Velibor Vasović: el guardián de fábulas

Fue uno de los zagueros más potentes de la década de los 60 gracias a su lucidez y a su carácter férreo. La polémica y el talento nunca dejaron de acompañarle.

Juan Ignacio Fernández
España. - 15 agosto 2021

El defensa yugoslavo es el fiel reflejo de que se puede ser alguien sereno y a la vez polémico. Dividió a la afición en Belgrado, fue excluido de la selección por irse al Ajax y disputó tres finales de la Copa de Europa; anotó en dos, pero irónicamente solo ganó cuando no hizo gol. El talento, eso sí, nunca dejó de acompañarle.

Nacido el 3 de octubre de 1939, Velibor Vasović conservó con el tiempo el semblante ceñudo a pesar de tener una carrera llena de emociones. Era el comodín táctico de sus entrenadores, el soldadito dispuesto a jugar de defensa central, de líbero o en el lateral izquierdo. Fue de los primeros centrales que surgieron con posesión proactiva del balón y un cabeceador retumbante en cualquiera de las dos áreas. El defensa de Požarevac fue uno de los zagueros más potentes de la década de los 60 gracias a su lucidez y a su carácter férreo.

Debutó como profesional en el Partizan de Belgrado, equipo fundado como la sección de fútbol de la Casa Central del Ejército yugoslavo, donde se convirtió en un ídolo de la afición al conquistar tres ligas seguidas entre 1961 y 1963. Sin embargo, tras ganar la tercera liga en el verano del 63, un embrollo contractual obligó al club a priorizar la renovación del lateral derecho Fahrudin Jusufi, pensando que Velibor, al tener a su tío en la directiva, aceptaría cualquier propuesta. Nada más lejos de la realidad: al enterarse de esa decisión, el jugador fue personalmente a ofrecer sus servicios al Estrella Roja, principal rival del Partizan.

Velibor con la camiseta del Ajax.

Le doblaron el sueldo y se convirtió en blanco de amenazas por parte de los hinchas de su antiguo equipo. Más pronto que tarde (durante la pausa invernal de la temporada 63-64), el presidente del Partizan lo convenció para volver a su club de origen, pero con contrato en vigor era imposible realizar esa operación, así que lo que acabó ocurriendo fue que el cuerpo técnico del Estrella Roja lo sacó de las alineaciones, sin dejar de pagarle el salario.

La incertidumbre a la que estaba sometido el futuro de Velibor exigió incluso la intervención del secretario de Gobernación federal de la República Socialista Serbia, Aleksandar Ranković, cuya reunión de 45 minutos con el vicepresidente del Partizan y el jugador del Estrella Roja no sirvió para desencallar la situación. Pasados los meses y con la liga en las vitrinas del Estrella Roja, el entrenador aceptó dejar ir a Vasović a cambio de otro jugador, Zvezdan Čebinac.

Para el defensa no fue el regreso soñado, precisamente. Afición y compañeros de equipo señalaban que todo había sido una triquiñuela para ganar más dinero, puesto que su paga se mantuvo intacta. Esto dividió al Partizan en dos bandos: por una parte, el grupo disconforme con las decisiones que tomaba la directiva, comandados por Radojica Nenezić, secretario general del club, respaldados por el entrenador Aleksandar Atanacković, Jusufi y otros miembros del equipo. El otro bando apoyaba al presidente Ilija Radaković, y estaba conformados por Velibor, Vladica Kovačević, Zoran Miladinović y la mayoría de canteranos. Hubo un grupo de cuatro jugadores de la entidad que se mantuvieron neutrales.

Tras meses de fricción y algún apuro para juntar once jugadores para un partido en Skopje, la situación fue escalada a Josip Broz, mejor conocido como el mariscal Tito, el presidente de la República Federal Socialista de Yugoslavia. Al ver tanto conflicto provocado por sus compañeros generales del Ejército Popular yugoslavo, decidió reubicar al presidente, al secretario general y al entrenador del club en otras localidades. Esto, por fin, devolvió la paz al equipo blanquinegro.

Velibor, el hombre convertido en leyenda.

Cuando la pelota volvió a la armonía, el Partizan firmó una época excelente, ganando la liga del 65 (que sería la quinta consecutiva en el palmarés de Velibor) y haciendo acto de presencia en la final de la Copa de Europa del 66, que perdió en Heysel contra el Real Madrid de Gento y Amancio. Los yugoslavos se enfrentaron a unos blancos que buscaban su sexto trofeo continental. Lograron contenerlos en el primer tiempo y al empezar el segundo, tras un córner, Vasović puso el 1-0, que fue celebrado por numerosos aficionados que ingresaron al campo sin ningún impedimento policial. Tras la reanudación, aun así, el Madrid, en lugar de sentir presión, se motivó para ir al ataque. Y a un cuarto de hora del final ya estaba por encima en el marcador.

