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Perú 3 – Bolivia 0: un triunfo que nos permite seguir sobreviviendo desde la agonía

Era ganar o morir. Triunfar o despedirse. Sumar o quedarse fuera. Fue un 3-0 contundente pero más allá del triunfo fue el retorno del juego en conjunto, del orden, de la concentración, de la entrega. Todo lo que había faltado en tantos encuentros volvió para seguir en carrera.

Umberto Jara
Lima - 12 noviembre 2021

Esta selección es el mejor reflejo de la mentalidad peruana. A lo largo de las Eliminatorias Qatar 2022, los jugadores se manejaron con displicencia bajo este pensamiento “las eliminatorias son largas” y bajo esa premisa se dilapidaron ocasiones, se perdieron puntos que pudieron ser nuestros, se jugó sin concentración, sin la atención profesional que se requiere porque ante cada mal resultado se pensaba “las eliminatorias son largas y cada partido da revancha”. Ahora que estamos en cuidados intensivos, cuando quedar eliminados está a la vista, cuando las cosas están realmente en peligro, recién los futbolistas se ponen serios, se acuerdan de jugar. Es la misma actitud de la peruanidad, de los ciudadanos que rifan el voto en las elecciones, luego dicen “hay que dar una oportunidad” y recién cuando asome la crisis empezarán a reaccionar. Igual ocurre en el fútbol.

El equipo de Gareca es muy peruano: esperó tener la crisis en las narices para acordarse de jugar. Ante Bolivia de pronto se recuperó la memoria. La defensa ordenada, el medio campo dedicado a marcar y generar juego, los de arriba buscando y peleando las pelotas y todos concentrados y atentos. Se acordaron también de jugar a un toque y buscando espacios. Apareció todo lo que sabían y todo lo que no aplicaron en las fechas anteriores. Esperaron estar al borde del abismo para tomar en serio su función.

Peña, Lapadula y Gonzales. La imagen simboliza el apoyo entre los jugadores de una selección herida que, afortunadamente, aún puede dar batalla.

Si vemos nombres esta actitud fue notoria en Christian Cueva que, después de más de diez partidos, esta vez se dedicó a jugar en serio y demostró que sabe y tiene con qué. Control del balón, pases acertados, mostrándose para recibir y encargado de generar juego colectivo. Renato Tapia olvidó sus aires de soberbia y en lugar de meterse en todas las posiciones de sus compañeros para demostrar que es el patrón, esta vez se dedicó a jugar en su posición y demostró ser un mediocampista de nivel.

Tres puntos que son como oxigeno en cama de cuidados intensivos. Si fuesen profesionales en serio hoy Perú tendría al menos 3 puntos más —los puntos que se perdieron en Bolivia, en Argentina y en Paraguay, por mencionar tres partidos al azar—y estaríamos con hermosos 17 puntos en la tabla de posiciones y en zona de clasificación. Tres puntos que se dilapidaron por no jugar como se jugó esta noche. Pero somos lo que somos y esto es lo que hay: un equipo que va a tener que pelear cada partido como una final. A vencer o morir. Un equipo que va a tener que jugar sobreviviendo desde la agonía porque es el escenario que se fabricó.

La alegría de los tres puntos de esta noche es también la angustia de los siguientes tres puntos a conseguir. Que todo siga igual, que todo siga avanzando para que el sueño no se apague.

Gianluca Lapadula. Anotó el gol que estaba necesitando para acallar las voces que empezaban a poner en duda su valioso aporte. Corazón, entrega, coraje para pelear los balones, atento al juego en conjunto. Un gol que le abre la puerta del arco en las eliminatorias y un gesto con el brazo en alto como quien indica el camino a Qatar. Difícil, casi imposible pero quien pelea no está muerto.

Christian Cueva, una excelente actuación. Creando juego, distribuyendo el balón con criterio y, sobre todo, generando oportunidades de gol. El mediocampista creativo que se necesita apareció finalmente. Se olvidó de la displicencia y se dedicó solo a jugar, tanto que hasta terminó anotando un gol. En su celebración apareció esa frase que dice “Genio y figura, hasta la sepultura” porque hizo el gesto mandando a callar a todos por las críticas recibidas en lugar de entender que es él quien está en falta. Se ganó una amarilla innecesaria.

Renato Tapia. Recuperó la serenidad, se olvidó de las poses, dejó de meterse en las posiciones de sus compañeros, jugó sin aspavientos y demostró que es un mediocampista de alta calidad. Hizo todo bien. Recuperó balones, distribuyó juego, ordenó la salida. Todo en alto nivel. La humildad rinde frutos. Que haya sido la noche del retorno de Tapia, el gran jugador.

Ricardo Gareca. Una escena como si recibiera agua bendita para exorcizar los fantasmas que le hicieron tan difícil la vida en los meses anteriores. El equipo volvió desde un pasado no muy antiguo para reencontrarse con todo aquello que el Tigre les enseñó. Faltan algunos ajustes pero esta noche ante Bolivia se volvió a jugar fútbol en conjunto y ese es el mejor punto de partida.

Sergio Peña. Partido tras partido viene demostrando que su estadía en Europa le está reportando crecimiento. Este año ha jugado en la Champions League y se empieza a notar una evolución importante. Combina marca y creación y tiene una virtud ausente en esta selección: los disparos de media distancia. El tercer gol fue una anotación suya de gran factura.
André Carrillo. En una selección que tiene lo justo, que sufre ante cualquier lesión o suspensión, Carrillo es la carta más sensible. Su aporte en ofensiva es importante porque ha aprendido a transitar el frente de ataque, a generar ocasiones de gol y a frenar las salidas de los rivales. Su retorno demostró la enorme falta que hizo en las fechas anteriores.

Una postal de tribuna para una plegaria: que la alegría no se apague en las difíciles fechas que faltan jugar.

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