Sergio Leal, el goleador que Cristal recuerda

Era figura en el Peñarol y llegó a los 23 años al fútbol peruano. Los hinchas rimenses lo recuerdan como un gran 9. Aquí una charla con sus recuerdos y su presente.

Daniel Yaipén
Lima. - 10 enero 2021

Era el inicio del año 2005 y ante la resistencia total de la hinchada cervecera “Chemo” Del Solar asumía la dirección técnica del primer equipo de Sporting Cristal. Al ex DT nacional se le cuestionaba su fuerte identificación con tienda merengue y su poca experiencia como técnico a nivel mayores. En medio de esa coyuntura llegó una noticia sorpresiva. Llegaba un delantero centro llamado Sergio Leal de 23 años procedente de Peñarol de Uruguay, con pasado mundialista en selecciones uruguayas de menores. Un refuerzo inesperado y atípico para una liga como la peruana que estaba acostumbrada a jugadores en los tramos finales de su carrera, además de jóvenes que en sus países jugaban en segunda o tercera división.

El uruguayo era como la figurita cromada del álbum. El hincha rimense desde el primer día apostó sus fichas a Leal y el “yorugua” respondió con creces dejando la piel en la cancha y anotando goles decisivos por el título nacional y en Copa Libertadores en partidos complicados. Pero sin duda lo más recordado es el penal que se atrevió a picar en el césped sintético del estadio Nacional ante Universitario, desatando el delirio de la hinchada bajopontina.

ONCE conversó con Sergio Leal sobre su experiencia en Cristal, sus inicios y el exitoso paso por seis diferentes ligas alrededor del mundo. Además, nos cuenta cuáles son las actividades a las que se está dedicando en el último año y medio desde que se retiró del fútbol.

Tenías 23 años y una trayectoria en ascenso en Peñarol ¿qué te motivó para venir a la liga peruana?

Me estaba yendo genial en Peñarol, era titular indiscutible y venía haciendo goles seguidos. Justo recuerdo que acababa de marcar un gol por la Libertadores al América de México en su estadio y ellos comenzaron a indagar por mi pase. Ahí nomás en Peñarol cambian de entrenador y yo tuve un problema con unos de los pseudo referentes del equipo y el nuevo entrenador también se compró el pleito y terminé en la banca por este tema sin haber bajado mi rendimiento deportivo en absoluto. Estuve cuatro meses comiéndome el banco y sabía que tenía que irme del club, en esa coyuntura aparece la opción de Sporting Cristal que ya había tenido varios uruguayos en sus filas, entre ellos a Balerio, y sabía que era un grande del fútbol peruano así que no la dudé y acepté. Mi intención era volar en la Libertadores para asentarme en el equipo y buscar el salto al viejo continente. Sé que fue algo atípico por mi pasado en selección y mi edad, pero no me arrepiento en Cristal disfruté cada minuto que estuve, me encontré con una calidad de jugadores espectacular y un fútbol al cual no estaba acostumbrado que me encanto.

¿Qué sabias de Perú antes de venir?

En el colegio a mí me encantaba la historia y aprender sobre las culturas antiguas. La Inca era una de mis preferidas y sabía que venía a un país con una cultura mágica en sus antepasados. Cuando fui a Cusco y conocí todas las ciudadelas que había visto solo por libros fue simplemente extraordinario.

¿Por qué te fuiste de Cristal?

Mira, hoy con el periódico del lunes te digo que me hubiera gustado quedarme muchos años pero también hay que decir las cosas como son, nadie del club se acercó a ofrecerme renovar ni siquiera una oferta para evaluar. Recuerdo que poco antes de que acabe mi contrato me habían castigado seis meses porque en Cusco nos anularon un gol completamente legítimo y tope levemente al árbitro, pero dijeron que lo había agredido bruscamente y como querían marcar un precedente se ensañaron conmigo. Bajo ese panorama fue que el único equipo que apareció con la intención de apelar y esperarme hasta que pueda jugar fue la San Martín. Al final la apelación próspero y me rebajaron la sanción a la mitad y puede jugar en tres meses. Fue una lástima porque me hubiera encantando quedarme.

Sergio Leal celebra con los rimenses

El hincha rimense te recuerda con mucho cariño a pesar que solo estuviste una temporada, ¿por qué crees que es así?

Creo que es por la personalidad que tenía para jugar y porque siempre me di todo en la cancha por la camiseta. Muchas veces jugué sentido y hasta lesionado, tanto así que llegué con una lesión grave antes de la final que no pude jugar y hubo algunas especulaciones que desdibujaron un poco todo lo que había hecho durante el año. Pero a pesar de eso creo mi entrega total en la cancha hizo que la hinchada se identifique rápidamente conmigo y además estaba en un gran momento personal dentro de un equipo colectivamente fantástico. Creo que la celebración luego de la picada en el penal fue algo icónico que creo un lazo entre la hinchada y yo.

