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Rivellino, el crack brasileño: “En el Mundial del 70, Perú tuvo a la mejor selección de su historia”

Dueño de una zurda potente y refinada, Rivellino, uno de los grandes en la historia del fútbol. Jugó tres Mundiales, y estuvo en el Brasil vs. Perú, considerado uno de los partidos de mayor calidad en los mundiales. Desde Brasil, nuestro corresponsal Manuel Manrique, cuenta su historia.

Manuel Manrique
Brasil. - 24 abril 2022

“Quien ve 4 a 2 en el marcador puede creer que fue un partido fácil, pero en realidad fue todo lo contrario. La selección peruana tenía mucha calidad. Para mi, una de las mejores selecciones que Perú ha tenido en su historia: Teófilo Cubillas, Héctor Chumpitaz, Julio Baylón, Pedro León, Ramón Mifflin, Alberto Gallardo y el técnico, Didí, quien sería mi entrenador en el Fluminense años más tarde. Perú era un equipo bastante peligroso, pero el momento de Brasil era fantástico”.

Brasil vs Perú en México 70.

El testimonio sobre el emocionante partido de cuartos de final de México 70 es de Roberto Rivellino, uno de los jugadores más importantes de la historia del fútbol brasileño. Riva, como también es conocido, comenzó su relación con la pelota en la calle, jugando en las pistas de Brooklyn, barrio de clase media en la zona Sur de São Paulo. Su dominio del balón y capacidad inusual para gambetear en espacios reducidos llamó la atención de su hermano mayor, Abilio, y su padre, don Nicolino. 

El niño Roberto comenzó a jugar fútbol de salón en el Banespa, el club de los funcionarios del Banco do Estado de São Paulo, y fútbol en el Club Atlético Indiano, ambos en la zona Sur de la ciudad. “Cuando tenía 16 años disputé la final del interclubes de fútbol de salón contra el Palmeiras. Al término del partido, Mario Travaligni, entrenador del juvenil del Palmeiras, se acercó a mi papá y le dijo que me llevara a entrenar al club. Al tercer día, el entrenador nos dijo que no había necesidad de regresar. Eso me decepcionó” cuenta Rivellino, en entrevista al proyecto Futebol, Memória e Patrimônio, de la Fundación Getulio Vargas.    

São Paulo, 1965. Rivellino en el estadio Cícero Pompeu de Toledo, el Morumbi, antes del amistoso contra Hungría. Foto: José Frascino.

Un socio del club Indiano, Paulo Laguna, director del Corinthians, se enteró de lo que había pasado, habló con João Cerino, responsable por las categorías de base del Timão y lo recomendó para darle una oportunidad. Cuando Rivellino llegó al Parque São Jorge, a fines de 1962, no hubo prueba ni periodo de experiencia porque João Casteli, entrenador del equipo juvenil, notó que el joven Roberto tenía habilidad, remate potente y un futuro promisor.

“Cuando comencé a entrenar con los juveniles del Corinthians me levantaba a las 5h30 para llegar a las 8h. Tomaba el ómnibus hasta el centro de la ciudad y de ahí agarraba el colectivo São Judas – São Jorge que me dejaba cerca del club. Entrenábamos hasta las 11h, después me bañaba y regresaba a la casa a las dos de la tarde para almorzar. Dejé de estudiar porque quería ser jugador de fútbol. Eso era lo que me gustaba. Los profesores hablaban con mis padres, pero no le hacía caso a nadie”.

La adaptación fue rápida gracias a la ayuda de Sebastião Mendes Neto, capitán del equipo juvenil y con quien jugaría años más tarde en el elenco profesional. Además de su técnica refinada e inteligencia, Rivellino ganó espacio entre los titulares. En esa época, era común que la reserva entrara a la cancha para disputar el torneo de la categoría antes de los partidos del equipo profesional. Por suerte del destino, un titular de la reserva se lesionó y al saber del problema, el entrenador de los juveniles, José Casteli, le dijo a su colega, Paulo Amaral, “tengo un chico zurdo muy bueno. Convócalo”.

