Christian Cueva llegó a la Universidad de San Martín de Porres en 2007. Lo habían descubierto en un amistoso en Huamachuco, La Libertad, entre la selección de su localidad y la sub-20 del equipo de Ate. Cueva ese día brilló. Jugó un tiempo para cada equipo a pedido del entrenador de la San Martín y marcó goles con ambas camisetas. Finalizado el partido, Cueva fue fichado por el cuadro limeño y se le ofreció trasladarse a Lima para continuar con su formación.
Por aquel entonces, la San Martín era el proyecto más serio del fútbol peruano y su plan de menores abarcaba, además de la formación deportiva, el cuidado de su alimentación y educación, como casi ningún club peruano lo había hecho. A poco tiempo de su arribo, Cueva desapareció de la concentración durante cuatro días. Había viajado a Huamachuco para jugar un partido con sus familiares en un tradicional torneo local donde el premio era una vaca. A su regreso, el club lo perdonó y Cueva debutó con el primer equipo en 2008 con apenas 16 años. La anécdota revela un patrón que se mantuvo a lo largo de su carrera hasta convertirse en un lastre para un deportista de alta competencia: la indisciplina.
Vallejo y la separación que sería un presagio

Christian Cueva (Trujillo, 23 de noviembre de 1991) llegó con su familia de muy niño a Huamachuco. En esa ciudad de la sierra de La Libertad, a más de 3,200 metros sobre el nivel del mar, comenzó a forjar su andar en el fútbol. Cuando llegó a la Universidad de San Martín, Cueva era ya una estrella en su tierra, y todo Huamachuco vibraba ante el futuro del chico maravilla. En la San Martín, debutó con apenas 16 años y poco después, en 2008, anotó su primer gol en primera división.
Cueva tuvo un buen paso por la San Martín: ganó los campeonatos de 2008 y 2010 y jugó en torneos internacionales. En agosto 2012, el polémico político César Acuña —recordado como plata como cancha— anunció en sus redes sociales que Cueva llegaba como refuerzo al equipo de su propiedad, el César Vallejo. Su paso por Vallejo terminó en un adiós prematuro. El dirigente Paul Ramos, por aquel entonces gerente deportivo de la Universidad, lo explicaba así: “Se le ha encontrado jugando fulbito hasta en dos oportunidades. Se le sancionó la primera vez, se le perdonó y ahora nuevamente cometió la misma falta y ya es una cuestión más grave. Cueva cometió una indisciplina, se le ha separado y ya no está entrenando con el equipo. La comisión de disciplina verá su caso y la decisión está en manos del presidente”.
Allí empezó su larga rutina de cambios constantes de clubes no por mejoras profesionales sino por conflictos.
El sueño de Alianza termina en pesadilla
Tras su salida de la Universidad Vallejo, Cueva tuvo su primera experiencia en el extranjero. Su destino fue el campeonato chileno y su equipo el Unión Española. Cueva, hincha de Alianza Lima desde pequeño había presionado a su representante, el ex futbolista Ronald Baroni, para que lo llevase a La Victoria pero Baroni prefirió colocarlo en el extranjero. Cueva llegó a Chile en 2013. El saldo positivo fue un título nacional, el que sería el tercero y, hasta la fecha, el último de su carrera. Sus buenas actuaciones lo llevaron hasta el Rayo Vallecano de España, donde no destacó y estuvo a la deriva hasta que una llamada del club de sus amores pareció devolverle la sonrisa. Llegó a Alianza en el año 2014 y fue figura de inmediato. Goles y buenas actuaciones se combinaron para que la hinchada lo arropase de inmediato.
Pero en la historia de Christian siempre hay un “hasta que”. Y eso ocurrió. En diciembre de 2014, el uruguayo Guillermo Sanguinetti, DT íntimo en aquel momento, discutió con el mediocampista porque le reclamó durante un entrenamiento no querer ocupar un lugar en la cancha. La pelea fue subida de tono y Sanguinetti no dudó en mandarlo a la banca. Cueva casi no jugaría en lo que quedaba de campeonato pese a ser, con diferencia, el jugador más desequilibrante del equipo. El ostracismo había de disiparse para la siguiente temporada, pero en febrero de 2015, tras la caída de Alianza Lima en Copa Libertadores por 0-4 como local ante Huracán de Argentina, terminó en un escándalo. Cueva salía del estadio y no soportó los insultos de los hinchas. El jugador, enfurecido, creyó que la mejor forma de ser profesional era salir a la calle y agarrarse a golpes con los hinchas. A los pocos días, el Comando Sur cobraría revancha cuando arremetió en el estadio Alejandro Villanueva para propinar una golpiza a los jugadores, Cueva fue uno ellos.
Caídas y más caídas
Tras su paso por Alianza, el díscolo jugador emprendería un periplo que lo llevó por varios países. Toluca en México, Krasnodar en Rusia, Sao Paulo y Santos en Brasil. En cada ciudad adonde llegaba se tejían historias sobre su mal comportamiento. En setiembre de 2019, se dio a conocer un video en el que Cueva se peleaba en una discoteca en Brasil. El escándalo fue inmediato y Cueva fue suspendido por el club. Cueva salió de Santos y recaló en Pachuca de México a inicios de 2020. Apenas un par de partidos y algunas semanas después el club prescindió de sus servicios. Se alegó insuficiencia económica.
En agosto del año pasado en plena pandemia, cuando la prensa murmuraba por el posible interés del difunto ídolo argentino Diego Maradona por llevar a Cueva a Gimnasia La Plata, la sorpresa irrumpió con el anuncio del fichaje del volante peruano por el Yeni Malatyaspor de la Superliga Turca. Un club y una ciudad alejados de las luces de la capital que, sin embargo, ofrecía la oportunidad al jugador de ponerse en forma y tomar ritmo de competencia de cara al reinicio de las eliminatorias sudamericanas. La historia se interrumpió en menos de cinco meses. Christian Cueva, una vez más, era separado por indisciplina.