Hubo muchas leyendas urbanas sobre por qué no jugaste la final, ¿nos cuentas tu verdad?

Mira una semana antes de la final me saco una resonancia magnética porque tenía un dolor en la rodilla con el que había venido jugando, pero se había acentuado mucho más y el resultado dio rotura parcial de ligamento externo de rodilla, o sea, no debía jugar porque tenía una probabilidad muy grande de romperme en pleno partido. Sin embargo, un gran sector de la prensa en esa época tergiversaba las cosas y hablaron muchas cosas que no fueron reales después de mi conversación con el comando técnico. Yo en Cristal me sentía como en casa, sin embargo, tanto se dijo que hasta el “Loco” Delgado que es mi amigo me dijo: dicen que no quieres jugar la final porque ya estas vendido a otro club. Después se dio cuenta que no fue así.

Leal con la camiseta uruguaya.

¿Qué te dijeron en esa reunión con el comando técnico y quiénes estuvieron presentes?

Vino Chemo y Asteggiano a decirme que necesitaban que juegue la final porque todos los delanteros estaban suspendidos o descartados y no teníamos con quien jugar arriba. Yo les conteste ustedes han visto los resultados de la resonancia verdad, saben que si juego estoy poniendo en gran riesgo mi futuro como futbolista. Recuerdo que les dije que estaba dispuesto a asumir ese riesgo si ellos podían asegurarme que si me rompía y necesitaba tiempo de recuperación lo podría hacer como jugador de Sporting Cristal. En pocas palabras les solicité que me consiguieran un contrato para quedarme dos años más en el club, pero no se pudo dar y lamentablemente no jugué. El que piense que un jugador que se ha roto el alma todo el año por el equipo no quiere jugar la final por un capricho, es porque nunca estuvo dentro del fútbol, yo fui quien más sufrió perderse ese partido.

¿Qué fue lo que más te impresionó del fútbol peruano?

Mira yo venía de Uruguay donde la paras y en tres segundos ya tienes dos planchas encima, un fútbol de mucho choque y disputa constante. Llego acá y no había un pelotazo, todos la tocaban redonda y al pie, me adapté muy rápido a compañeros de la calidad de Jorge Soto, el “Pato” Quinteros, Bonnet, Carlitos Zegarra, el ‘Cholo’ Prado, Chiroque, Carlitos Lobatón que no era titular pero cada vez que entraba la rompía también. Para mí era un placer jugar en ese equipo, disfrute cada entrenamiento y partido con esa camiseta, además me sentía en casa. Teníamos un gran comando técnico con Chemo, Asteggiano y el uruguayo Richino que era una fiera en la parte física. También recuerdo a Miguelito Linares de la utilería, un símbolo del club.

¿Dónde hiciste las divisiones menores?

Yo soy de Rivera, una ciudad pequeña que está en la frontera con Brasil, ahí comencé en un club que se llama Sarandi Universitario y después también estuve en el Oriental FC, los dos clubes más grandes de mi ciudad. Desde muy pequeño y por la cercanía con Brasil siempre tuve mucha influencia de su fútbol, es más, en mi ciudad se captaban más canales brasileños que uruguayos, fue así que crecí viendo a Corinthias, Palmeiras, Flamengo y Fluminense que a la liga uruguaya. Eso sí, cuando había un clásico Peñarol con Nacional con mi viejo coordinábamos donde verlo, pero nunca nos lo perdíamos, siempre fuimos muy hinchas del aurinegro.

¿Cuáles son tus mejores recuerdos de esos años?

Cuando tenía 8 años se organizó un Mundialito de mi categoría en Montevideo. Iban a ir selecciones de muchos países y para formar la selección uruguaya fueron ciudad por ciudad para reclutar a los mejores valores. De Rivera escogieron a dos, un defensor y a mí para ir una semana a prueba a Uruguay. Era la primera vez que me separaba de mi familia, fue bravo pero creo que lo hice en buena forma. A pesar de eso no quede en la lista final y me dolió mucho. Sabes, el chico de mi ciudad que fue conmigo si quedó y además jugó el mundialito como capitán del equipo, pero el no llegó a primera, el fútbol tiene esas cosas por eso nunca debes rendirte por una caída.

Leal con la camiseta de Gimnasia y Esgrima La Plata de Argentina.

¿Cómo llegaste a Peñarol?

