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Qatar 2020 y una pregunta ¿por qué el equipo mundialista está en el fondo de la tabla?

Una mirada a las razones por las que el equipo que fue al Mundial Rusia 2018, parece un recuerdo y no una realidad. La experiencia que no aparece.

Félix Flores
Lima - 22 noviembre 2020

La ley de la gravedad indica que todo lo que sube, tiene que bajar. Si su descubridor Isaac Newton jugará al fútbol lo tendríamos que nacionalizar porque, al cierre de los primeros partidos rumbo a Qatar 2022, la selección peruana anhela que esa ley de la física se cumpla. Las cuatro primeras jornadas de las Eliminatorias al Mundial Qatar 2022 nos han regresado a los tiempos oscuros donde era común el dolor. El equipo nacional no ha podido ganar aún y cosecha un empate y la sequía de tres derrotas para ubicarse en la novena posición. Si somos realistas, por un gol no somos coleros absolutos y tenemos la tercera valla más vencida (10 goles) y la segunda peor ofensiva (apenas 4 tantos). Un arranque terrible por donde se le mire.

A veces los rendimientos van de menos a más pero en el caso peruano han ido de regular a pésimo. Luego de la primera fecha (empate en Asunción) nos ubicamos quintos. Tras perder con Brasil bajamos al octavo lugar, la misma posición que mantuvimos luego de la derrota en Santiago. En la cuarta jornada, la caída ante Argentina nos hundió al noveno lugar. Sin embargo, antes de mirar una posible recuperación el 25 de marzo en La Paz, ante Bolivia, y el 30 de marzo recibiendo a Venezuela, hay que examinar el porqué de nuestras heridas actuales.  

Nunca la ‘bicolor’ había obtenido un solo punto de 12. Nuestro peor registro era el arranque a Sudáfrica 2010 con solo dos unidades en las cuatro primeras fechas. Para Francia 1998, Brasil 2014 y Rusia 2018 nuestro rédito fue de tres puntos. En el inicio de la carrera a Corea-Japón 2002 eran cuatro las unidades y en el sendero a Alemania 2006, nada menos que cinco importantes puntos. Esto ratifica lo complicado de las Eliminatorias y asusta de cara al futuro.

Luego de la derrota ante Chile.

Según el estadístico español ‘Mister Chip’ ninguna selección que sumó apenas un punto en tres fechas (nosotros ya vamos 4) clasificó para la Copa del Mundo. Lo intentaron 27 selecciones y todas fracasaron. De ese modo, asoma otro rival para Perú: ganarle a esos datos fatídicos.

Otra estadística negativa es que Perú es el segundo país con más goles recibidos en el primer tiempo. La ‘bicolor’ acumula 5 goles y solo es superada por Colombia (7). ¿Qué nos llevó a todo esto? Empecemos con las ausencias más fuertes en el plantel: Paolo Guerrero y Jefferson Farfán. El primero pasó por cirugía de reconstrucción de ligamento cruzado de su rodilla derecha y el segundo volvió a sufrir con un cartílago de la rodilla izquierda que obligó a una cirugía. Mientras Guerrero no jugó un solo minuto en estas eliminatorias, Farfán apenas sumó difíciles 116 minutos en las dos primeras jornadas. Un equipo sin delanteros es un equipo en evidentes condiciones de inferioridad.

Por más que ambos jugadores ya no estén en su plenitud futbolística (tienen 36 años) no tienen reemplazo. En la ‘era Ricardo Gareca’, Farfán y Guerrero no estuvieron ambos en 9 partidos y de esos, la selección ganó 4, perdió la misma cantidad y empató uno.  Una muestra de su valía y la necesidad que generan. En estas eliminatorias Perú es, junto a Paraguay, la únicas selección donde el centro delantero, llámese ‘9’, no ha marcado. La ‘bicolor’ ha probado en esa zona a Raúl Ruidíaz y a Gianluca Lapadula. Entre los dos suman 263 minutos y no tenemos un solo gol. Christian Cueva y Edison Flores, volantes acostumbrados a marcar, siguen desaparecidos y solo tenemos esos tres goles de André Carrillo producto de un inicio fulgurante que terminó en apagón en un jugador que suele ser irregular.  Tenemos entonces el primer problema: nuestra zona ofensiva está en sequía.

Si vamos a la zona de la defensa, no ha se ha podido conformar una dupla de reemplazo a la pareja formada por Alberto Rodríguez y Christian Ramos en el centro de la zaga, dos experimentados que no solían complicarse y tampoco recibían muchas tarjetas. La selección arrancó este proceso con Carlos Zambrano y Luis Abram. Pero en el segundo partido, Zambrano volvió al hábito de la violencia y recién volverá en la sexta jornada contra Venezuela. Lo reemplazaron Miguel Araujo y Anderson Santamaría. Los dos perdiendo marcas y livianos para una dura competencia como las eliminatorias. Se suma que Abram ha descendido su nivel y de allí la cantidad de oportunidades de gol que tienen los rivales.

Una mala racha que tendrá que ser superada.

Tampoco ayudan los laterales. Luis Advíncula ha tenido participación directa en los dos tantos que nos marcó Paraguay, en el tercero que nos hizo Brasil y en el segundo que nos endosó Chile. El marcador derecho ha sido una puerta abierta. En la izquierda, Miguel Trauco no ha cometido errores que cuesten goles pero su sector ha sido claramente superado. Además, el zurdo no está reeditando el constante buen servicio largo que solía aplicar.

En la volante, aquella dupla eficiente de Renato Tapia y Yoshimar Yotún, hoy navega entre sombras. El primero está muy lento, llega tarde y ya se ganó una suspensión por doble amarilla que lo sacó del duelo contra Argentina. El segundo se desconcentra y desordena. No quita, no pasa y no aporta. El gran problema es que, en el caso de Yotún, no tiene un sustituto con las mismas características. Hasta allí la responsabilidad del grupo.

En cuanto al comando técnico asoma una duda: ¿se está trabajando con la misma intensidad y obsesión con que se trabajó en el anterior proceso? Estas primeras fechas dan la impresión de que no se estudió a los rivales con la precisón que era habitual. 

Contra Chile, el extremo Jean Meneses jugó por izquierda con demasiada libertad. El comando técnico no previno lo que podía hacer, como tampoco lo hizo con Fabián Orellana. Ante Argentina no hubo un planteamiento como aquel que se tuvo en la Bombonera cuando se logró el empate a cero que fue clave para clasificar a Rusia 2018. Otro punto que resalta es que la selección peruana no tiene jugadas elaboradas con pelota parada, un arma más que importante y que se logra en base al diseño y las prácticas. Los córners o tiros libres que ejecuta la ‘bicolor’ son previsibles y sencillos.

Finalmente, y si a todo lo anterior le sumamos el caos interno de la Federación Peruana de Fútbol, donde el presidente Agustín Lozano está empeñado en actos oscuros y no en una gestión pensada en el crecimiento deportivo, llegamos a este mal momento de una selección que supo tocar el cielo y hoy está en caída libre. 

Veremos si en marzo se logra que aquello que subió, baje y así, el equipo peruano,  logre ascender.  

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