Se acabó el mate de coca de Paolo Guerrero

La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) señaló que las sustancias de abuso social, como la cocaína, tendrán sanciones menores a las que ya tenían.

Umberto Jara
Lima - 5 octubre 2020

La reciente disposición de la AMA trae a la actualidad el episodio del la famosa contaminación cruzada y el mate de coca, la fantasiosa construcción de una teoría jamás probada y que, en su momento, nadie se atrevió a cuestionar en el Perú por el temor a un ídolo como Paolo Guerrero. Esta semana, la entidad internacional decidió rebajar aún más las sanciones para aquellas sustancias que siendo prohibidas no mejoran el rendimiento del deportista. Esta óptica ya existía. En efecto, si Paolo Guerrero hubiese admitido desde un inicio la existencia del metabolito de la cocaína en su organismo habría tenido una sanción de seis meses —hoy convertida en un mes— y se habría ahorrado todo el show que afectó la preparación del seleccionado para jugar el Mundial Rusia 2018.

A continuación presentamos los detalles de la decisión de la AMA y luego un fragmento del libro “Así nos robaron” de Umberto Jara, la única investigación que se atrevió a decir en su momento que la tesis de la contaminación cruzada era una tesis absurda inventada por Guerrero y su entorno.

La AMA rebaja las sanciones por cocaína y otras sustancias “de abuso social”

Los deportistas podrán ver reducida a tres meses la sanción por el consumo de sustancias de abuso social, como la cocaína, si demuestran que no guarda relación con su rendimiento deportivo y a un mes si completan un programa de rehabilitación de drogas, según la lista de sustancias y métodos prohibidos para 2021.

La Agencia Mundial Antidopaje (AMA) ha hecho pública dicha lista, que fue aprobada en la reunión de su Comité Ejecutivo los pasados 15 y 16 de septiembre y que entrará en vigor el 1 de enero del año que viene, con variaciones respecto a la inclusión de sustancias que no tienen que ver con la mejora de su actividad.

Según explicó, durante el proceso de revisión recibió un amplio número de comentarios relacionados con el uso de sustancias incluidas en la lista que no suelen estar relacionado con el rendimiento deportivo.

Por ello se añadió un artículo al código que identifica la cocaína, la diamorfina (heroína), la metilendioximetanfetamina (MDMA/”éxtasis”) y el tetrahidrocannabinol (THC) como sustancias de uso indebido en la Lista 2021.

De esta forma, si un deportista puede demostrar que el uso de cualquiera de estas cuatro sustancias no estaba relacionado con el rendimiento deportivo, la suspensión impuesta será ahora de tres meses y podrá reducirse a un mes si el deportista completa un programa de rehabilitación de drogas.

Otra novedad establece que las transfusiones y/o inyecciones intravenosas de más de un total de 100 ml por período de 12 horas, salvo las recibidas legítimamente en tratamientos hospitalarios, procedimientos quirúrgicos o investigaciones de diagnóstico clínico, se han clasificado ahora como métodos prohibidos “especificados”.

Esto significa que el deportista puede recibir una sanción reducida si se puede demostrar que este método no se utilizó con fines de dopaje.

La AMA ha destacado que la lista 2021 ha sido rediseñada para mejorar y facilitar uso por parte de los deportistas, con un índice de ejemplos de afecciones médicas ante las que pueden recetarse sustancias de las diferentes clases y la determinación clara de qué sustancias o métodos están prohibidos en todo momento o en competición y las de uso indebido dentro de cada tipo. (Publicado en iusport.com)

Portada del libro.

El invento de la contaminación cruzada

La rocambolesca historia del residuo de un mate de coca que contaminó indirectamente al futbolista Paolo Guerrero fue un largo episodio que perturbó notoriamente la participación del seleccionado peruano en el Mundial Rusia 2018. Lo que debía ser una fiesta deportiva tan esperada por los peruanos durante treinta y seis años, se vio tiznada por una teoría sin sustento que se terminó llamando “contaminación cruzada”. El capitán de la selección peruana, su madre Petronila Gonzales —su popularidad la llevó a ser conocida como doña Peta— y abogados sin mayores escrúpulos se empecinaron en instalar una teoría absurda.

Desde un inicio existieron indicios, hechos, pruebas y testimonios que contradecían la tesis del jugador. Asimismo, la ciencia médica sólidamente derrumbaba la risible hipótesis según la cual Paolo Guerrero, el día 3 de octubre del 2017, en el segundo piso del Swissôtel de San Isidro, al recibir unas visitas, había pedido y consumido una taza con una infusión de anís, bebida que le fue servida en una jarra que, previamente, había contenido mate de coca. Según esta teoría, los negligentes mozos del hotel no habían cumplido con lavar la jarra y al volcar en ella el agua con anís, terminaron sirviéndole al futbolista una bebida contaminada con mate de coca. Este hecho dio lugar, según esa tesis, a que dos días después, en el examen antidoping al que fue sometido tras jugar el partido Argentina vs. Perú, el resultado mostrase la presencia en su orina de benzoilecgonina, el principal metabolito de la cocaína.