Cuando tenía 14 años ya estaba en banca del equipo adulto del Orienta FC de Rivera y a través del esposo de una amiga de mi hermana surgió la posibilidad de ir un mes a prueba a la pensión de Peñarol en Montevideo, con un jugador más de mi ciudad. Fui y esta vez sí me quedé, de ahí en adelante todo el ascenso fue muy vertiginoso. Comienzo a jugar en la quinta, anoto muchos goles y me va fenomenal. A los 16 años me convocan a la sub 17 que iba a jugar el Sudamericano del 99 en mi país donde quedamos terceros y a los meses juego el Mundial de la categoría en Nueva Zelanda donde llegamos hasta cuartos de final y tuve la dicha de marcar dos goles con la celeste en el pecho que era uno de mis sueños de pequeño.

¿Qué vino después del Mundial?

Al regreso de la selección me suben a entrenar con la primera de Peñarol, para mí era algo increíble estar entrenando con Bengoechea, De los Santos, Pandiani y tanto crack que hacía solo dos años veía por televisión con mi viejo. A los 17 años Julio Ribas me da la oportunidad de debutar y me toca entrar nada menos que por Pablo Bengoechea todo era como un sueño para mí en esos momentos.

¿Que factores crees que te permitieron llegar?

Son la suma de muchos factores como una familia que te de los valores necesarios, buenos amigos que te apoyen, estar dispuesto a entrenar cuando los demás están divirtiéndose o de paseo, tu cuidado personal, alimentarte como un deportista profesional, aunque aún no lo seas. Son tantas cosas que uno tiene que estar dispuesto a sacrificar por esta pasión y el sueño de ser un jugador profesional.  Lo que yo tenía era hambre de gloria, quería como loco jugar un Mundial con Uruguay y anotar un gol, no solo lo logré, sino que marqué dos goles. Quería jugar clásicos a estadio lleno, marcar y lo logré, no solo en Uruguay con Peñarol sino en Perú con Cristal marcando goles inolvidables ante la U y Alianza. También tuve la oportunidad de jugar un amistoso con la selección mayor y entrenar al lado de cracks mundiales como Diego Forlán y Álvaro Recoba. Desde muy chico sabía que iba a llegar a ser jugador profesional y me preparé muy fuerte para mantenerme 20 años en este hermoso, pero también duro mundo del fútbol profesional. La suerte es la suma de la capacitación más la oportunidad.

Leal con la camiseta de Danubio de Ururuay.

¿Por qué crees que hay tantas figuras jóvenes que no logran mantenerse?

Porque aparecen jóvenes como yo jugando en un equipo grande, por ahí hacen tres goles importantes en la liga o en libertadores y el mundo les cambia totalmente. Les hacen unas mejoras de contrato demenciales, aparecen las grandes marcas deportivas para auspiciarlos, las chicas comienzan a aparecer por todos lados y sientes que eres Brad Pitt. La noche nos es compatible con el fútbol por donde lo veas. Si estos chicos no tienen una familia que les ponga los pies en la tierra y les haga entender que así sean ellos los que ganan más dinero en la casa, siguen siendo unos niños de 18 o 20 años que en muchos casos no han terminado ni el colegio. Los padres siguen siendo la máxima autoridad dentro del hogar. Si la familia no tiene esos valores bien cimentados esa carrera no va a durar mucho. Por ejemplo, en Europa el coaching deportivo con los más jóvenes es constante tanto para fortalecer su autoestima y para va manejar la fama y el dinero, sin olvidar que la actividad que les dio eso es el deporte y ese debe ser su principal foco. Es muy importante que los chicos no sientan que porque ahora tienen dinero son los reyes del mundo y pueden llevárselo por delante. Esa es una de las motivaciones que tengo para seguir ligado al deporte.

¿A qué te dedicas tras tu retiro a mediados del 2019?

Terminé la carrera de Gerente Deportivo Institucional en una universidad de Uruguay, es una carrera que me encanta porque con esa formación puedes desarrollar mucho mejor la red de contactos y relaciones que hice durante todos estos años por el fútbol de diferentes países. Hace casi un año también incursioné en la representación de futbolistas porque conozco ese mundo y el maltrato a veces se le da al jugador que es visto más como una mercancía que como un ser humano. Ojo no todos pero si hay muchos agentes que no tienen nada que ver con futbol y tienen estas prácticas. Mi intención es lógicamente conseguir un buen negocio pero sin perjudicar al jugador. En mis años dentro de profesional he visto tratos increíbles donde el agente gana más que el futbolista o antepone sus intereses personales antes que el futuro de su representado. Yo quiero proteger al futbolista y conseguir negocios justos para todas las partes en especial para ellos que son los que al fin y al cabo entran a la cancha.

Jugaste en ligas muy importantes como la argentina, uruguaya, colombiana y greca, el nivel superlartivo que demostraste en tus inicios hacía suponer que llegarías a las ligas top de Europa, ¿qué crees que te faltó para lograrlo?