São Paulo, 1973. Estadio Paulo Machado de Carvalho, el Pacaembu, Riva en entrevista antes de defender los colores del Corinthians

Amaral siguió el consejo de Casteli y Rivellino no decepcionó. El lunes siguiente al partido, cuando fue a entrenar, Casteli le dijo que ya no lo haría con los juveniles. “A partir de ahora vas a entrenar con los profesionales y jugar por la reserva”.

Ese año de 1964, Riva comenzaba a soñar. Titular entre los aspirantes, llamó la atención de la prensa deportiva, que comenzó a llamarlo el Reizinho do Parque. “Hincha del Corinthians, llegue antes al estadio porque hay un muchacho muy bueno entre los aspirantes”, escribía el periodista Antônio Guzmán, del Diario da Noite.

“La verdad es que la gente llegaba más temprano para vernos jugar. Al hincha le gustaba ver a Luizinho, único futbolista, junto con Pelé, a anotar ocho goles en un partido, a Mendes, a mi, a Sergio Echigo, “El Japonés”, con quien aprendí a hacer la gambeta que me consagró: el elástico. ¡El equipo era muy bueno! La gente y la prensa pedía que fuésemos promovidos al primer equipo”, afirma el eterno Reizinho do Parque.

Guadalajara, 1970. Antes del Brasil x Inglaterra, el equipo de Zagallo (pie de izq a der) Carlos Alberto Torres, Brito, Piazza, Feliz, Clodoaldo, Everaldo y Admildo Chirol. Agachados: Jairzinho, Rivellino, Tostão, Pelé y Paulo Cezar Caju.

La hinchada tenía motivos de sobra porque el equipo principal no ganaba nada. El último título había sido el torneo Rio-São Paulo de 1954. Corinthians pasó 23 años sin levantar una copa o ganar un torneo. La alegría llegaría en octubre de 1977, cuando le ganó 1 a 0 a Ponte Preta y se coronó campeón Paulista.

El entrenador del equipo principal, Roberto Belangero, no quería utilizar jugadores de la reserva por temor a desgastarlos antes de tiempo o “quemarlos”, término usado por la hinchada. Belangero fue despedido y en su lugar llegó, en 1965, Oswaldo Brandão, que promovió jóvenes de la reserva, entre ellos Rivellino, en ese entonces con 19 años.

“De 1978 no hablo”

A esa edad, Riva fue convocado para disputar un amistoso contra Hungría, en el estadio Paulo Machado de Carvalho, el Pacaembú, en São Paulo. Ese mismo día, la selección principal enfrentó Unión Soviética, en el estadio Mario Filho, el Maracanã. “El equipo que jugó contra Hungría era un combinado de jugadores paulistas y fue la primera vez que vestí la amarelinha. Años más tarde, en 1968, fui convocado por Aymoré Moreira para una gira de la selección brasileña. El técnico armó un medio campo de zurdos: Gerson, Tostão y yo. Jugamos varios partidos y fui considerado el mejor de la gira. Así comenzó mi trayectoria en la selección. En 1969 disputé las eliminatorias para el Mundial de México 70, jugué el Mundial de Alemania 74 y Argentina 78. Fueron 92 partidos y 25 goles”, recuerda el ídolo del Corinthians.

México 1970. Rivellino busca a Pelé para celebrar el 4 a 1 contra Italia. Campeones del mundo.

