegar a esa pelota. El negro Uribe nos habría dejado fuera del Mundial. El partido estaba terminando. Qué tardecita nos hicieron pasar. Tenían un equipo bárbaro”.

Fillol volando en el aire para evitar el gol.

Hablamos unos minutos más y nos despedimos rumbo a nuestros quehaceres. Cuando lo vi avanzar por la peatonal Lavalle me quedé con la misma sensación de hoy al escribir estas líneas: ese hombre llamado Ubaldo Matildo Fillol, considerado como uno de los cinco mejores arqueros en la historia del fútbol mundial, tenía tanta sencillez y grandeza como para decir que no sabía cómo había logrado realizar una de las atajadas más importantes de su carrera.

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