El club anunció la separación del jugador y el entrenador, Hamza Hamzaoglu fue lacónico respecto de Cueva: “No tengo ningún problema con los sudamericanos, pueden preguntarle a Pablo Batalla o Fernando Muslera. No he tenido ningún problema con ellos, pero siempre he tenido un problema con los jugadores que no se sienten identificados con el equipo”.
La selección, un lugar seguro
Si hubo un equipo en donde Cueva tuvo continuidad y pudo ser figura más allá de unos cuantos partidos, ese equipo fue la Selección. Pese a las dudas que pesaban sobre él, especialmente por su conducta fuera de las canchas, Ricardo Gareca decidió incluirlo en el grupo que disputó la Copa América de Chile en 2015. Perú llegó a las semifinales y Cueva destacó.

A partir de ahí, el jugador trujillano sería parte del exitoso ciclo de Gareca que incluyó la Copa América Centenario 2016, las Eliminatorias con la histórica clasificación y el consiguiente Mundial de Rusia 2018 y el subcampeonato en la Copa América de Brasil en 2019. Cueva hizo goles importantes y fue clave en partidos definitorios de las Eliminatorias y el Repechaje ante Nueva Zelanda. Su momento deportivo más oscuro a nivel de selección ocurrió al fallar un penal frente a Dinamarca que cambió dramáticamente la opción peruana en Rusia 2018.
Arropado por Gareca, el mediocampista parece encontrar en la Selección un espacio de calma pero, en el último tiempo, no tiene un aporte en la cancha, acaso debido a su falta de continuidad y a una preocupante desidia mostrada en los entrenamiento. Al parecer ha ido perdiendo su lugar en la consideración de Gareca. Inamovible en los procesos anteriores, arrancó como suplente ante Brasil y Chile y fue sustituido en los partidos frente a Paraguay y Argentina.
Con su futuro en juego, Cueva se marcha al fútbol árabe. Jugará en el Al Fateh de la Liga Profesional Saudí que marcha decimoprimero en el campeonato a solo cinco puntos del descenso. Quizá sea la última oportunidad internacional para Cueva futbolista o el último capítulo de indisciplina en el exterior. Por su edad, 29 años, su margen es escaso.