En primer lugar, en esa época los cupos de extranjeros en las grandes ligas eran muy limitado y yo no tenía pasaporte comunitario. En segundo lugar las personas que me representaban no eran lo que yo creía y muchas veces antepusieron sus intereses antes que los míos. Siempre que venían a preguntar por mí me cotizaban muy alto buscando hacer el gran negocio y eso no siempre ayuda. Creo que esa forma de actuar de ellos me privó de jugar en ligas de mejor nivel aun cuando estaba en capacidad de hacerlo. En tercer lugar, yo también tengo que asumir parte de responsabilidad porque era muy calentón y por ahí cuando no me ponían ponía caras raras y eso definitivamente no suma. Recuerdo que cuando fui a Grecia —ahí habían cupo para 7 extranjeros por equipo— la idea era llegar a un club de media tabla para romperla y llegar a un club grande de Grecia al año siguiente y luego dar el salto a una liga top. Supe luego de años por agentes amigos que el Atlético de Madrid estuvo interesado en mí, pero nunca supe porque no se llegó a concretar.

¿Tu mejor partido?

Mi debut en la liga griega jugando por el Ergotelis ante el AEK, recuerdo que no arranqué ese partido, pero a los 20 minutos se lesiona el extremo derecho y me hacen entrar. Desde la primera jugada no podían pararme y encima que la rompí anoté dos golazos. El primero de tiro libre al arquero argentino Saha y el segundo después de un quiebre fantástico a otro argentino Araujo que venía de River sino me equivoco. Fue un partidazo. Otro que recuerdo con mucho cariño es el partido con Cristal antes Estudiantes de la Plata, a pesar que perdimos 4 a 3 el equipo tuvo momentos de fútbol excepcional y en lo personal estuve en una tarde redonda.

¿Tu mejor DT en los futbolístico y el mejor desde el lado humano?

Víctor Púa en las selecciones uruguayas de menores me enseñó muchísimo, era un adelantado a su época veía videos de nosotros y nuestros rivales todo el día, y nos decía cosas que terminaban pasando en el partido. Desde el lado humano Martín Lazarte en Danubio y “Chemo” Del Solar en Cristal eran técnicos con los que conversaba mucho fuera de las canchas y me ayudaron a crecer en mi carrera desde el lado profesional y personal.

¿Tu mejor gol jugando para un equipo peruano?

El de penal a la U no puede perder el primer lugar, pero también recuerdo mucho uno que hice en la Paz en la Libertadores contra Bolivar, recuerdo que los partidos en Arequipa y Cusco los había sufrido mucho, incluso en Cusco en el calentamiento ya estaba muerto. Por eso cuando nos tocó La Paz nos preparamos muy fuerte con Riccino que era un fenómeno y ese noche el equipo fue un avión. Recuerdo que recibo la bola en media cancha y comienzo a avanzar y los bolivianos no podían agarrarme cuando vi la raya del área me dije es ahora o nunca y me fui con todo en busca del arco. Fue un golazo que gritamos con todo por la forma y lo que significaba esos tres puntos en esa plaza tan difícil.

Sergio Leal y esposa.

¿El mejor compañero que tuviste en tu carrera?

Mathias Perez con el que jugué en Danubio, también tengo una gran amistad con el ‘Tanque’ Silva con el que jugué en Gimnasia y Esgrima La Plata y con el ‘Piqui’ Cazulo, con él nos conocemos desde los 14 años cuando vivíamos en la pensión de Peñarol. Jorge estuvo presente en mi matrimonio, un gran jugador y mejor persona, sé que es un ídolo muy querido en Cristal y se lo merece.

¿La anécdota más entrañable de tu carrera?

Fue allá en Lima en la noche del 10 que organizaron como despedida para Maradona. Recuerdo que recibí la invitación y yo feliz cuando termina el primer tiempo estaba conversando con Bonnet y el ‘Beto’ Araujo, cuando en eso siento las miradas de alguien. Volteo y veo que eran Maradona, Basualdo y Matías Almeyda que hablaban entre ellos y me señalaban, yo no lo podía creer. Para hacerme el distraído me puse a arreglarme las medias, en eso veo una sombra que se me acerca y era Maradona, me dice: ¿qué tal, Sergio Leal?, ¿cómo estás?, ¿cómo te va la vida en Perú? Ya te imaginaras, yo no podía creer que él sabía quién era yo, solo atiné a decirle “todo muy bien Diego”. El continuo: vi al equipo (Cristal) estuvieron muy bien en especial tú, quién es tu representante. Yo le dije que me representa Paco Casal. “Ah Paquito”, exclamo él y continuo: voy a hablar con él ahora que pase por Montevideo y también con Boca, ya estaremos en contacto. Apenas acabo el partido yo estaba llamando como loco a Paco para contarle, pero después nunca supe más del tema. Cosas del fútbol.

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