A pesar de ser un central que comenzó a jugar en la época donde las expulsiones eran verbales y no tan frecuentes, Vasović era un jugador muy apegado al reglamento. Arriesgaba su físico más que el de los rivales, sin dejar de ser una molestia en el marcaje para ellos. Tenía la tendencia de sacar la pelota jugada y tras entregarla volver a su posición como si tuviese un imán en la última línea; a la vez, cuando un compañero tenía el balón en la zona defensiva, la mayoría del tiempo iba a ver a Vasović sugiriendo a qué jugador dar el siguiente pase. Cuando el resultado era adverso solía ser el que daba el paso adelante para sumar efectivos en ataque, por su ímpetu, movilidad y trato de balón más que por su velocidad, estatura (1,80 m) o capacidad de finalización.

Se fue al Ajax de Rinus Michels, quien tenía un amigo con esposa yugoslava, y así estableció el contacto. En octubre de 1966, Velibor fue a Ámsterdam a negociar y experimentó el primer revés administrativo: le ofrecían la mitad de lo que quería cobrar, pero como Países Bajos era el único país en Europa con período de transferencias en diciembre, tuvo que aceptar esa cantidad a cambio de entrenar con Johan Cruyff y convertirse en pieza clave de la línea defensiva ajacied. Desde la perspectiva del siglo XXI, muchos hubieran firmado ese contrato.

Al irse de la liga yugoslava, no pudo representar a su selección en la Euro del 68, en donde Yugoslavia sería la subcampeona ante los italianos tras un partido de desempate. Este veto de la selección era una normativa que no permitía convocar a jugadores de ligas extranjeras, como medida para intentar retener talento, potenciar las ligas locales y facilitar las logísticas del cuerpo técnico nacional. Esto estaba presente en selecciones como Suecia, Alemania, Países Bajos y los países del bloque comunista.

El 2 de junio de 1971, Velibor Vasovic, levanta la Copa de Europa en el estadio de Wembley.

Michels vio en Vasović la piedra angular de un prototipo de jugador que luego evolucionaron Ruud Krol, Frank Rijkaard y Ronald Koeman. El central que lo último en lo que piensa es en reventar el cuero, que conduce y salta líneas para desestabilizar las marcas adversarias y que tiene presencia ofensiva en circulación o a balón parado, con la testa o con los pies, un abanico de opciones que depuraban el rol de un defensa.

Proveniente de la Yugoslavia de Tito, Velibor pasó a vivir en el país de la revolución sexual. Aterrizó en un equipo de imberbes que eran gentiles y osados a la vez con el balón en los pies. Vasović, al ser un hombre de ideas sólidas, encajó perfectamente en un equipo que necesitaba un referente menos ególatra, el único que tenía el pelo corto, alguien que les enseñara la malicia necesaria para defender, puesto que en el juego que ejecutaban todos atacaban, pero también todos tenían tareas defensivas. El Ajax jugaba de fábula, y Vasović se encargaba de proteger el alma libre del fútbol total.

Su segunda final europea la jugó en 1969 contra el Milan de Gianni Rivera y Trapattoni. Los italianos golpearon primero en el minuto 7, el Ajax se vio desdibujado cuando el rival cambió a sus laterales de banda. El sólido y novedoso sistema defensivo del Milan propició efectividad a la contra para convertir el segundo tanto. Un penalti en el segundo tiempo sobre Keizer, aun así, abrió la puerta a la remontada holandesa. Vasović hizo carrera desde la media luna para ejecutar el penal, pero fue listo y se detuvo al ver que el arquero Fabio Cudicini (sí, el padre de Carlo Cudicini) se había adelantado casi al límite del área chica. En el segundo intento cruzó el disparo y marcó su segundo gol en finales de Copa de Europa, convirtiéndose en el primer jugador que lograba adjudicarse una diana con dos equipos distintos (ahora lo acompañan Cristiano y Mandžukić en esa lista), pero los ‘Rossoneri’ fueron superiores y sentenciaron el partido con un 4-1 final, hat-trick de Pierino Prati incluido. Otro gol, otra medalla de plata.

En la temporada 70-71 se fue Gert Bals, portero y capitán del Ajax, y Velibor se convirtió en el primer capitán extranjero del equipo amsterdamés, suceso que guarda estrecha relación con la actualidad, ya que Dušan Tadić es el encargado de portar el brazalete que su compatriota lució cuando levantó la primera Copa de Europa personal y del Ajax, en 1971 contra Panathinaikos, la única en donde no logró enviar el balón al fondo de las redes contrincantes.

Tras ese hito, decidió finalizar su carrera por complicaciones de asma, pero su trabajo ya estaba hecho. Siempre eligió vivir emociones fuertes, como el que sacrifica a la reina temprano en el ajedrez y aun así gana la partida. Su luz se apagó en 2002, fue enterrado en el Callejón de los Grandes en Belgrado, y en la lápida dice “Heroj Fudbala” (un héroe del fútbol), el sumario preciso.

Tomado de Panenka.

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