Si dejamos por un momento los aspectos médicos y nos detenemos en los hechos en sí, la teoría fabricada por el jugador y su entorno careció desde un inicio de solidez. Nunca acreditó el consumo de anís, no hay una orden ni un recibo de pago que muestre tal hecho. Puso como testigos a dos amigos suyos. No presentó ninguna prueba sobre la existencia de la jarra contaminada. No acreditó si, efectivamente, el Swissôtel había incumplido o no con sus protocolos de limpieza y atención. Sin prueba alguna acusó a un hotel que integra una prestigiosa cadena europea; acusó a los mozos y acusó a la nutricionista de la selección. Si cualquier ciudadano hubiese actuado de esta manera, no solamente su teoría habría sido descartada de plano sino que habría tenido que afrontar acciones legales. ¿Por qué Paolo Guerrero pudo actuar con tamaña arbitrariedad e instalar en la opinión pública su teoría de la contaminación cruzada?

Documento del Swissotel enviado a la FPF.

Por una razón cuestionable: abusó de su condición de ídolo popular y creyó que podía ubicarse por encima de todo y que la versión que él diese tenía que ser respaldada con el mismo énfasis con que se aplauden sus goles. El anuncio de que el doping era positivo se conoció el 3 de noviembre del 2017, y en esos meses previos al Mundial Rusia 2018 aquel que osara esbozar una pequeña pregunta inquisitoria o una mínima crítica contra el capitán de la selección peruana, José Paolo Guerrero Gonzales, estaba destinado al patíbulo de los insultos y el repudio.

En esos meses, la exaltación de los hinchas era inmensa: el Perú volvía a un mundial luego de dolorosos treinta y seis años de ausencia, logro en el cual el capitán y goleador de la selección peruana tuvo un aporte inmenso en goles, entrega y coraje. Era el máximo ídolo popular peruano y él aprovechó una ley que no está escrita pero existe: a los ídolos paganos se les debe honrar sin pensar ni preguntar.

En lugar de comportarse como un ídolo sensato, obligado a honrar ese sitial con un comportamiento adecuado y ejemplar, Paolo Guerrero, junto con su progenitora doña Peta y la asesoría de abogados rapaces, se sintió autorizado a imponer su voluntad. Madre e hijo prendieron una hoguera para lanzar allí a quien se atreviese a discutir la santa versión del inocente anís contaminado con unas gotas de mate de coca. No hubo medio de comunicación que se animara —más aún en un país en el que los medios de comunicación tienen “valentía selectiva”— a difundir una línea, una frase, una imagen que, al menos, dejara constancia a futuro de que la versión del futbolista era insostenible porque, como veremos más adelante, la ciencia descartaba la absurda teoría. Asustados por el cadalso levantado para ajusticiar a quien se atreviese a traicionar al símbolo de la patria goleadora, los medios de comunicación acompañaron a Guerrero a instalar ante el país la teoría de la contaminación cruzada por negligencia de los mozos de un hotel. Hay quienes creen que los goles están por encima de los valores.

Para ejercer el maquiavelismo se necesita una aguda inteligencia. Y fue la ausencia de ese requisito lo que impidió a Guerrero y su corte analizar que existían elementos que terminarían contradiciendo la jocosa contaminación cruzada: no tenían una sola prueba, tan solo existía el dicho del futbolista; no pensaron que el Tribunal Arbitral du Sport (TAS) convocaría la opinión de sólidos expertos; no se les pasó por la cabeza que existen estudios científicos capaces de determinar la medición de benzoilecgonina según la cantidad de mate coca consumido.

A la larga, y así ocurrió, era imposible que Guerrero y su entorno pudiesen convencer a un tribunal deportivo internacional de la disparatada tesis que habían construido. En nuestro medio, ¿quién era un obligado principal para investigar, analizar y encontrar mínimas certezas?, ¿quién debía, al menos, dejar constancia de una mínima duda a resolver a futuro, cuando pasara el silencio impuesto en el reinado de Paolo Guerrero? Sin duda el periodismo. Sin embargo, en el Perú, el periodismo en general es un género tan curioso que no investiga, algo así como un maratonista sin piernas insistiendo en llamarse maratonista. Tampoco les interesa a las empresas que sus periodistas investiguen, curiosa prohibición que acompañan con lamentos por sus bajas ventas, sus alicaídos ratings. En rigor, el periodismo peruano sigue la huella que trazan las redes sociales. De ese modo, no es de extrañar que en el tiempo en que Paolo Guerrero era aclamado muchos periodistas hayan claudicado su oficio por una selfie con el goleador.

Así ocurrió, por ejemplo, en la mañana del 18 de mayo del 2018. Si se revisan los archivos, se puede hallar que el diario El Comercio eligió, con precisión acaso involuntaria, la sección “Farándula” para dar una información con este titular: “Instagram: las fotos que se hicieron periodistas tras reunión con Paolo Guerrero”. La nota se inicia así: “En su intento por limpiar su imagen ante la opinión pública, el delantero peruano del Flamengo de Brasil, Paolo Guerrero, se reunió con diversos periodistas de casi todos los canales de señal abierta.

Desayuno periodístico con Guerrero y doña Peta.

Aquel fue un desayuno celebrado bajo la batuta de doña Peta en el que figuras periodísticas de los principales medios de comunicación escucharon la versión del futbolista Paolo Guerrero. ¿Hubo preguntas? No. ¿Se planteó alguna duda razonable? No. ¿Qué hubo? Selfies, muchas, hasta agotar las baterías de los celulares. Cabe una acotación necesaria: los periodistas también estaban atados de manos por la influencia del futbolista; pero tampoco es válido participar de la campaña de instalación de una teoría falsa.

/ MÁS INFORMACIÓN
Ver nota completa

Farfán: el ‘10’ en un dilema físico

Ver nota completa

¿Hasta cuándo, Pitana?