Los equipos de Cueva
12 equipos en 13 años de carrera profesional.
| EQUIPO | PAIS | AÑO |
| Universidad de San Martín de Porres | Perú | 2008 – 2012 |
| Universidad César Vallejo | Perú | 2012 |
| Unión Española | Chile | 2013 |
| Rayo Vallecano | España | 2013 – 2014 |
| Rayo Vallecano B | España | 2013 – 2014 |
| Alianza Lima | Perú | 2014 – 2015 |
| Toluca | México | 2015 – 2016 |
| Sao Paulo | Brasil | 2016 – 2018 |
| FC Krasnodar | Rusia | 2018 – 2019 |
| Santos | Brasil | 2019 |
| Pachuca | México | 2020 |
| Yeni Malatyaspor | Turquía | 2020 |
El Caso Cueva
Para llegar más a fondo sobre la conducta del jugador nacional nos reunimos con Miguel Ángel Vallejo (Lima, 1983). Es Doctor en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Granada y editó los libros que formaron parte del coloquio “Lo Cholo en el Perú”. En aras de la transparencia, Vallejo afirma ser hincha del Muni.

¿Cómo se enmarca la indisciplina de Cueva y de los futbolistas peruanos, en general?
El caso de Cueva es parte de lo que asumimos como la indisciplina peruana. Los peruanos pensamos que somos los más indisciplinados del mundo. Sin embargo, este sacarle la vuelta a las normas no es exclusivo de nuestro país. La indisciplina es algo universal. En el caso específico de la indisciplina en futbolistas, el Perú no es una excepción. Recordemos a Roberto Carlos refiriéndose a las fiestas monumentales del Real Madrid de Los Galácticos, donde había europeos varios, y aun así ganaron más títulos de los que podemos contar.
¿Se puede hablar de una “indisciplina peruana”?
Hay un modelo de indisciplina peruana, que explicaba muy bien Gonzalo Portocarrero. Él planteaba que en el Perú hay una educación formal, en la escuela o en los consejos que los padres dicen a sus hijos cuando están frente a otras personas, que afirma la necesidad de respetar las normas de urbanidad, las leyes, la cortesía y en general, los derechos de los demás. Sin embargo, Portocarrero consideraba que la propia estructura de los colegios y los mismos padres, educan en la política de la pendejada, de trasgredir las normas y pisotear al otro porque el otro te va a pisotear si no lo haces. Se enseña eso como único camino al éxito.
Esto marca una diferencia entre la indisciplina de los futbolistas peruanos con la de otros futbolistas que no se van de fiesta o dejan de entrenar solo por placer o por la sensación de poder, sino porque creen que ese es el camino al éxito. Otros sienten que la transgresión es una manera de sentir poder. Esto, en el caso de futbolistas que provienen de entornos violentos, truncó o ensombreció sus carreras. Pienso siempre en el tremendo crack que fue Kukín Flores pero también en un Machito Gómez que, mejor entrenado y más lúcido, bien pudo llegar más lejos. Sin embargo, Nolberto Solano, protagonista de ampays durante los noventa, nunca llegó a niveles de indisciplina que complicaran su potencial físico.
¿Cómo se compara esta conducta con la sociedad peruana?
Esto no es azar. Vemos que en todos los estratos sociales existe la manera de ser “pendejo” y de obtener una inmediata sensación de poder. Cueva encaja en ese perfil, de aquellos que necesitan transgredir la norma.


