Empecemos por un punto en el que todos estamos de acuerdo. Nadie puede quitarle méritos a Ricardo Gareca y su comando técnico por lo que significó su trabajo en el camino que nos llevó a Rusia 2018. El país entero se lo reconoció y le otorgó un pedestal inmenso, tanto así que adquirió un escudo que lo hizo inmune a toda crítica. El problema es que cuando un profesional llega a esa cumbre empiezan los problemas porque, quiera o no, las alturas empiezan a alejar a las personas de la realidad. Bajo ese contexto de reconocer el talento y el profesionalismo de Gareca, unos apuntes urgentes para reencontrar el camino perdido.
1.- El gran error de Gareca: el despido de Marcelo Márquez
La decisión de retirar de su equipo al psicólogo deportivo Marcelo Márquez, fue una decisión exclusiva del técnico. Nunca ha querido dar una explicación, a pesar de que está obligado a ello.
El punto más débil del futbolista peruano está en la mentalidad. Si algo fue notorio en el ciclo anterior fue la manera en que se trabajó para cambiar el aspecto mental de los jugadores. Se logró retirar el gran déficit de la falta de concentración y empezaron a alejarse los goles en los últimos minutos o las distracciones en las pelotas paradas. Se les logró dotar de fortaleza mental y aprendieron a jugar con el marcador en contra o de visitantes.

El trabajo de Márquez fue tan cuidadoso que el periodista Pedro Canelo ha escrito que el jugador Christian Ramos le comentó que el mencionado psicólogo deportivo “Nos pedía que estemos concentrados hasta para hacer los reclamos en las jugadas. Eso era algo que no hacíamos antes y que nos sirvió, por ejemplo, cuando quisieron anularle el gol a Ruidíaz ante Brasil. Con Aldo Corzo fuimos rápido a conversar con el árbitro Cunha”. En suma, un equipo con fortaleza mental es capaz de lograr mucho teniendo poco y eso era Perú: un elenco sin estrellas capaz de luchar triunfos impensados.
El Perú de las eliminatorios Qatar 2022 retrocedió y ha vuelto a ser el equipo mentalmente débil con jugadores que pierden la disputa de las pelotas divididas, que se caen cuando encajan un gol y muestran un espíritu decaído. La muestra más notoria es André Carrillo que ha vuelto a ser el “pecho frío” que nadie veía como titular en una selección.
Cuando se despidió a Marcelo Márquez es probable que, con ese desprecio que se suele dar a los factores psicológicos, habrán pensado que todo se iba a solucionar convocando a Giacomo Scerpella —un joven psicólogo que venía siendo preparado por Márquez— quien aún está lejos de manejar a un grupo complicado como el de los jugadores peruanos. Como elemento adicional, incorporaron a Juan Cominges, quien bajo el membrete de coach emocional no ha aportado nada y, más bien, cometió el grave error de llevar la política a la concentración sin que Gareca ponga orden en el tema.

Los hechos son nítidos. La selección perdió un hombre clave fuera de la cancha y el efecto se siente en la cancha. ¿Por qué prescindió Gareca de Marcelo Márquez? es la pregunta sin respuesta. Pero la pregunta más urgente es ¿qué va a hacer Gareca para solucionar este tema? Y de paso hay que anotar que Márquez era también el balance para Gareca en los momentos de mayor tensión. ¿Tendrá el DT nacional la grandeza personal de encontrar una salida a este asunto fundamental?
Si no se soluciona el aspecto de la fortaleza mental podemos empezar a olvidarnos del Mundial Qatar 2022. ¿Le parece exagerado? Entonces, recuerde a este genio del fútbol en la cancha y en la banca de entrenador, Johan Cruyff: “Para muchos, el fútbol se juega con los pies. Para mí, se hace con la cabeza y se usan los pies”.
2.- Gareca está obligado a defender a la selección
Otro ámbito en el que Gareca tiene que empezar a mostrar una posición clara es en el tema de la dirigencia. Nadie le exige —aunque él debería considerarlo— que siente una posición sobre los constantes desaciertos de Agustín Lozano y compañía. Pasemos por alto ese punto pero entendamos que en el ámbito en que Gareca debe dejar de tener silencio es el referido a los problemas que Lozano le genera a la selección nacional. En concreto, ha desaparecido el fútbol juvenil y ese rubro fue una exigencia de Gareca desde un inicio. Cuando asumió el 2016, el ‘Tigre’ planteó que el trabajo en juveniles no debía detenerse porque se requieren recambios. Lozano ha sepultado las canteras a nivel de selección y el DT nacional guarda silencio.

3.- El trabajo del equipo
Es cierto que entre la pandemia y los pocos días de trabajo, es complicado que un equipo pueda trabajar todos los detalles necesarios pero hay dos rubros que Perú llegó a tener y hoy ha perdido: el juego asociado y el trabajo en pelotas paradas.
Sobre el primer punto, ya no existe un patrón de juego. El triunfo contra Ecuador si lo vemos con una bolsa de hielo en la cabeza muestra que en el segundo tiempo se regaló la pelota y cuando se recuperaba el balón en lugar de mantenerlo tocando entre los jugadores, se seguía corriendo sin criterio de pausa y se perdía de inmediato la posesión. Se olvidó defenderse vía la posesión de la pelota.
En cuanto a las pelotas paradas no hay —ni en ataque ni en defensa— una sola idea de sacar provecho a esas situaciones. Ambos rubros son el trabajo obligatorio de un entrenador. ¿Volverá ese trabajo?
4.- Dejar de jugar con apellidos
Si vemos las cosas en retrospectiva, Gareca se fijó en Lapadula en el 2016 pero se enojó en silencio cuando el delantero no aceptó la convocatoria. En lugar de entender que el muchacho tenía, en ese momento, su camino trazado, el técnico nacional decidió ponerle una cruz encima.
Las lesiones de Paolo Guerrero y las pésimas actuaciones de Ruidíaz han sido el motivo que permitió que Lapadula ingrese a la selección peruana. De lo contrario no habría sido convocado a pesar de sus innegables condiciones. Pero, ya estando Lapadula en la selección, Gareca insistió en no ponerlo de titular porque los privilegios son para Paolo Guerrero. En el fútbol profesional las cosas deben ser mas frías: juega el que está mejor.

Recién en el partido contra Ecuador, cuando ya no quedaban mas opciones, Lapadula pudo ser titular y vaya si respondió el ítalo-peruano. Pero apareció un detalle que no debe pasar por alto. En los cinco minutos finales ocurrió un cambio innecesario: ingresó Paolo Guerrero. Pareció una manera en que Gareca nos estuviese diciendo “Ojo, no se olviden de Guerrero, mi favorito”. La selección no puede jugar con apellidos. Deben jugar los que estén en mejor condición.
El Tigre tiene un enorme talento porque demostró que es capaz de sacar agua de las piedras. Pero hoy el problema de mentalidad también le alcanza. En este país creamos héroes con suma facilidad y les decimos haz lo que quieras. A su vez, los héroes se olvidan que son mortales y capaces de cometer errores. En la antigua Roma, un general victorioso tenía a un hombre que les sostenía la corona de laurel y, cada cierto tiempo, le decía al oído la frase “Oh, César, recuerda que eres mortal”. En el caso de Gareca, ese hombre de la palabra sensata era Marcelo Márquez.
La selección peruana tuvo un gran triunfo ante Ecuador como visitante. Pero seamos realistas, sigue en cuidados intensivos. El técnico necesita volver a ser quien fue y tiene la obligación de enmendar errores y cambiar la situación. A fondo.