Cuando Mario Jorge Lobo Zagallo asumió la selección em lugar de João Saldanha (despedido tras el famoso usted arma su ministerio, yo convoco la selección, dirigido al presidente de Brasil, Emilio Garrastazú Médici, que pedía se convocara a Darío Dadá Maravilha, delantero del Atlético Mineiro) tenía en la cabeza el esquema táctico de 1958 y 1962 en el que él había sido clave al atacar y defender por el lado izquierdo. Zagallo pensó en Rivellino. “Quiero que tu, Clodoaldo y Gerson sea el medio campo, tendrás libertad, pero quiero que vengas de atrás porque Gerson es más armador y se proyecta adelante con paredes o pases largos” le dijo el Viejo Lobo al joven Riva. El plan funcionó, Brasil fue campeón y esa selección es considerada la mejor de la historia.

Para el Mundial de Alemania, Brasil no contó con Pelé, Tostão, Gerson y Carlos Alberto. Zagallo mezcló a los campeones del 70 con jugadores del Palmeiras, que desde 1972 daban buenos resultados. Para Rivellino, Brasil hizo un milagro al terminar en cuarto lugar, después de Alemania Occidental, Holanda y Polonia.

Cuando el tema es el Mundial de Argentina, Rivellino es tajante. “Me niego a hablar sobre 1978, mi último Mundial. Fue difícil porque fue una vergüenza. Tuve una lesión y me preparé bastante para poder jugar. Después supe lo que ocurrió y no tengo placer de hablar sobre eso. Que bueno que no jugué. Saber que armaron para una selección ser campeona es una mancha en el fútbol mundial. ¡Nada contra Argentina! Era un gran equipo, pero pasaron diez años y apareció un arquero peruano naturalizado declarando que todo fue armado. Eso fue una vergüenza”.

Maradona

Otra frustración de Rivellino fue su salida del Corinthians. La prensa lo responsabilizó por la derrota contra el Palmeiras, en la final del Paulista de 1974. Riva sufrió una falta de Luis Pereira que el árbitro no marcó y de esa jugada salió el único gol del partido. El Reizinho do Parque, decepcionado por los muchos comentarios negativos pensó en parar de jugar, pero apareció Francisco Horta, presidente del Fluminense, para comprar su pase y llevarlo a Rio de Janeiro.

Era el inicio de la “Máquina Tricolor” (1975-1977), un elenco con 16 jugadores de la selección brasileña y que conquistó dos campeonatos Carioca y llegó a finales del Brasileirão. “Horta era un gran presidente, pero debió mantener más tiempo al grupo y no vender o prestar jugadores. Tengo un cariño especial por el Fluminense porque los cariocas me abrazaron en un momento difícil de mi vida. Soy paulistano, corinthiano y nunca quise dejar el club, pero me descartaron y encontré el Fluminense”, reconoce Rivellino.

Maradona y Rivellino, amistad que comenzó a inicios de la década del 90. 

Después del Flu, Riva jugó por el Al Hilal, de Arabia Saudita, donde terminó su carrera, en 1981, pero su forma de jugar y tratar la pelota inspiró a muchos jóvenes, entre ellos Diego Maradona.

La admiración del Pelusa por Rivellino nació en el Mundial de México 70. Eliminados de ese Mundial, los argentinos vieron el torneo por la televisión. Maradona tenía nueve años y no vio los partidos en vivo – el primer Mundial transmitido en vivo en Argentina fue el de Alemania 74, pero videos y encuentros en diferido ocupaban la programación de los canales. “Para mi es uno de los más grandes de todos los tiempos y cuando digo eso las personas se sorprenden. Era elegante e inteligente, la rebeldía en persona, lo que yo vi de Rivellino es increíble, ¡un grande!”, dijo Maradona en entrevista a la red Bandeirantes.  

Con el paso de los años, Maradona y Rivellino mantuvieron contacto por intermedio de Careca, compañero de Diego en el Napoli. “Fue un privilegio recibir a Diego y Riva en mi casa. Recuerdo que cuando se saludaron Diego se arrodilló y le besó el pie izquierdo a Rivellino. Después comenzamos a reír”, contó Careca, en el programa Bola da Vez, de ESPN Brasil.

Tras ese encuentro, Riva y Maradona estrecharon la amistad a través de cartas y encuentros esporádicos.   

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