Javier Arce, entre el Garcilaso y Binacional se convirtió en el DT del Sur

El DT de Binacional conversó con ONCE sobre sus inicios como preparador físico y rememoró pasajes de su vida entre el fútbol y su familia.

DT. Javier Arce.
Aníbal Ingunza
Lima - 20 septiembre 2020

En la foto de perfil de su WhatsApp, Javier Arce aparece cargando a su mascota. “Es mi ‘Napoleón’. La familia quiere más a ‘Napoleón’ que a mí”, nos dice pasadas las 10 de la noche el día previo a que su Binacional juegue contra Deportivo Llacuabamba continuando la maratónica serie de partidos, entre Liga1 y Copa Libertadores. Al otro lado de la línea, el entrenador y preparador físico peruano de 63 años nos da la confianza para evitar pensar que le estamos robando horas de sueño. Su cortesía al hablar es tan notoria como sus pasos que ha marcado su recorrido en el fútbol. 

Javier Arce y su perro Napoleón.

En casa está su esposa y sus hijas Grecia Silvana y Ariana Luz. Un ‘matriarcado’ que, como dice el profesional, engríe a ‘Napoleón’, pero se desvive en orgullo por el patriarca de la familia. En esta charla con ONCE, Javier viaja en el tiempo para reencontrarse con el inquieto muchacho que fue y que siempre estuvo presto a apoyar en labores deportivas en su natal Palpa (Ica). Partimos en 1974, año en el que el actual técnico de Binacional terminó la secundaria. 

“Estaba medio dudoso. Yo quería estudiar ingeniería agrónoma, lo que a todo provinciano le llama la atención. Pero me entusiasmaba también todo el tema de la preparación física. Me decidí por lo segundo y entré a la escuela de educación física. Luego me dije, para ir por el lado del fútbol e hice una especialidad. Todo fue paso a paso, quemando etapas. Arranqué como preparador físico en 1981 y lo hice hasta el 2011. Fueron 30 años en esa labor”, cuenta Arce. Tres décadas dedicadas al meticuloso trabajo de preparar físicamente a los futbolistas para que tengan su mejor desempeño. 

En ese tiempo, enfundado en un buzo y con grupos de jugadores atentos, el profesional arrancó su trabajo en Deportivo Cantolao, que jugó la Copa Perú en 1981. Los retos empezaron a caer por su propio peso y en 1988 le tocó trabajar en la ex selección peruana sub 16 (hoy sub 17) con el entrenador Ronald Pitot. A la par de sus labores en colegios y universidades como docente de educación física, la ‘blanquirroja’ empezó a volverse una compañera de trabajo. 

De preparador físico a DT.

En 1999 y el 2000 trabajó junto a Julio César Uribe con la selección sub20. El siguiente paso fue llegar a la selección de mayores. Javier Arce estuvo en las participaciones de Perú en las Copas América del 2001 y 2007, así como en las Eliminatorias al Mundial Corea-Japón 2002, cuando el ‘diamante’ se sentó en el banco de suplentes. También estuvo en la selección femenina que ganó la medalla de oro en los Juegos Bolivarianos de Colombia en 2005. Un año después fue parte del comando técnico de la selección femenina Sub 20 en el Sudamericano de Viña del Mar. 

Pero en esta profesión no hay descanso. Arce continuó desempeñándose como preparador físico porque quería que los momentos lo escogieran y no lanzarse y tropezar. “No deseaba dirigir, que ya podía hacerlo, para luego regresar a ser preparador físico. Había empezado quemando etapas y me encontraba en José Gálvez. Era el 2012 y la dirigencia me ofreció el cargo ante la salida del entrenador. Acepté. Muchos nos daban como candidatos a la baja, pero ofrecimos otro tipo de resultados”, relata. Tiene toda la razón. Aquel Gálvez fue un gran equipo. 

Daniel Reyes, Paulo Ramos, César Medina, Ricardo Salcedo, Carlos Barrena, Jersson Vásquez (hoy en César Vallejo y goleador de aquel Gálvez), Miguel Cevasco y otros más consiguieron resultados sorprendentes. Ganaron de visita, golearon a Universitario y tuvieron a un delantero peculiar, Martín ‘el toro’ Arzuaga. “Hizo goles muy importantes, tenía gran técnica. Era medio renegón porque quería ser el goleador del torneo, pero nunca tuve problemas con él”, señaló el DT. 

Desde la llegada de Arce, Binacional lucha por el primer puesto en la tabla de posiciones.

Y como el fútbol suele recompensar el buen trabajo, José Gálvez ganó la Copa Federación de ese año –un torneo intermedio– y además el entrenador estuvo cerca de clasificar al cuadro chimbotano a un torneo internacional. Tras pasar por segunda división, el recorrido nos lleva a otro momento importante en su carrera. Aquel 2018 cuando dirigió a Comerciantes Unidos y se ganó el apelativo de ‘matagrandes’.  Ese año, Javier Arce se encontraba en Estados Unidos. Regresó en julio por un tema familiar y le ofrecieron dirigir al cuadro que hacía de local en Cutervo. 

“Tuvimos buenos resultados, le ganamos a Alianza, a Cristal a la ‘U’. Pero eran demasiados puntos de distancia con el antepenúltimo y no pudimos evitar el descenso. Sin embargo, hubo buenas críticas para el equipo, para su juego bien”, comenta el entrenador. Por eso Binacional se fijó en él para el 2019, un año inolvidable para el técnico. El cuadro de Juliaca empezó a andar derecho y, de pronto, plantel y cuerpo técnico empezaron a mirar la tabla desde las primeras posiciones de aquel Apertura. El sueño de ser campeones, no iba lejos de la realidad.  

“Fue una enorme actuación de los muchachos. Recuerdo que le ganamos a Real Garcilaso en Cusco y el siguiente partido fue con la ‘U’. Terminamos ganando 4-2, era la fecha 7. Conversamos entre todos, nos apoyamos, analizábamos lo que venía y logramos el campeonato. Un gol que recuerdo es del Edson Aubert a Universitario, aunque personalmente me quedo con el segundo en el partido de la consagración contra Sport Boys”, nos dice Arce. Los números lo respaldan y mucho, porque su Binacional tomó la punta del torneo en la jornada 8 y campeonó en la 16.  

Juliaca se venía abajo. Binacional iba a jugar, por primera vez en su historia, la Copa Libertadores. Javier Arce no podía dar un paso en la ciudad sin firmar autógrafos. Pese a ello, no continuó en el cuadro del sur  que a fin de año, gracias a aquel Apertura ganado, disputó la final y logró el título. Pasaron otros entrenadores, pero el 8 de setiembre los caminos del técnico y el ‘poderoso del sur’ se volvieron a unir. Rápidamente, Binacional retomó el triunfo y le ganó a Alianza Universidad, aunque no pudo con LDU en el duro grupo de la Copa Libertadores. 

El hombre que le regala momentos de felicidad a Juliaca.

“Es una llave difícil con el fuerte Liga Deportiva Universitario, la historia que tienen Sao Paulo y River Plate, pero vamos a luchar por hacer las cosas bien”, asegura Arce quien al otro lado de la línea revela algo que muchas veces no conocemos de la vida diaria del entrenador. “Desde que empecé en este trabajo he vivido distanciado de mi familia. Mi esposa es mi colega, también es profesora de educación física y por eso no iba a cortarle su carrera. Le miro el lado bueno a las cosas y pienso que esta pandemia me permitió vivir con mi esposa y mis hijas, algo que no podía sentir desde hacía muchos años”, suelta emocionado.  

La siguiente confesión le arranca una sonrisa y me la contagia. “En este tiempo con mi familia entré a la cocina. Estaba acostumbrado a freír carne o hacer una ensalada. Pero mis hijas y mi esposa me han enseñado a hacer un lomito saltado, un arroz chaufa”, cuenta.  Entonces llega la inevitable pregunta ¿cómo fue el resultado? “Mal, me salió malísimo. Un día quise hacerles una carne a la parrilla y todo me salió recocido (risas). Me criticaron más que lo hace un hincha desde la tribuna”, suelta en confesión sincera el técnico. El tiempo de la charla ha transcurrido rápido y el final ha llegado. Arce debe descansar para seguir transitando el sendero del fútbol. 

Yo vuelvo a observar la foto del perfil de WhatsApp donde aparece cargando a ‘Napoleón’. Veo allí a un hombre de familia. A un tipo sencillo y honesto. No tengo duda que ‘Napoleón’ también ve lo mismo.  

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